Del 1 al 7 de agosto, se celebró la Semana Mundial de la Lactancia Materna. Una campaña que busca generar conciencia en la lactancia natural como alimentación exclusiva durante los primeros 6 meses de vida. En la actualidad las personas gestantes ¿pueden elegir libremente amamantar?
Lunes 8 de agosto de 2022 14:20
La leche de toda persona gestante cuenta con múltiples efectos beneficiosos sobre la salud del bebé. Contiene los ingredientes nutricionales e inmunológicos para alimentarlos y ayuda a prevenir infecciones. Amamantar permite además una conexión entre el bebé y su madre, promueve el vínculo a pesar del entorno, brinda seguridad y protección al lactante.
A pesar de sus beneficios, por diversos motivos las madres poco a poco fueron dejando de amamantar. A través de un informe publicado por la UNICEF en 2017 se alertó que tan sólo el 40% de los recién nacidos eran alimentados con leche materna afectando principalmente a países de Latinoamérica pobres. Si bien desde 1990 que se impulso la campaña, se intenta concientizar acerca de los beneficios de la lactancia materna como único alimento hasta los 6 meses, no es posible en todos los casos la libre elección de la mujer a amamantar, hay otros factores en juego que limitan su decisión.
Se sabe que hasta finales del siglo XIX la lactancia materna había sido la única fuente de alimentación. La pérdida de la cultura del amamantamiento se da primero en los países industrializados y tiene relación con la salida al mercado de la leche apta para bebés (leche de vaca modificada) y la incorporación de la mujer al trabajo fuera del hogar, hay una relación directa con el sistema capitalista.
Otro capítulo aparte merece la producción de leche de fórmula, que al no ser considerada medicamento permite que las empresas hagan enormes negociados, incluso campañas publicitarias que promueven su uso por sobre la lactancia natural y la mercantilización en la medicina pediátrica, además de tener un altísimo costo. Pero esto es tema para otro artículo.
Por mucho tiempo se enfatizó en la responsabilidad de la mujer a la hora de alimentar a su bebé, pero este arduo trabajo no puede recaer individualmente sobre esa persona. Debe ser compartido. En primer lugar contar con políticas públicas que faciliten está enorme labor, actualmente ausentes.
Hay quienes por motivos de salud o por otros motivos no pueden amamantar o quienes deciden libremente no hacerlo y no deberían ser estigmatizadas ni nadie debería opinar al respecto sino todo lo contrario acompañar todo tipo de lactancia.
Pero para quienes si desean hacerlo, amamantar no es una tarea fácil ni es gratis, ni todas las personas gesrantes tienen la opción de hacerlo. Requiere poner el cuerpo y como en la mayoría de los casos, sigue siendo un acto individual, ese cuerpo lo pone la mujer en la crianza y particularmente en la lactancia.
Siempre que la mujer elija y pueda hacerlo, no es igual para todas. Muchas veces es dolorosa porque se agrietan los pezones, requiere en los primeros meses de vida del bebé de tiempo permanente, de poco descanso, de noches en vela, de frustración cuando la leche no baja o no alcanza, de llanto y en la mayoría de los casos de soledad.
Pero si conocemos de sus beneficios ¿Cómo es posible fomentar la lactancia natural?
Cada persona que desea amamantar debe tener acceso a información tanto ella como quienes integran su círculo familiar, aunque no alcanza solo con esto.
En las instituciones sanitarias, tanto públicas como privadas, se debería cumplir con las recomendaciones en materia de parto respetado (Ley 25.929) y durante el puerperio, acompañando a la persona que va a amamantar y ayudándole en esta tarea. Actualmente la puericultora (trabajadora de salud especialista en lactancia y crianza) no forma parte del equipo de salud obstétrico obligatorio y solo algunas instituciones la integran. Por lo general se debe pagar por una consulta y seguimiento durante el primer tiempo de lactancia, por lo tanto el acceso se restringe a quien pueda costearlo.
Es necesario el compromiso del personal de salud como pediatras que impulsen la exclusividad de la lactancia materna informando acerca de sus beneficios.
Por otro lado todos los integrantes de la familia deben ser partícipes de esta tarea, generando las condiciones en el hogar, repartiendo las tareas, brindando el espacio, el apoyo y el tiempo necesario para amamantar. En un país con índices altísimos de pobreza y cada vez más trabajo precario este aspecto es cada vez muy difícil de lograr.
Y aún si se cumplieran estos requisitos, no todas las mujeres pueden elegir libremente amamantar. Porque para llevar tan ardua tarea se necesita de un costo indirecto muy alto del que nadie habla: tiempo.
Hablemos del tiempo
Si las madres trabajan fuera del hogar y en blanco solo cuentan con escasos 90 días de licencia por maternidad (se podría extender 36 días más). Si a esto le restamos el mes anterior a parir, solo es de un mes y medio o dos después del nacimiento. Y la licencia por paternidad son 3 escasos y vergonzosos días que se ampliaría a 15 (de aprobarse la propuesta de extensión), por lo que la tarea de crianza recae centralmente en la mujer. Además la mayoría de los lugares de trabajo no cuentan con un lugar físico (lactario) para que la madre pueda succionar leche y tener ese tiempo para hacerlo. La única opción termina siendo el baño. (Para succionar leche se necesita no solo un ambiente propicio, sino tranquilidad y comodidad para una extracción efectiva).
Se calcula que más del 60% de las trabajadoras lo hacen en la precariedad, esto significa trabajo en negro, flexibilizado, por lo que obtener una licencia por maternidad es un sueño. El regreso pronto al trabajo la mayoría de las veces impide dar la teta. Cada vez son más las mujeres que trabajan afuera de sus hogares.
Para citar algunos ejemplos, bajo el gobierno del PJ de Córdoba se multiplicó la feminización del trabajo precario desde el propio Estado Provincial, lo que indica la imposibilidad de avanzar en una lactancia materna saludable para el bebé y la mamá. Trabajo precario y estatal que lejos de fomentar la Lactancia Materna la impide, la obstaculiza, la estorba.
Además el cuerpo de una persona que amamanta necesita entre 300 y 400 calorías más (hay muchas madres y padres que comen menos para que sus hijos coman) se suma un gasto que no todas las familias pueden costear.
Se estima que la lactancia puede significar unas 1800 horas al año, lo equivalente a 40 horas semanales de un trabajo con tres semanas de vacaciones (1960 horas). Si esa persona debe regresar prontamente al trabajo no dispone del tiempo que requiere amamantar. Entonces bajo estas circunstancias ¿es posible elegir dar la teta o no?
¿Qué se necesita?
Debemos abordar la problemática desde varios aspectos.
Sin duda faltan políticas públicas efectivas, es decir, más allá de la letra de la Ley, por ejemplo de la Ley provincial de Córdoba 7901 y su tardía reglamentación (la ley de banco de leche materna es de 1990 y recién en 2009 llegó su reglamentación), no todos hospitales y centros de salud cuentan con bancos de leche y quienes si tienen destinan los mismos a bebes que nacen prematuros o con alguna patología y muchas veces no alcanza.
Es necesario comenzar por licencias de tiempo acorde y pagas tanto a las madres como a los padres porque la lactancia como la crianza debe ser tarea de todo el grupo familiar.
Políticas públicas en los centros de salud que informen sobre los beneficios de la lactancia natural y acompañen a las familias, puericultoras que integren los equipos de salud.
Terminar con el trabajo precario y en ese camino el Estado debe brindar ayuda social que alcance a cubrir los gastos de la canasta alimentaria básica. El reparto de las horas de trabajo entre ocupados y desocupados permitiría que las familias organicen mejor sus tiempos y se pueda promover la lactancia natural. Porque de lo que se trata es de que realmente se pueda decidir libremente amamantar o no y no este condicionada por este sistema que se esfuerza a diario en hacernos creer que es una responsabilidad individual y no social.