A tan solo unos días del 8M, estudiantes, jóvenes y trabajadores debatieron junto a María Chaves, fundadora de la agrupación internacional de mujeres Pan y Rosas, y Alejandra Vercellino, metalúrgica reincorporada de Siam, acerca de las diferentes perspectivas que existen en el movimiento de mujeres. ¿Por qué es necesario fortalecer un feminismo anticapitalista y socialista?
Catalina Ávila @linaa_avila
Jueves 5 de marzo de 2020 09:26
“No se ’va a caer’: para acabar con el patriarcadohay que hacer la revolución y construir un nuevo orden social”, así se tituló la charla que dieron en el Club Obrero de Monte Grande María Chaves, cofundadora de la agrupación internacional de mujeres Pan y Rosas, y Alejandra Vercellino, metalúrgica de Siam y referente del Movimiento de Agrupaciones Clasistas, como parte de la preparación de las próximas movilizaciones del 8 y 9M, donde Pan y Rosas convoca a movilizar junto a Myriam Bregman, Nathalia González Seligra, Alejandrina Barry y Comisiones de Mujeres en lucha, por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, por la separación de la Iglesia del Estado, contra el pago a la deuda del FMI, y en solidaridad con los pueblos que se levantan por sus derechos en todo el mundo. En esta nota repasamos algunos de los principales conceptos de la charla, que también podés ver acá y acá
El escenario internacional en el que tendrá lugar la enorme movilización de mujeres, del que venimos dando cuenta en La Izquierda Diario se encuentra muy convulsionado: hay procesos de lucha de clases como el que se está llevando adelante en Francia contra la reforma jubilatoria de Macron, la enorme rebelión del pueblo chileno, también avances de sectores misóginos y reaccionarios de la derecha como se ve con el gobierno de Bolsonaro en Brasil, o el golpe de Estado en Bolivia.
En nuestro país la situación también es alarmante. El gobierno legitimó en el Congreso la deuda fraudulenta y millonaria con el FMI, una herencia que el gobierno macrista llevó adelante con el apoyo de sectores del peronismo que hoy son parte del oficialismo, mientras las familias obreras ven pulverizarse sus salarios y el futuro de la juventud, de las y los jubilados y del conjunto de la clase obrera está en juego. Es en ese marco que el movimiento de mujeres viene protagonizando enormes movilizaciones, exigiendo el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, que el Congreso, con votos en contra de senadores peronistas y macristas, desoyó. Pero la fuerza de la marea verde continúa peleando por el derecho al aborto legal, como se vio en el último pañuelazo, y va a volver a las calles estos próximos 8 y 9 de marzo.
Prepararnos para el próximo Día Internacional de las Mujeres, cuando nuestras demandas se escuchen en todo el mundo, incluye organizarnos para movilizarnos en las calles y hacernos oír con fuerza. Pero, ¿alcanza solo con eso para liberarnos de la opresión que sufrimos por ser mujeres o personas LGTBI?
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El origen de la opresión: ¿qué es el capitalismo patriarcal?
¿De dónde vienen y por qué sufrimos injusticias como las violaciones, femicidios, los bajos sueldos, el acoso y la discriminación laboral, la obligatoriedad de los trabajos del cuidado, la imposición de los estereotipos, las relaciones basadas en celos y posesión?
“Las mujeres y disidencias sexuales tenemos que prepararnos con todas las herramientas, y eso incluye en primer lugar una comprensión del mundo y de la realidad que nos oprime y explota, el debate de ideas y de estrategias,y una organización a la altura de los desafíos que tenemos planteados”, señaló María. En ese sentido, entender qué son y por qué conviven el patriarcado y el capitalismo es fundamental: “El primero es un sistema de dominación masculina y opresión del género femenino y de las disidencias sexuales, que existe desde hace miles de
años, mientras que el capitalismo existe desde hace apenas 500 años, o menos aún, y es un sistema social basado en la explotación de la gran mayoría de la población, de la clase obrera, desposeída de los medios de producción, que sólo tiene su fuerza de trabajo para vender en el mercado, y una pequeña minoría que se apropió de los medios de producción y los grandes circuitos de la economía. El capitalismo barrió con la sociedad feudal, que era otro sistema social, con su régimen político, con sus relaciones de producción, con sus costumbres. Pero no barrió con el patriarcado, sino que lo asimiló, lo adoptó y se apropió de él, por eso hablamos de capitalismo patriarcal”, explicó.
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En ese sentido, enumeró brevemente los tres períodos que describía Friedrich Engels de la opresión de la mujer: en primer lugar, el período del comunismo primitivo, donde la opresión patriarcal no existía, tampoco la división en clases sociales ni propiedad privada, lo que hacía que en la sociedad hubiera otro tipo de relaciones sociales, la crianza era socializada, había familias matrilineales, y no había una división sexual del trabajo basada en la dominación. Sin embargo, en un segundo momento, cuando aparece la propiedad privada, las clases sociales y las primeras formas de Estado, aparece la familia patriarcal, la opresión a las mujeres y la monogamia, una construcción social basada en la necesidad de perpetuar la herencia de las clases dominantes, y las tareas de cuidados pasan al ámbito de lo privado. Por último, se encuentra el momento que se abre con el desarrollo del capitalismo y la industria, donde las mujeres salen del ámbito privado y se introducen en la esfera de la producción y el trabajo, pero es un proceso contradictorio, ya que no dejan de hacer las tareas del espacio privado, el trabajo “doméstico” no remunerado.
“Se le critica al marxismo que sobreestimó los ritmos de la proletarización femenina por un lado, y por subestimar el hecho de que se mantuviera la obligatoriedad del trabajo doméstico por el otro. Pero en la evolución del pensamiento marxista o del feminismo socialista, está problematizada esta cuestión definida como doble
opresión. La mujer es explotada laboralmente como mujer, y es oprimida por su pertenencia de género, no solo en el ámbito laboral sino en la vida: por tener que realizar los trabajos de cuidado, violencia de género, enajenación de su sexualidad, condena social, el peligro de caer en redes de trata, entre otras cosas. Por eso hablamos de que el capitalismo y el patriarcado es un matrimonio feliz, porque gana con la proletarización femenina porque condena a las mujeres a trabajos de “apoyo”, subcalificados, precarizados, a la vez que las somete a las tareas de cuidados, que siguen recayendo en mayor medida sobre sus espaldas”, agregó.
Este repaso por el origen del patriarcado y de la opresión histórica de la mujer como construcción social, asimilado y potenciado por el capitalismo, es necesario para pensar a qué nos enfrentamos y cómo hacemos para terminarlo. Sin embargo, el capitalismo también llevó adelante políticas para cooptar al movimiento. Como explicó la dirigente de Pan y Rosas, hay que tener en cuenta que “el movimiento de mujeres en los últimos años ha sido enormemente progresivo en muchos aspectos, pero al mismo tiempo el imperialismo ha utilizado las demandas sociales y particulares de las mujeres para distintas causas propias: generar políticas punitivistas, desviar la lucha de clases, limitar y aggiornar al movimiento, dividir a la clase trabajadora”.
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¿Cuáles son las estrategias que existen dentro del movimiento de mujeres?
Somos miles las que nos encontramos en las calles peleando por demandas que nos unen, la pelea por la legalización del aborto, contra la violencia de género y la trata, por nuestros derechos laborales, sin embargo, señaló Alejandra: “Necesitamos comprender las diferencias que existen dentro de los distintos feminismos, que tienden a separar la lucha contra el patriarcado y el capitalismo, que cuestionan a uno mientras naturalizan al otro. La fuerza social que constituimos en el mundo entero merece que cuestionemos las estrategias que existen y que retomemos la tradición de enormes mujeres que también hace años empezaron a luchar contra la opresión y la explotación”.
El movimiento de mujeres no es homogéneo, aunque nos encontremos en las calles, en algunos casos tenemos perspectivas y objetivos contrapuestos. “El debate de estrategias es importante porque hace a cómo construir un movimiento que se proponga acabar con todo esto, destruir las relaciones humanas de coacción, dominio, subordinación y construir otra nuevas liberadas de opresión y explotación”, explicó María.
“Por ejemplo el feminismo liberal parte de que se puede conseguir una supuesta igualdad de género en este sistema, igualdad de derecho al voto, acceso a puestos de poder, que haya mujeres presidentas, gerentas, empresarias, “romper el techo de cristal”. Eso no tiene que ver con que proponga una política seria para terminar con la opresión femenina. Puede haber una presidenta mujer como Hilary Clinton del Partido Demócrata, y sin embargo llevar adelante guerras contra pueblos oprimidos, o al nueva Kristalina en el FMI, que es mujer pero no le importa si revienta las familias en nuestro país, y lleva adelante una política imperialista, o sea que es funcional a reproducir y sostener el patriarcado. Está orientado a los problemas de las mujeres de clase social acomodada. En sus orígenes tuvo que ver con la pelea por el derecho al voto, en los marcos de la Revolución Francesa”, comenzó.
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Por otro lado, hay un feminismo que tiene peso en Argentina y en América Latina, que es el feminismo populista y apunta a solucionar los problemas de las mujeres en base a conquistar reformas desde los Estados capitalistas. Como explicó María: “Por ejemplo ahora el gobierno puso en pie el Ministerio nacional de Mujeres, Género y Disidencias con Elizabeth Alcorta como ministra, y otro en la PBA donde está Estela Díaz, dirigente de la CTA e integrante de la CNDA, o sea, integra el gobierno de Kicillof que una de las primeras cosas que hizo cuando asumió fue perjudicar el salario docente, donde el 80% del gremio somos mujeres. Prioriza en muchos casos el apoyo al gobierno por sobre la pelea por los derechos de las mujeres. No se les escuchó decir nada sobre la votación nefasta que legitimó la deuda macrista odiosa e ilegal y que buscan renegociar sabiendo lo que implica para la realidad de las mujeres el ajuste que vivimos por tener que destinar millones a pagarla. También lo vemos con la búsqueda de conciliar a las iglesias con la marea verde. Para nosotras se trata de una perspectiva utópica que sostiene que se puede acabar con el patriarcado sosteniendo a las iglesias y bajo el sistema social capitalista, que para nosotras son peleas indisolubles. Dicen que “el patriarcado se va a caer”, pero su política no es consecuente en este sentido ni se propone derribarlo. Esto no quiere decir que no podamos conquistar mejoras dentro del capitalismo. Desde Pan y Rosas estamos siempre en la primera fila de la lucha para conquistar demandas, sabiendo que incluso algunas de ellas se pueden conseguir dentro del capitalismo, y confluimos en las calles con este sector peleando en común por varios de nuestros reclamos. Pero tenemos grandes diferencias, apuntan a mantener una pata en el Estado y otra en la calle para controlar al movimiento y que no se desarrolle un movimiento independiente del Estado, de las Iglesia y los intereses y partidos empresariales, y para que no se radicalice y adopte una perspectiva emancipadora”.
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Como punto siguiente, explicó en que se basan el feminismo radical y el de identidad: “el feminismo radical, por otro lado, también tuvo fuerza en los 70 y la centralidad de la lucha para ellas termina siendo esencialista y biologicista, el problema de clase es secundario, y su estrategia de lucha lleva a un enfrentamiento contra los varones, donde en algunos casos proponen unirnos con mujeres como Kristalina, y en otros opinan que la unión es con las mujeres “anticapitalistas” pero contra los hombres. Eso también es funcional con el imperialismo porque divide la fuerza de la clase obrera para enfrentar enemigos tan poderosos como los que explicamos antes”. Y el feminismo de la identidad referenciado en la obra de Judith Butler donde el problema no es el capitalismo en sí, no es la relación entre el capitalismo y el patriarcado, sino la propia construcción cultural de “ser hombre“ o “ser mujer“, lo que también lleva a una fragmentación en múltiples identidades superior de la que ya hay y termina siendo funcional a este régimen social. Lo que le podríamos preguntar a este feminismo es si es posible acabar con la opresión sin romper con las estructuras materiales que la producen. Nosotras creemos que no".
Por otro lado hay un feminismo anticapitalista reformista, que cobró fuerza en Estados Unidos, frente al fracaso del feminismo liberal, y se consolidó un ala izquierda, anticapitalista que confluyen en agrupamientos como el que llama a construir un “feminismo del 99%”, que apunta contra las consecuencias de las políticas neoliberales. Una de sus referentes por ejemplo Nancy Fraser acaba de publicar una nota en apoyo a Bernie Sanders, candidato del Partido Demócrata.
Sabemos que hay sectores que ven que el capitalismo no va más y se acercan a las ideas del socialismo, y en este sentido apoyan a Bernie Sanders, este cambio subjetivo es importante, pero lo que hay que decir es que Sanders no es “socialista”, es reformista, y su política es conciliar con sectores empresariales a la vez que conquistar algunas mejoras pero en los márgenes de la sociedad imperialista actual.
El feminismo socialista y la militancia revolucionaria como perspectiva liberadora
Par finalizar, la dirigente de Pan y Rosas explicó cuál es la perspectiva de las feministas anticapitalistas revolucionarias, del feminismo socialista: “Partimos de que no se puede liberar a las mujeres manteniendo este sistema social. Las mujeres trabajadoras constituyen una gran masa asalariada, una enorme feminización del trabajo y la pobreza enorme. Si nos pusiéramos de acuerdo las docentes y quisiéramos hacer un lío bárbaro para que no se pague a los bonistas y se invierta en educación pública sería un problema enorme para el gobierno. Si además nos uniéramos a las trabajadoras de la salud que ven morir gente todos los días por falta de insumos, y a las mujeres de los grandes sectores de los servicios, tendríamos una fuerza enorme. Imagínense si toda esa fuerza se pusiera en movimiento junto a las jóvenes de la marea verde, que ven que sus padres y hermanos sufren los trabajos precarios y se deprimen porque ven que la perspectiva de futuro es esa. Si todas ellas además se unieran a sus compañeros de trabajo varones constituiríamos una fuerza social enorme para organizarnos contra el capitalismo patriarcal. No queremos una sociedad donde las mujeres ’vivamos bien’, mientras nuestros hijos, hermanos, amigos, parejas, padecen la explotación laboral, mueren en accidentes laborales, recitales o cuando van a bailar. No somos un feminismo ajeno a eso. Necesitamos que la clase obrera tome en sus manos las demandas de las mujeres como propias, así como también la clase obrera estaría mucho mejor si el feminismo tomara en sus manos las demandas de la clase obrera y los ayudara a sacarse de encima a la burocracia sindical que los controla y es una de las principales responsables de que las familias obreras tengan hambre”.
“Peleamos por conquistar la disposición de millones para sepultar el patriarcado y el capitalismo, y sabemos que es difícil, que esto no se habla en la televisión, por eso lo decimos cada vez que podemos y que nos encontramos con ustedes, y tratamos de difundir estas ideas en La Izquierda Diario. Por eso nos organizamos,e impulsamos Comisiones de Mujeres, porque sabemos que si cada mujer trabajadora, joven, cada una de las que trabaja en los cuidados de sus familias, son conscientes de todo esto, el feminismo socialista va a ser más fuerte y la emancipación de las mujeres va a estar más cerca”.
“Es difícil, porque incluso en un proceso revolucionario como el ruso, la revolución obrera y socialista es una precondición, para acabar con el capitalismo y el patriarcado, incluye acabar con relaciones milenarias de opresión, no es de un día para el otro que se termina con una subjetividad construida en maltrato, sumisión y padecimiento. Ahora bien, queremos que se sumen desde hoy cada vez más jóvenes, trabajadoras, estudiantes, porque esta perspectiva es liberadora hoy, aunque es cierto que lleva tiempo y esfuerzo. No opinamos que podemos “deconstruirnos” y “deconstruir” el patriarcado porque hay instituciones poderosas y Estados que lo sostienen. Pero sí queremos construir una militancia revolucionaria que se cuestione y que cuestione todo, y que se proponga abrazar esta perspectiva”
Con esta perspectiva Pan y Rosas convoca a movilizará el Día Internacional de las Mujeres en Argentina, Alemania, Bolivia, Brasil, Chile, Estado Español, Estados Unidos, Francia, México, Uruguay y Venezuela. Lo haremos junto a las Comisiones de Mujeres en lucha, con las trabajadores en la primera fila, estudiantes, jóvenes y trabajadores. Te invitamos a fortalecer esta organización, por un feminismo que se proponga liberarnos de toda opresión y explotación. Sos indispensable.