A través de un emocionante relato, Raúl Godoy, obrero de Zanon y dirigente del Partido de los trabajadores socialistas, nos evidencia el camino recorrido por los ceramistas de Zanon, desde su entrada a la fábrica en los años noventa, años difíciles para el movimiento obrero internacional y para la izquierda, oscuros años de restauración burguesa, conocida como “neoliberalismo”, en Argentina estos años se vivieron de la mano de la decadencia económica y la entrega nacional por la vía del saqueo de grandes multinacionales, privatizaciones de empresas estatales y una mayor dependencia a los países imperialistas.
Los “días de perros” en la fábrica Zanon
En la fábrica la organización de los trabajadores estaba totalmente controlada por un régimen dictatorial por parte del empresario Luigi Zanon, que la construyó en terrenos estatales y con dineros del gobierno nacional y provincial que nunca fueron reembolsados, por finales de los setenta, en plena dictadura militar argentina.
Por las dificultades de hacer política dentro de la fábrica, el régimen dictatorial de Zanon y el control férreo de la burocracia sindical, como relata Godoy en el libro “Al comienzo, en la fábrica, creo que lo más revolucionario que hice fue callarme la boca y desarrollar un trabajo clandestino”, para preservar y cuidar el puesto de trabajo, la actividad política debía ser muy cuidadosa “cuando detectaban que se juntaban 3 obreros en la fábrica, enseguida vigilaban el supervisor o la burocracia.”, lo que primaba en los primeros años en la fábrica eran tareas preparatorias. Mientras tanto en el país el gobierno neoliberal de Menem y Carvallo y sus políticas de penurias incrementaron la desocupación y el hambre, las expresiones de lucha y resistencia de la clase obrera Argentina eran ahogadas por la burocracia sindical. Sin embargo, el odio de clase obrera en argentina se acumulaba, en 1991, lo trabajadores de la Patagonia protagonizaron una serie de movilizaciones, como la de los obreros de HIPASAM (Hierro Patagónico de Sierra Grande), asimismo el odio a la burocracia sindical se extendía, en 1996 los obreros de CORMET lograron expulsar a la burocracia de la OUM (Unión Obrera Metalúrgica) eligiendo una nueva comisión interna y un cuerpo de delegados, tomaron la fábrica e hicieron piquetes, tuvieron un alto impacto a nivel nacional, el estallido social en Santiago del Estero con los trabajadores estatales en 1993, en 1996 irrumpieron en Neuquén los trabajadores desocupados de Cutral Co, cortando rutas con métodos de la lucha de clases, los tiempos comenzaban a cambiar y los obreros de Zanon no estaban por fuera de este proceso, cada proceso impacta dentro de la fábrica, y “El cutralcazo en 1996, con su combatividad y su persistentes cortes de ruta, logró impactar en algunos sectores de la fábrica. Recuerdo que hicimos un fondo de huelga para los compañeros de Cutral Co de $70 que fue una enorme conquista, porque si bien el monto del fondo de huelga era ínfimo, los ceramistas nunca habían juntado dinero para otros sectores”.
Rebelión contra la burocracia sindical, La recuperación de la comisión interna
Así Godoy relató cómo de ser un puñado de obreros que seguían atentos las movilizaciones obreras a nivel nacional se avanzó a recuperar la Comisión Interna, que hasta entonces estaba bajo el control de la burocracia sindical, para ponerla a funcionar como herramienta de los trabajadores para defenderse de los constantes ataques de sus patrones y amenazas de despidos. Esto fue a través de una combinación entre lo legal y lo clandestino. El conocerse, buscar instancias sociales para compartir una cerveza, un partido de fútbol, fue clave para que surgiera un activismo dispuesto a luchar. La idea de replegarse (“callarse la boca”) para hacer trabajo clandestino por abajo, no es azaroso. Es una táctica, aporte de la militancia revolucionaria, para ser un factor en incrementar el odio de clase que se estaba empezando a desarrollar y así nuclear un sector de trabajadores dispuesto a dar la batalla para luego pasar a la ofensiva.
Fue así como se expresó una embrionaria resistencia a la burocracia sindical: cuando Zanon comenzó a despedir coincidió con el tiempo de elecciones sindicales, por lo cual la burocracia no pudo hacer caso omiso a esa resistencia que hizo que se expresaran sectores activistas -antes pasivizados por el rol de contención de la burocracia- y abrió paso al primer paro histórico de 3 días que culminó con el despido del gerente de la fábrica. Esta demostración de fuerzas cambió la situación dentro de la fábrica; los ceramistas comenzaron a tener confianza en sus propias fuerzas, sentimiento que se desarrolló hasta recuperar la Comisión Interna en manos de los dirigentes sindicales vendidos y de la “camisa de fuerza” que significaba su estrategia de mediar y consensuar entre patrones y trabajadores “El jueves 29 de octubre de 1998, ganamos la interna. Nuestro triunfo fue aplastante y muy festejado por los compañeros. Fue histórica votación, era primera vez que se votaba masivamente en la fábrica.”
Las primeras tareas de los revolucionarios tras recuperar los organismos de defensa de los trabajadores es transformarlos, no administrarlos mejor. Es por eso que una de las primeras tareas fue reformular la forma de dirigir de la Comisión Interna y darle un peso gravitatorio a la democracia de base, el rol clave que cumple la asamblea en ese sentido y el debate de posiciones, para luego llegar a acuerdo y golpear como un solo puño. Esto fue una contribución a todo el movimiento obrero argentino, Godoy señala “adoptamos un mecanismo que era ir al comedor a hablar con los compañeros durante el refrigerio, y esto se transformó en un método distintivo de la comisión interna, que nos permitió mantener informados a los trabajadores sobre todas las cuestiones de la fábrica y la situación política del país. La comisión interna de Zanon tuvo, desde el principio, la iniciativa de llevar permanentemente información a la base y a la familia de los trabajadores, no solo de forma verbal, sino con boletines y folletos escritos. Esa actividad de información para garantizar el efectivo ejercicio de la democracia obrera, permitiendo que los obreros eligieran entre las distintas posiciones con fundamentos, también colaboraba e incentivaba el desarrollo de la politización de los trabajadores, preparando el terreno para la maduración del activismo sindical y político dentro de la fábrica. Todo este trabajo previo favoreció el posterior surgimiento de una militancia obrera”
Las huelgas como “escuelas de guerra”
A comienzos del año 2000, la patronal de Zanon quiso imponer un “Plan preventivo de Crisis”. Les decían a los obreros que había una gran crisis para justificar despidos y suspensiones. Es así como los obreros comenzaron a prepararse en contra de los despidos y la defensa de sus puestos de trabajo, las amenazas de la empresa y de los supervisores fueron un disparador para reforzar la organización y fortalecimiento de la movilización. Fue en este tenso ambiente el día 15 de Julio del año 2000 que murió el compañero Daniel Ferrás a causa de una negligencia de la patronal, Daniel se descompuso en los vestuarios, no había ambulancia ni equipo médico, los tubos de oxígeno estaban vacíos, Daniel murió esperando atención médica y Zanon, la empresa de cerámica más moderna de Latinoamérica en ese entonces fue impotente ante esta situación. En el velatorio se generó una gran bronca y odio terrible. A primera hora del primer turno del día lunes se organizó una asamblea, y la muerte de Daniel fue el detonante de la primera expresión de resistencia desde que recuperaron la Comisión Interna de las manos de la burocracia: se dio inicio a la huelga de los 9 días. Nadie en la base del sindicato cuestionaba la decisión de paralizar, se preparó el petitorio y este señalaba “Ningún despido, ninguna suspensión, abajo los preventivos de crisis, basta de presionar a los trabajadores”.
Desde el primer momento los obreros de Zanon decidieron todo en asamblea, encabezados por la comisión interna, se comenzó un paro de carácter histórico para los ceramistas. Fue el primer ejercicio en la lucha de clases: se incorporaron los métodos clásicos de lucha de la clase obrera como los piquetes en las puertas de la fábrica impidiendo el paso camiones y así, impidiendo la venta de cerámicos y atacando directamente las ganancias de Luigi Zanon. A esto se agregaron la difusión y extensión del conflicto en la población a través de la búsqueda de solidaridad para aportar al fondo de huelga. En este sentido, la asamblea votó la formación de una comisión de mujeres integrada por esposas, hijas, novias, y hermanas de los trabajadores. Ellas jugaron un rol clave en el conflicto, ya que junto a activistas sociales y estudiantes extendieron el conflicto hacia los medios de comunicación, garantizaron las ollas populares, y participaron activamente en las asambleas junto a los trabajadores. Gracias a esto, fue que el conflicto de los ceramistas escaló tales proporciones que hasta el gobernador provincial tuvo que involucrarse.
Es en este sentido que los trabajadores se vieron en una situación donde tenían que decidir si mantenían o no la paralización frente a las presiones y ofertas escuálidas del ministerio del trabajo y el gobierno provincial- cedieron en que no habrían despidos pero sí suspensiones de contrato, y emplazaron a la propia comisión interna a elaborar la lista de trabajadores que serían suspendidos-. En la misma reunión con el gobernador provincial la Comisión Interna se dividió. La posición mayoritaria, encabezada por el dirigente San Martín, proponía aceptar las suspensiones y dejar el conflicto hasta ahí. Por otro lado, Godoy y Carlos Acuña también de la comisión interna, propusieron mantener las medidas de lucha: la muerte de un compañero no se negocia, y habían condiciones para seguir luchando. No hubo acuerdo en la Comisión, así que discutieron llevar las dos posiciones a asamblea antes de aceptar.
Esto nos deja una reflexión muy importante sobre la democracia en los sindicatos: “Es importante resaltar este método que usábamos cuando en la interna no nos poníamos de acuerdo: expresar las diferencias en la asamblea, discutirlas abiertamente y luego votarlas. No todos están de acuerdo con esto. El método de San Martín era el opuesto, era el de la burocracia sindical (en contra de las oposiciones y de las minorías), el de consensuar una posición en la comisión interna y llevarla como propuesta, como una sola posición. Esto ahoga la democracia del conjunto de los trabajadores; por eso, la democracia obrera, aplicada por primera vez en esa ocasión, la defendemos hasta el día de hoy.”
El octavo día de la paralización se decidió seguir un día más a pesar de la burocracia del sindicato (SOECN) que apareció ese día diciendo que si no se aceptaba lo que propone la patronal se pasaba a la ilegalidad, los obreros de Zanon decidieron seguir un día más, en una asamblea explosiva, por una mayoría indomable se votó continuar al grito de “¡Unidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode, se jode!”. Así se ganó el conflicto ya que al día siguiente la patronal de Zanon acepto los términos de los trabajadores y de la asamblea, “El paro de los 9 días terminó con un acto-homenaje a Daniel Ferrás, junto a sus familiares, docentes y estudiantes en las calles céntricas de Neuquén. Estábamos empezando a dar los primeros pasos en un nuevo camino de lucha, confiando en nuestras propias fuerzas para imponer nuestros reclamos. Con las asambleas cotidianas, la comisión de mujeres, la huelga y el piquete empezamos a superar la práctica de la burocracia sindical y a tonificar nuestros músculos.”
Debido a este gran triunfo protagonizado por los obreros ceramistas de Zanon, se abrió paso a una férrea batalla por la recuperación del Sindicato de obreros y empleados ceramistas de Neuquén (SOECN) que agrupaba a cuatro fábricas diferentes: Cerámica Zanon, Cerámica Stefani de Cutral Co, Cerámica del Valle y Cerámica Neuquén. Tras las trampas y los obstáculos que puso la burocracia sindical, los ceramistas lograron recuperar el sindicato, entrando en la directiva varios dirigentes obreros que habían encabezado el conflicto en Zanon, entre ellos Raúl Godoy y San Martín. Fue así como se abrieron importantes perspectivas para los obreros ceramistas y la clase obrera Argentina, una nueva forma de organización, donde fue clave el cambio de estatutos del sindicato y darle importancia vital a las asambleas y la disposición de combate, avanzando a un sindicato independiente del estado, de las burocracias sindicales y de los partidos patronales, que no se limite a sus reivindicaciones económicas, sino que pase a ser parte de la lucha de toda la clase obrera y del pueblo pobre, puntos que desarrollaremos en la próximas partes de la reseña de este libro.
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