A pesar de que Brasil es uno de los países más homofóbicos, destacó el carácter LGBT que los juegos olímpicos han tenido en donde varios deportistas no han ocultado sus preferencias sexuales.
Leah Muñoz @leahdanmunoz
Domingo 21 de agosto de 2016
En una de las justas deportivas más importantes a nivel internacional como son los Juegos Olímpicos y con gran proyección mediática, resulta llamativo que esta edición de Río 2016 haya sido calificada por los medios como los “Juegos Olímpicos más gays de la historia” o los que históricamente, han tenido mayor representación LGBT.
De acuerdo con cifras del diario Outsports, existe un incremento de atletas que no ocultan sus preferencias sexuales en Río 2016; si se compara con los de Londres 2012, el número de atletas LGBT fue de veintitrés; en esta ocasión, la cifra de deportistas de alto rendimiento abiertamente gays, lesbianas y bisexuales que participa en Río 2016 llegó, cuando menos, a cincuenta y tres de un total de, aproximadamente, 11,000 atletas.
Algunos de estos deportistas son: Tom Daley, medallista de bronce en calvados sincronizados desde plataforma por Reino Unido, quien, a través de su canal de Youtube, dio a conocer su homosexualidad.
Kate y Hellen Richardson- Walsh son pareja y parte del equipo de hockey sobre hierba de Gran Bretaña que, un año después de ganar medalla de bronce en Londres 2012, decidieron casarse.
Por parte de Brasil, Larissa Franca de voleibol de playa, Mayssa Pessoa de balón mano y Julia Vasconcelos de taekwondo han hecho pública sus preferencias sexuales.
Río 2016 también marca historia para la comunidad trans, no solamente porque por primera vezuna modelo trans participó en la inauguración de las olimpiadas y otra más, Laerte Coutinho, cargó la antorcha olímpica sino porque por primera vez en estas olimpiadas el Comité Olímpico Internacional (COI) permitió la participación de atletas trans sin la necesidad de haberse sometido a cirugías de cambio de sexo.
Homofobia y deporte
El deporte no escapa de ser un espacio en el cual se reproducen los prejuicios y esquemas opresivos sobre la sexualidad que se presentan de forma extendida en nuestra sociedad, en donde las preferencias sexuales no heterosexuales resultan un riesgo en la carrera profesional de muchos atletas.
Basta recordar el caso Justin Fashanu, futbolista inglés, quien en 1990 fuera el primer futbolista profesional con reconocimiento internacional en hacer pública su homosexualidad. Esto lo llevó a enfrentarse a burlas por parte de sus compañeros y aficionados, a la par que mantuvo tensiones con su entrenador quien no aceptaba su homosexualidad.
A pesar de que en estos Juegos Olímpicos hubo más atletas que abiertamente reconocieron sus preferencias sexuales, no significa que sean todos los que tienen una preferencia diferente a la heterosexual ni mucho menos que la homofobia y sus consecuencias no sigan siendo un motivo por el cual muchos atletas permanecen en “el clóset”.
De acuerdo con un estudio realizado en Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Irlanda y Nueva Zelanda las personas LGBT son discriminadas en la práctica deportiva. El 84% de los hombres gays y el 82% de las mujeres lesbianas aseguran haber sido insultados en la práctica de algún deporte. En muchos casos, los riesgos que corren los atletas al externar su sexualidad son acoso, pérdida de patrocinadores y contratos comerciales que promuevan sus carreras.
En un espacio, como es el deporte profesional, en el que históricamente el machismo y las presunciones heterosexistas han oprimido y ocultado la diversidad sexual de los deportistas, es un avance que- por ahora pocos- atletas de la diversidad sexual hayan decidido quemar el closet para adquirir cierta visibilidad en unos juegos olímpicos realizados en un país que es profundamente homofóbico como Brasil.