Hace aproximadamente un mes las universidades están discutiendo sobre la vuelta a clases presenciales, lo que ha puesto una vez más a la vista las desigualdades existentes entre facultades que cuentan con los recursos e infraestructura como para implementar un retorno seguro y eficiente académicamente y las que no.
Miércoles 6 de octubre de 2021
Les estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile (Facso) vienen organizándose y efectuando diversas acciones de movilización en el Campus Juan Gómez Millas, Casa Central de la U. de Chile, el metro y Plaza Dignidad, exigiendo que haya respuestas de parte de las autoridades frente a las clases híbridas y un protocolo transparente respecto a las fechas retorno, luego de que estas suspendieron la vuelta a clases, dejando en la incertidumbre a muches estudiantes de región que ya retornaron a Santiago.
Se ha dado una dinámica de paros generacionales por carrera y se elaboró un petitorio de Facultad que tiene como uno de los puntos centrales, y que probablemente generará escozor en las autoridades, la exigencia de democratización y transparencia del comité covid. Este espacio hasta ahora ha sido compuesto por un grupo de directivos de la facultad, quienes han tomado las decisiones respecto al manejo de la crisis sanitaria y retorno a la presencialidad a puertas cerradas.
Educación en crisis: Una problemática que se extiende a nivel nacional
Este problema no solo se ha expresado en Facso, sino también en otras facultades de la universidad, como Artes, y en otras universidades, como la Usach, en que de la misma forma las autoridades han tomado decisiones a espaldas de la comunidad educativa sobre cómo y cuándo volver a clases presenciales. Otras problemáticas que también se vienen evidenciando son respecto a las prácticas de carreras como Medicina, o ahora último la movilización de les estudiantes del Pedagógico por el jardín infantil de estudiantes.
La vuelta a clases presenciales en realidad refleja un problema de fondo de la educación pública, el de una educación neoliberal y heredada de la dictadura de Pinochet, donde les estudiantes y trabajadores no decidimos y somos considerades números, mientras el objetivo está puesto en las ganancias de empresarios. Hoy este sistema educativo demuestra sus límites, especialmente luego de la reforma de Bachelet que a la fecha ha dejado a casi 70 mil estudiantes que perdieron su beca de gratuidad, e institutos técnicos y universidades en crisis financiera.
La crisis de la educación superior en Chile se extiende más allá de la falta de financiamiento estatal hacia las universidades y les estudiantes. Durante años, las universidades e institutos profesionales, especialmente las privadas, han ampliado sostenidamente su matrícula y miles de jóvenes ingresaron a la educación superior bajo la promesa de que un título les daría un futuro laboral menos duro que el que tuvieron sus padres.
Pero hoy día, en nuestro país abundan los profesores, abogados, sociólogos, que arrastrando deudas universitarias se desempeñan en cualquier cosa menos lo que estudiaron o que junto a muchos pasan a engrosar las filas de un mercado del trabajo cada vez más flexibilizado, precario, inestable, donde los derechos laborales parecen quimeras del pasado. La pandemia profundizó la cesantía y los bajos sueldos.
A esto cabe agregar que ya no basta un título, sino que para optar a un empleo cada vez se exige un nivel de cualificación mayor, presionando a las familias a dedicar aún más dinero al gasto educativo. Una inversión que cada día se vuelve más incierto recuperar. Todo esto nos hace pensar: ¿Educación para qué?
Por una educación al servicio de las familias trabajadoras y no de los empresarios
La educación debiese estar ligada a un proyecto de desarrollo de sociedad, donde formemos profesionales y técnicos en función a las necesidades de las comunidades y no en función de engordar los bolsillos de los empresarios del negocio educativo. Debiese ser de libre acceso y financiada por el Estado, con toda clase de facilidades, para que la clase obrera y los sectores más vulnerable puedan formarse y desprenderse de todos los prejuicios que han puesto en nuestras cabezas la iglesia y las élites empresariales, debería ser una herramienta para criticar la sociedad actual y pensar un nueva.
En esta perspectiva, la movilización de les estudiantes de Facso, o las acciones de carreras que pertenecen a la Usach, y otras movilizaciones que vienen desarrollándose, son ejemplos de cómo pelear por enfrentar las problemáticas que vivimos en la educación. Y son las generaciones más jóvenes de estudiantes quienes vienen a la cabeza de generar nuevas dinámicas estudiantiles que tienen el potencial de revitalizar las organización. Sin embargo, es insuficiente que cada carrera pelee sola y por sus propias demandas.
Retomemos la tradición del movimiento estudiantil por la educación pública gratuita, democrática y no sexista
Y es que nada de esto nos lo van a regalar, será con un fuerte movimiento en las calles como lo ganemos. Necesitamos la más amplia unidad de todos los actores de la educación, estudiantes y trabajadores, y quienes ya nos venimos movilizando, para organizarnos y pelear por nuestras demandas, así como discutir cómo enfrentar al sistema educativo neoliberal y conquistar un nuevo sistema de educación pública. Unidad que la conducción del PC y el FA, que el movimiento estudiantil ha tenido los últimos años, ha buscado por todas las vías limitar, planteando que son problemáticas locales, diciéndonos que no tenemos la fuerza, o llevando nuestras demandas a negociaciones a la medida de las autoridades universitarias.
Si queremos pelear por las demandas que actualmente tenemos les estudiantes y enfrentar el mercado educativo, el movimiento estudiantil debe retomar su tradición de organización y asambleas de base, seguir ele ejemplo de las asambleas de este último tiempo, para extender esa dinámica a nivel nacional para decidir el programa y el plan de acción por el cual pelear. Esto implica recuperar los organismos estudiantiles -hoy muchos de ellos dormidos, inexistentes o alejados totalmente de les estudiantes- para que sean verdaderas herramientas de esas luchas.
Que no nos roben nuestro futuro: ¡Les jóvenes debemos hacer política!
Para que exista un nuevo sistema de educación pública, tendremos que enfrentar más que a las autoridades, sino también al Gobierno y el conjunto del régimen, que post rebelión busca cambiarse de rostro en estas elecciones con candidaturas presidenciales que hablan de cambios sociales pero para que todo siga igual, como la del Frenteamplista Gabriel Boric, quien es defensor del modelo de educación actual; lo defendió el Frente Amplio junto al Partido Comunista apoyando la reforma educativa de Bachelet y lo hace también ahora con un programa educativo que sigue estando sujeto a aportes basales y que no plantea dejar de financiar a los empresarios de la educación.
Les jóvenes debemos hacer política, para que no sean los viejos partidos de los 30 años ni tampoco el Partido Comunista y el Frente Amplio quienes hagan política por nosotros. Por eso, desde la agrupación Vencer y el Frente por la unidad de la clase trabajadora, impulsamos candidaturas de estudiantes y jóvenes trabajadores en estas elecciones a diputados. En el Distrito 10 van Yuri Peña, estudiante de Historia en la U. de Chile, y Yamila Martínez, estudiante de Pedagogía en la UMCE, en el D12 va Rodrigo López, estudiante de Pedagogía en la USS, y en el D13 va Suely Arancibia, trabajadora del Hospital Barros Luco.
Y lo hacemos porque buscamos impulsar una alternativa a la izquierda de los partidos del régimen, y que busque pelear en las calles por las demandas que se plantearon en la rebelión y fortalecer la organización de base, junto a les trabajadores e independiente de los empresarios. Una alternativa que no se subordine a las reglas que impone la derecha y la DC, y que se diferencie del camino al que Boric y Apruebo Dignidad quiere desviar a quienes quieren luchar y organizarse, como ya lo han venido haciendo en la Convención Constitucional donde han votado junto a la derecha para mantener las reglas del Acuerdo por la Paz.
La pelea por forjar una nueva alternativa política, en un escenario en que el régimen busca recomponerse posando de ser amigos del pueblo, es crucial precisamente frente a la necesidad de que emerja un movimiento estudiantil decidido a pelear por todo y no solo en la medida de lo posible. Esta perspectiva es la que invitamos a todes quienes se vienen movilizando en sus carreras y facultades.