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Red Internacional
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51 años Cordones Industriales. Retomemos lo mejor de esta experiencia de coordinación y socialismo desde abajo para las luchas del presente

Este lunes se cumplen 50 años del golpe militar de 1973 que marcó el triunfo de la contrarrevolución contra el ascenso revolucionario. Este 11 de septiembre la mejor conmemoración que podemos hacer por una generación que luchó por el socialismo es reivindicar la experiencia de autoorganización de los Cordones Industriales, germen de doble poder, que era el camino para enfrentar la reacción capitalista y para vencer.

Sábado 9 de septiembre de 2023

¿Qué fueron los Cordones Industriales?

Hace 51 años surgieron los Cordones Industriales, organismos de autoorganización de la clase obrera industrial que proliferaron como respuesta al paro patronal de octubre de 1972 y contra los intentos golpistas de los capitalistas y el imperialismo norteamericano.

Los Cordones Industriales fueron organismos territoriales de coordinación obrera y popular. Cada cordón estaba compuesto por un grupo de empresas que abarcaban desde la producción de mercancías hasta la distribución en los sectores populares y coordinaban luchas comunes de una zona. Antes del golpe se llegaron a conformar 31 cordones, 8 de ellos en la Región Metropolitana. Eran obreras y obreros militantes del PS y del MIR quienes organizaron en el período de 1 año a una parte importante de la clase obrera industrial.

Los trabajadores emprendieron así un camino que cuestionaba la propiedad privada y las bases del sistema capitalista. Respondiendo con control obrero y movilización al paro patronal de octubre del 72’ (extendiendo el control obrero en decenas de empresas de la Región Metropolitana resistiendo en los hechos al desabastecimiento provocado por el lockout patronal a través del paro de camioneros) y se movilizaron contra la intentona golpista de junio de 1973 tomando empresas y fundos en todas las ciudades industriales, resolvieron el desabastecimiento y se ligaron, embrionariamente, a sectores populares, a través de los comandos comunales.

Organismos de autoorganización territorial de la clase trabajadora

Los años ‘60 y ‘70 fueron décadas revolucionarias en diversos países del mundo: Francia, Vietnam, Cuba y Chile se transformaron en vanguardias que tenían en sus manos la posibilidad de hacer tambalear el orden capitalista de posguerra. Eran momentos donde la militancia revolucionaria era una actividad común y vista como necesaria, para la transformación política radical de la sociedad hacia el socialismo.

Reivindicamos las generaciones que lucharon por esa perspectiva, pero es necesario sacar los balances estratégicos de la derrota, elemento indispensable para forjar un partido revolucionario con una estrategia para vencer. Los cordones industriales fueron un organismo de autoorganización obrera, que surgió en el ascenso revolucionario chileno, mostrando el camino para vencer la resistencia de la burguesía. Es necesario ir señalando los puntos de apoyo y los límites de esta experiencia.

Los Cordones Industriales y las reacciones del mundo político tradicional

Planteaban un socialismo sobre la base de la fuerza de la clase trabajadora y exigieron al gobierno de Salvador Allende avanzar sin transar a partir de expandir el Área de Propiedad Social. La Unidad Popular al principio los rechazó, el principal partido, el Partido Comunista, los declaró como “paralelistas” a la CUT y responsables de causar conmoción en momentos de gobierno “popular”. Para el PC la “vía chilena al socialismo” era un cauce pacífico y de colaboración entre las clases sociales que declaraba que era posible llegar por medio de reformar el estado burgués al socialismo, bajo el supuesto la “historia democrática de las instituciones en Chile”.

El programa de la UP si bien hablaba de socialismo, en los hechos fue una estrategia contraria a su desarrollo y que desarmó a la clase trabajadora para enfrentar a la reacción militar. Su gobierno se basó en respetar y utilizar la institucionalidad de los poderes del Estado chileno (cuál maquinaria de los grupos monopólicos, los terratenientes y el imperialismo norteamericano), y en una propuesta nacional-estatal (por tanto capitalista) para el desarrollo del país. Por ellos apuntaba a una mayor participación del Estado en la economía, fortaleciendo el sector público, una nacionalización del cobre pactada con las empresas norteamericanas (negociación que siempre fue rechazada por las mineras transnacionales) y la creación de un Área de Propiedad Social a partir del control de Estado de empresas monopólicas principalmente industriales. Los cordones fueron la respuesta que dio la clase trabajadora ante los lock out patronales y la búsqueda de desabastecer, línea del gran empresariado para golpear a los sectores populares y debilitar al Gobierno de la UP. Sin duda, una respuesta desde la lucha de clases y de la autoorganización era la vía para enfrentar los golpes de la derecha, pero el gobierno de Allende lejos de fortalecer ese camino, respondía abriéndole más camino a la derecha por medio de gabinete cívico militar.

Mientras la derecha preparaba la contrarrevolución, que se conspiraba entre generales de las Fuerzas Armadas, los cordones industriales mostraban el camino de cómo enfrentar a la derecha. Pero con plena confianza en el gobierno de la UP, que sentían como propio, se limitaron a exigir fortalecer el camino del socialismo con ilusiones en lo que el reformismo les había señalado: es posible llegar a él por los mecanismos democráticos de la institucionalidad del estado. Misma institucionalidad que fue utilizada para preparar el golpe.

Los Cordones Industriales fueron el verdadero terror de los patrones del país, de la DC y de la derecha. Contra los cordones, precisamente, se apuntó la más dura represión militar, incluso antes del golpe del 11 de septiembre. Salvador Allende, lejos de fortalecer ese camino vio en ellos una posibilidad de desestabilizar su gobierno, buscó desarticularlos y desarmarlos por medio de leyes como la Ley de Control de Armas, la Ley devolución de empresas a sus patrones y la política de detener la aplicación del programa de la Unidad Popular. Los Cordones Industriales marcaron un camino de auto-organización, que podría haber mostrado una vía distinta a la tragedia de la “vía pacífica de Allende”, si se hubiesen multiplicado, centralizado, y decidido a enfrentar a la derecha de manera independiente al gobierno de la Unidad Popular.

Respuestas de julio de 1973 y la "semana decisiva"

En respuesta al golpe, el mismo 29 de junio en el Cordón Cerrillos- Maipú, Vicuña Mackenna, San Joaquín y Santa Rosa todas las industrias fueron tomadas y se levantaron barricadas y bloqueos en diversos puntos estratégicos de la capital del país. En Macul son tomadas otras 20, en coordinación con los estudiantes de la Universidad de Chile y el Pedagógico.

El mismo 29 de junio se concentran en La Moneda todos los Cordones y organismos populares surgidos en esta coyuntura al grito de “cerrar el Congreso Nacional”, “trabajadores al poder” y “crear poder popular”. El presidente Allende llama a confiar en las Fuerzas Armadas y a mantener la calma. Durante junio el Cordón Cerrillos Maipú coordinó la toma de fundos con campesinos y pobladores. La CUT llama a enfrentar el golpe apoyando las tomas de fábrica y bloqueos de caminos.

La semana entre el 29 de junio y el 5 de julio fue titulada por la prensa obrera como “la semana decisiva’,’ pues ocurre la mayor actividad revolucionaria de la clase obrera chilena. 500 fábricas y fundos fueron ocupados tras los llamados de los Cordones y la CUT a resistir el golpe. En regiones se multiplican los cordones. Y se cumplió a ritmo febril los preparativos de autodefensa. Se fabrican bombas de mano y se reúnen las pocas armas de fuego disponibles. Se crean cuadrillas y comités de vigilancia.

En Valparaíso, los sindicatos de obreros en coordinación con las poblaciones de los cerros constituyen un Comité Militar que tenía contacto con soldados que habían contado del intento de otro golpe durante la primera semana de julio. Tras estos hechos surge una reunión de Coordinación metropolitana de Cordones el 24 julio. Asisten los cordones O’higgins, Vicuña Mackenna, Mapocho, Cordillera, San Joaquín, Recoleta, Cerrillos-Maipú. En esta reunión el presidente del Cordón Vicuña Mackenna. El obrero Armando Cruces señaló: “luchamos por la conquista del poder”.

Esta reunión surge por la declaración de Luis Figueroa, presidente de la CUT afirmando su apoyo a la devolución de empresas. La última semana de julio los trabajadores de Cerrillos Maipú y de Vicuña Mackenna se movilizan contra el apoyo de Figueroa a la devolución de empresas tomadas durante el intento de golpe, levantan barricadas en el acceso poniente y sur de Santiago. Vicuña Mackenna movilizaba más de 7 mil trabajadores en sus concentraciones, en 350 empresas.

Cordones y Comandos Comunales

Según Liborio Justo “los cordones no querían equipararse a los Comandos Comunales, someterse a ellos, o disolverse en los mismos, como pretendían todos los partidos políticos de izquierda, incluso el MIR. Los Cordones deseaban actuar como “poder obrero”, como organismo del proletariado “para la conquista del poder” y no como “poder popular, para resolver problemas de organización territorial-vecinal que se plantearon los Comandos Comunales, derivados de su apoyo al gobierno reformista de la UP”. Igualmente la declaración de la Coordinadora resaltaba que está en defensa del gobierno “en la medida que este represente el intereses de los trabajadores”. Los Comandos Comunales fundamos principalmente por el MIR, con la concepción de “poder popular”, pretendían unir a todos los frentes activos de la clase trabajadora y los sectores populares, su debilidad radica en que no ponía en el centro al sujeto trabajador ni el control obrero de la economía, haciendo de estos menos efectivos en la resistencia contra el golpe y ante la crisis de la Unidad Popular.

Allende después del intento de golpe de junio

Al día siguiente Allende declara que “este gobierno no es socialista, es de transición”, buscaba calmar a los golpistas y grandes empresarios, moderando el discurso, plantando abiertamente que “trabajamos para evitar la dictadura del proletariado”, lo que era completamente cierto, se dedicó a golpear a la vanguardia obrera de los cordones. Él y su gobierno habían impulsado la ley de control de armas en enero de 1973, el plan de devolución de empresas Prats-Millas presentado en marzo, múltiples estados de excepción constitucional durante el paro patronal de 1972 y con motivo del intento de golpe de junio de 1973 utilizando a las Fuerzas Armadas como controladoras de la situación. Allende también había instalado un gabinete cívico-militar con el cual buscaba evitar su caída. Sin embargo el enfrentamiento entre las clases era cada vez más agudo. Patricio Aylwin futuro presidente democratacristiano declaraba: “los buenos propósitos del presidente de la República son sobrepasados”. El 7 de julio DC da ultimátum de 48 horas al gobierno: debe liquidar el área de propiedad social, sino caerá en la inconstitucionalidad.

Armando Cruces en una entrevista repudió el intento de pacto entre el gobierno y la DC tildándolo de “traición”, “a la clase obrera se le quiere frenar, se la quiere llevar al terreno reformista”. Los partidos de izquierda tenían distintas estrategias. El PC buscó frenar los cordones y someterlos al gobierno, el PS insistía en que el ejército y el pueblo son uno, el MIR propone desarrollar un poder popular pero no los cordones y exigir al gobierno ser “un gobierno de trabajadores”. Es decir la iniciativa la dejaban en manos de un gobierno que con su estrategia y política ya le estaba abriendo espacio a la reacción, entregándole herramientas para golpear y desmoralizar. Estas visiones colaboraron de una u otra forma a desarmar a los trabajadores de los cordones, quienes insistían en enfrentar con las armas al golpe que ya identificaban como “fascista”.

La izquierda creía que el poder obrero sólo podía surgir "después de la conquista del poder" burgués y no antes de su caída o durante su disgregación. Vieron en la UP un paso que abría el socialismo cuando en realidad la coalición de gobierno daba pasos para boicotear el poder de los cordones y allanó el espacio para otro golpe que sería en Septiembre. Todos afirmaron de una u otra manera que la guerra civil “aún era una farsa” cuando la guerra civil ya había empezado, aún no en términos abiertamente físicos, pero sí en términos políticos y de movilización de fuerzas.

La victoria es una tarea estratégica, se prepara. En Chile sin duda faltó una estrategia revolucionaria encarnada en un partido que lograra superar al reformismo, lo que implicaba romper con el gobierno, busca fortalecer los cordones industriales, su extensión nacional con una política independiente a la UP, para sacudir las ilusiones y mostrar lo que se avecinaba: o triunfaba la revolución obrera y socialista o la contrarrevolución.

Había que prepararse para la guerra civil, camino que la burguesía ya venía preparando, y mientras Allende desarmaba política y moralmente a la clase trabajadora, no hubo ningún partido que buscara poner el centro en la autoorganización, defensa y frente único obrero, preparándose activamente para el paso a la ofensiva que implicaba sobrepasar a gobierno que estaba siendo un dique para el desarrollo de la revolución proletaria, y por ende, allanaba el camino a la derrota.

El golpe no vino de golpe: Los allanamientos antes del golpe definitivo

A fines de agosto militares del regimiento Tacna bajo la potestad de la ley de control de armas entregada por Allende, allanan Indugas y Cobre Cerrillos en el Cordón Cerrillo-Maipú. 60 empresas fueron cruelmente allanadas, asesinando obreros y probando al contingente militar con la población civil. Renuncian los generales Sepúlveda, Pickering y el Comandante en jefe Prats. El golpe definitivo se avecina. Pinochet estaba dentro de los fuerzas que aplacaron el golpe de junio, sin embargo, los generales golpistas declararon con posterioridad que la decisión de derrocar a Allende estaba tomada desde marzo, pero que había que seguir una estrategia de “ablandamiento” propiciada por el propio gobierno para que el pueblo aceptara a sus nuevos verdugos. El problema que no logró resolver el movimiento de obreros agrupados en los cordones fue el problema de la huelga general y la insurrección, que como vimos, implicaba romper con el gobierno de la UP, el cuál sentían propio, todas las acciones que llevaron adelante fueron en defensa de este.

Sin duda los cordones, fue lo más avanzado que la clase trabajadora podía dar sin una dirección revolucionaria que buscará romper las ilusiones de los obreros en el gobierno que allanó el camino al golpe.

Si bien en julio la vanguardia de los trabajadores logró movilizar todas sus fuerzas aún no era un poder completo, porque aceptó su desarme, pero también porque quienes capitalizaron y dirigen por arriba el sofocamiento del levantamiento golpista fueron Prat y Allende quienes ya estaban liquidados como opción de gobierno desde agosto.

Los relatos y entrevistas confirman que todas las bases obreras buscaron responder de cierta manera al golpe del 11 de Septiembre. Se asistió al trabajo pese a que se sabía del golpe en Valparaíso y se pedían armas para enfrentar a los golpistas. Sin embargo no había manera de defenderse. Se montaron barricadas en Maipú,se logró armar a un grupo de trabajadores de textil Sumar e Indumet en el Cordón San Joaquín y se produjeron ciertas escaramuzas en Santa Rosa, pero la tónica fue la incomunicación y las órdenes de retirarse de parte de los partidos de izquierda. Era la etapa final de un golpe que había iniciado en junio.

¿La victoria era posible?

Tras octubre de 1972 la derecha buscó ganar las elecciones parlamentarias de marzo del ‘73 apostando por obtener los 2/3 del parlamento para destituir constitucionalmente a Allende. Sin embargo no lograron su objetivo. Por eso puso en marcha otra estrategia: paso a la lucha de calles para preparar la ofensiva golpista. Entre los obreros y tras el tanquetazo derrotado en julio de 1973. Ese 29 de junio, con el tanquetazo, se discute en los cordones el armamento y cómo enfrentar a la reacción.

Contradictoriamente, los militares, con Prats a la cabeza, se fortalecieron como "árbitros" al detener el intento golpista. Pesé a que el movimiento había sido “por fuera” de los principales agentes golpistas que tramaban la estocada final, sirviendo así más como “prueba” de fuerzas. Las tomas de empresas y la movilización nuevamente resurgieron como en Octubre pero de una manera vertiginosa y acelerada, poniendo más a la defensiva a la derecha.

Sin embargo, los cordones al no pasar a la ofensiva estratégica, desarmar a los golpistas, armar a los trabajadores y exigir al gobierno que rompa con el gabinete cívico-militar, fue la derecha con la DC junto a los militares golpistas que pasaron a la ofensiva. Ya desde julio los allanamientos de empresas fueron cotidianos, poniendo a las tropas contra los obreros, pobladores y campesinos con la ley de control de armas. A mediados de julio el ejército lograría allanar una gran cantidad de empresas mediante el fusil y la represión. Es allí donde ocurre la derrota de la vanguardia obrera. Asimismo en agosto empiezan las torturas de los marinos antigolpistas que buscaron planificar una defensa frente a los golpistas, sin un apoyo estratégico por parte de la izquierda, presa de la confianza ciega en la institucionalidad militar del Estado de Chile.

Consumada la derrota de la vanguardia obrera y también de los marinos rasos anti golpistas vino la nueva ofensiva golpista, iniciando a fines de julio el último gran paro patronal: con el comercio, los camioneros, los gremios profesionales y los partidos de la derecha y la DC, que auspician a la vez un llamado a intervención a los militares al ser un gobierno “inconstitucional”.

Cuando hablamos de los Cordones, tenemos que hablar necesariamente del embrión de un semi poder, ya que, como dice el revolucionario León Trotsky, todo poder que no es armado es un semi poder, pero al mismo tiempo no podemos decir que los Cordones fueron los “soviets” de la "revolución chilena" que surgió entre octubre de 1972 y septiembre de 1973, ya que no lograron constituirse como organismos de autoorganización de las masas de todas las regiones del país.

Tuvieron enormes limitantes en ese sentido. Y probablemente la principal, partiendo de la base del problema de la ausencia de un poder armado, es que se configuraron como espacios de organización de la vanguardia obrera, pero no de amplios sectores de masas, no lograron acaudillar a otros sectores populares como campesinos o pobladores, es decir, se mantuvo una enorme brecha entre la vanguardia (obreros conscientes) y las masas en el proceso a pesar de que los. Los cordones cumplían funciones de alianza con estos sectores para encarar el desabastecimiento. Este problema y el del armamento podría haber sido encarado acelerando los ritmos de un congreso nacional de cordones con perspectiva de asumir el poder y preparar el choque contra el golpe y de esta manera la insurrección.

Los Cordones fueron impulsados más bien por la realidad, fueron llevados adelante por una vanguardia obrera, pero no se transformaron en una estrategia de poder alternativo al poder popular que se mostró estéril impulsado por el MIR como contraposición al desarrollo de los Cordones mismos, y menos al reformismo que dirigía el aparato estatal encabezando el proceso institucional y del tránsito “pacífico” al socialismo, experiencia que terminaría con el trágico resultado que ya conocemos.

Pero lo que es claro, es que de haber sido parte de un engranaje de una estrategia revolucionaria alternativa a las otras corrientes de la izquierda, de haberles considerado como "embriones del poder" podría haberse abierto la perspectiva de cambiar la historia tal y cómo se escribió.


Gabriel Muñoz

Licenciado en Historia

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