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Música / Rock. Shane Mac Gowan: crónica de una muerte anunciada

Luego de una prolongada agonía, falleció en Dublin a los 65 años el cantautor irlandés que fundó la mítica banda The Pogues.

Viernes 1ro de diciembre de 2023 14:07

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Portador de una voz tan imperfecta como humana, poeta de la calle como pocos, Shane Mac Gowan estuvo dotado de luz necesaria para brillar en los márgenes del pop inglés. Nacido ocasionalmente en las afueras de Londres y criado en el ámbito rural de Tipperary, al sur de la República de Irlanda, tuvo el talento suficiente para conjugar de manera musical y poética realidades tan disímiles.

Como un designio irónico, el pequeño Shane vio la luz de este mundo en la navidad de 1957 en un pequeño suburbio al sudeste de Londres. Hijo de migrantes irlandeses, la familia decidió volver a su Tipperary natal, donde se crio y vivió hasta los 16, cuando decidió probar suerte como ciudadano de segunda en una Londres hostil para los católicos irlandeses.

Desde su primera infancia, Shane Mac Gowan mamó la tradición irlandesa: la poesía, el cancionero y toda la liturgia del catolicismo republicano. Y por qué no, la bebida. Así se moldeó como artista, pero también como practicante de esa libertad sin consecuencias, donde “todo está permitido si hay arrepentimiento”, que lo coronó como bohemio y hedonista, pero principalmente como un joven rebosante de talento.

Una vez en la capital inglesa, se hizo con una beca para estudiar en Westminster, de donde fue separado al poco tiempo de ingresar por traficar anfetaminas junto a sus colegas de travesuras. Internado en una institución psiquiátrica por una crisis nerviosa, salió para transitar las calles de las zonas más ásperas de Londres, justo en tiempos donde la guerra contra el IRA lo convertía en menos que un ciudadano de segunda. Ese derrotero fue el que lo depositó sin escalas en la incipiente escena punk londinense.

El joven Shane entendió que la revolución juvenil en proceso era el ámbito ideal para explotar su voz rebosante de personalidad y vigor, además de sus dotes de poeta maldito. Tributario de crooners como Scott Walker, Serge Gainsbourg o hasta Leonard Cohen, su garganta rasposa y su pluma febril fueron su sello distintivo. Rápidamente encontró cobijo en el célebre contingente Bromley, esa pandilla de seguidores de los Sex Pistols originado en los suburbios de Londres, no muy lejos de su barrio. Junto a Siouxie Sioux, Steve Severin, Billy Idol y Sue Catwoman entre otros, Shane Mac Gowan se hizo un nombre dentro de la escena, hasta que se pudo emancipar y pasar a la acción con su grupo The Nipple Erectors (Los erectores de pezones) o simplemente The Nips, un combo de jóvenes que buscaba canalizar musicalmente la frustración de una Inglaterra que se preparaba para recibir el mandato neoconservador de Margaret Thatcher. Todavía en estado germinal, los Nips facturaron canciones como “Pissed off” (“”Enojado”) o la autobiográfica “Nervous wreck”, muestra de un punk rock genérico y con algunos lugares comunes, pero donde ya destaca una voz cargada de mugre y sentimiento. La experiencia no duraría más que un puñado de simples, pero sirvió para romper el hielo creativo.

En 1982, Shane Mac Gowan decidió dar rienda suelta a las posibilidades artísticas abiertas por el punk y formó The Pogues (originalmente Póg mo thóin en irlandés, es decir Bésame el culo), un combo anglo irlandés compuesto por fans de la música tradicional irlandesa. Decididos a interpretar parte de ese rico cancionero, The Pogues se animan de a poco a proponer piezas propias, con instrumentaciones folklóricas ajenas al rock’n’roll: flautas, mandolinas, gaitas, acordeones, etc. Shane Mac Gowan se reveló a su vez como un gran compositor (casi todas las canciones de la banda son de su autoría) y multiinstrumentista autodidacta.

The Pogues inauguraron su carrera discográfica en 1984 con Red roses for me. Si bien el disco carece de una producción adecuada y una identidad definida, alcanza como carta de presentación. Destacan las canciones propias por sobre las versiones, con delicadas piezas como “The auld triangle”, “Boys from the county hell” (en ese momento yo trabajaba para un propietario / el bastardo más malo que jamás hayas visto / perder un solo centavo le causaría un dolor terrible / era un idiota miserable y una puta bastarda / préstame diez libras / te invito a un trago / madre despiértame temprano en la mañana) o “Dark streets of London”.

Sería su segundo disco de 1985 el que les trajera reconocimiento artístico. Producido por Elvis Costello, Rum, sodomy and the lash supo exhibir todo el potencial de The Pogues y terminar de definir la propuesta musical del grupo, con arraigo en la tradición popular irlandesa y la esencia rebelde y enérgica del rock. El trabajo de Elvis Costello dejó un sonido pulido, composiciones sólidas y un concepto estético más definido: ejemplo de ello son la beoda “Dirty old town” (conocí a mi amor junto al paredón de la fábrica de gas / soñé un sueño junto al viejo canal / besé a mi chica junto al paredón de la fábrica / vieja y sucia ciudad / vieja y sucia ciudad), el punk folklórico de “The sick bed of Cuchulainn” o la trasnochada pendenciera “Pair of Brown eyes”, además de las interpretaciones de “The band played waltzing Matilda” con sus ropajes antibelicistas y “I’m a man you don’t meet every day” a cargo de la bajista Cait O’Riordan (luego esposa de Elvis Costello).

La cima del éxito artístico y comercial llegarían de la mano del tercer álbum de 1988, If I should fall from grace with god, donde ya se mueven con soltura en los límites de un género propio. La canción que abre y da título al disco (esta tierra siempre fue nuestra / era la tierra orgullosa de nuestros padres / nos pertenece a nosotros y a ellos / a ninguno de los demás / déjenlos ir, muchachos, déjenlos ir / déjalos hundirse en el barro, donde todos los ríos se secan) se consagró como uno de los himnos de The Pogues, como también “Turkish song of the damned” o la celebración navideña de “Fairy tale of New York” en un dueto inolvidable con Kirsty MacColl. También fue memorable la colaboración con el grupo folklórico irlandés The Dubliners, con quienes interpretaron el clásico “The irish rover”.

A partir de aquí, la banda vio consolidada su propuesta musical y se animó a explorar sonidos más accesibles y cercanos a las demandas de la industria, que ciertamente veía un potencial comercial en The Pogues. El agotamiento creativo coincidió con los excesos de Mac Gowan, a quien se lo podía ver cada día más deteriorado debido al consumo desmedido de alcohol, y sólo pudo completar dos álbumes más para luego ser separado de su propia banda luego de caer de un coche en movimiento en Japón y quedar en coma por tres días. Ni siquiera su remplazo por Joe Strummer (quien fuera vocalista y guitarra rítmica de The Clash, NdeE) para la gira europea de 1990 pudo revertir el destino de la banda. Mientras tanto, la salud de Shane Mac Gowan sólo le permitía aceptar algunas de las numerosas invitaciones para colaborar con su voz, a esta altura deteriorada y potenciada en partes iguales por el alcohol: Nick Cave intentó rescatarlo en 1992 con un memorable EP de tres canciones, donde interpretan a dúo “What a wonderful world” de Louis Armstrong y Shane canta “Lucy” de los Bad Seeds mientras Cave hace lo propio con “Rainy night in Soho” de The Pogues.

Vendría un disco solista con su nueva banda The Popes, donde se puede encontrar la participación de Sinead O’Connor en “Haunted by you” como lo mejor post Pogues que haya hecho Mac Gowan. Luego, el ostracismo y el exilio forzado. La rehabilitación le permitió participar de sendos conciertos de reunión con sus ex compañeros de ruta a principios de los 2010, pero su estado de salud nunca dejó de ser frágil. A pesar de contar con la compañía y apoyo de su esposa Victoria Mary Clarke y de su familia, la decadencia física nunca dejó de avanzar hasta romperse la cadera en una caída doméstica que lo dejó en silla de ruedas. Finalmente, el diagnóstico de una encefalitis en 2022 lo sentenció a una agonía que recién cesó ayer, pacíficamente en compañía de su familia.

Shane Mac Gowan nunca dejó de ser un artista comprometido con la vida a su alrededor y su voz pasó a la posteridad como fruto de la Irlanda libre y popular: su poesía supo describir la realidad de su pueblo sin recurrir a panfletos partidarios. Su maltratado cuerpo ya descansa en paz y su obra sobrevivirá a las generaciones venideras, que tendrán en su poesía y sus canciones un refugio para la vorágine de los tiempos presentes y futuros.