Laura Chinchilla, ex presidenta de Costa Rica en el periodo 2010-2014, aspiraba por segunda ocasión a ser la primera mujer a la cabeza del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Sin embargo, el presidente Rodrigo Chaves anunció que no dará su apoyo a la candidatura para “no exponer al país a otra derrota”.
Miércoles 2 de noviembre de 2022
Reunión entre Rodrigo Chaves y Laura Chinchilla a inicios de octubre. Fotografía de Casa Presidencial.
Primero hay que hablar de la institución que aspira dirigir Chinchilla. En palabras de su sitio web: “Fundado en 1959, el BID es una de las principales fuentes de financiamiento a largo plazo para el desarrollo económico, social e institucional de América Latina y el Caribe.” Y además que: “tiene como misión mejorar vidas”.
Financiamiento a largo plazo significa endeudamiento perpetuo para sostener la dominación económica imperialista; y lo de mejorar vidas tiene restricciones clarísimas, siendo los capitalistas, empresarios y sus banqueros quiénes se quedan con el pedazo grande del pastel. Mientras las masas trabajadoras ven condiciones económicas cada vez más complejas y acuciantes.
En Costa Rica, bajo el discurso mentiroso de “transición hacia una economía verde y con cero emisiones de carbono”, se aprobó en el mes de junio un crédito otorgado por el BID por 300 millones de dólares. Al tiempo que el gobierno de Chaves y todos los partidos legislativos se encaminan hacia un nuevo acuerdo de endeudamiento por medio de los eurobonos.
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Cabe recordar que cuando Chinchilla aspiró al cargo por primera vez, perdió frente a la “ficha” que contaba con el apoyo de Donald Trump en aquel momento, Mauricio Claver-Carone. El mismo fue destituido a causa de “favores indebidos” hacia una subordinada que también era su pareja.
La tensión entre el actual presidente y la ex mandataria se da en el marco de la crisis de hegemonía en el país, como demuestra la propia crisis de dirección política en el PLN -principal partido de la burguesía nacional- al que Chinchilla renunció meses atrás aduciendo fuertes críticas a la relación del mismo con el gobierno de Chaves.
Por su parte, Laura Chinchilla aseguró: “acepto la decisión de las autoridades, puesto que son las únicas con la investidura para decidir sobre estos aspectos de nuestra política exterior, pero no comparto en absoluto su valoración”. Al tiempo que afirma haber obtenido el apoyo de varios sectores desde que se anunció su pretensión.
Y, finalmente, acompaña su mensaje con una valoración que embellece al organismo financiero y sus funciones: “Confío que, en esta ocasión, América Latina y el Caribe, no cedan fácilmente sus espacios, como ya ocurrió en el pasado reciente … elegir, ojalá por aclamación, a una persona que restablezca el prestigio y el liderazgo de esta respetada institución y levante el ánimo y la moral de quienes trabajan para la misma…”.
Dicho prestigio y liderazgo, una vez más, implica deuda y ajuste para las mayorías que ya sufren las consecuencias de la inflación sobre el salario, así como el alto costo de la vida. Una postura independiente de las ilusiones de “desarrollo” de la mano del capital financiero, que rechace el pago serial de una deuda ilegítima e impagable; es la única que permite que la crisis no la paguen las masas trabajadoras.
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