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Red Internacional
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Música / Rock. Skay y el rock del rico Luna Park

El legendario guitarrista tocó por primera vez en El Palacio de los Deportes y dejó su huella para siempre en uno de los recintos sagrados de la cultura rock argentina, a punto de cerrar por tiempo indefinido para refacciones.

Juan Ignacio Provéndola @juaniprovendola

Sábado 8 de junio 20:00

Fotos: Nacho Arnedo @nachoarnedo.

Fotos: Nacho Arnedo @nachoarnedo.

Después de cinco décadas de carrera (casi la mitad de ella como solista), Skay Beilinson debutó en el Luna Park en un momento adecuado. Es que a sus 72 años el Flaco sigue en buena forma frente a las exigencias de los vivos (que son muchos desde la salida de Espejismos, su octavo y último disco). Y es, acaso la última posibilidad de hacerlo: el Palacio de los Deportes cerrará a partir de diciembre por tiempo indeterminado, en principio para someterlo a refacciones.

Skay y Los Fakires no tocaban en Buenos Aires desde el 15 de diciembre de 2022, cuando regresó al Movistar Arena después de su estreno en esa sala de Villa Crespo en noviembre del 2021. El tour por su último álbum había iniciado el 4 de noviembre del año pasado en La Trastienda de Montevideo y luego continuó con una cartografía trepidante desde La Rioja y Tucumán hasta Puerto Madryn y Ushuaia, mientras que después del Luna volverán a Montevideo y tendrán dos escalas fuertes: Atenas de Córdoba y Regatas de Corrientes.

La coqueta Plaza Roma del barrio de Retiro comenzó a llenarse de personas, banderas, bebidas, puestitos y liturgia entre los edificios espejados del Consulado de Japón y la Torre Bouchard Plaza. Todo estaba presto para una noche en el rock del rico Luna Park, otra medalla para el Flaco después de haber llenado varias veces otras salas emblemáticas del circuito rock porteño como Obras, el Microestadio Malvinas Argentinas y el propio Movistar.

Agotadas las localidades desde varias semanas antes, mucha gente se acercó a tentar la suerte y, de mínima, participar en la fiebre callejera de la víspera al show en una plaza que, al menos por una noche, bien podría haberse rebautizado Nueva Roma.

A las 22 en punto, Skay y Los Fakires tomaron posiciones para un show histórico, un nuevo hito en el largo periplo de este peregrino del rock que, como cantaba su gente en el antes y el durante, es el “corazón de Patricio Rey”.

Una tríada poderosa dio arranque a una noche breve pero concisa: “Arcano XIV”, “Aves migratorias” y “Tal vez mañana” dieron rienda al actual perfil de Skay, más concentrado en su performance como cantante. “¡Hola, terrícolas!”, fueron las primeras de las pocas palabras que esbozó el guitarrista, más esmerado en que hablen por sí mismo sus canciones.

Recién por la mitad del repertorio llegó la primera evocación a Los Redonditos de Ricota y, por lo tanto, el primer tema de Patricio Rey que suena en la historia del Luna Park a cargo de uno de sus autores: “Todo un palo”. Poco después, uno de los pocos repasos de Espejismos: “Inventario”.

Después de un breve descanso, los Fakires volvieron al escenario con este formato minimalista y granítico completado por Joaquín Rosso en segunda guitarra, Leandro Sánchez en batería (que tocó en la misma noche de su cumpleaños, tal como aclaró Skay) y el bajista Claudio Quartero, hijo de La Negra Poli, compañero de Beilinson desde la primera hora solista luego de reportar en tareas de producción durante los tiempos de Los Redondos. “Se viene la segunda”, arrió el Flaco.

“A ver si se acuerdan de esta”, anticipó después Skay, dando lugar a un crepitar de emociones y expectativas. Lo que sonó fue el fraseo introductorio de “Superlógico”, un rescate de la primerísima hora de Los Redondos (grabado no solo en Gulp!, sino también en el demo del grupo de 1982) que luego fue enganchado con “Todo un palo” a través del intermezzo de “La Bestia Pop” tomado de “That is the Desert”, la canción de la película Lawrence de Arabia: el mismo que grabó Willy Crook con su saxo e inspiró el famoso “vamo’ lo’ redondo’”.

“Oda a la sin nombre”, el primer himno de Beilinson solista (cuando su banda aún no se llama Los Fakires sino Los Seguidores de la Diosa Kali), fue la única escala de A través del mar de los sargazos, su opus debut de tiempos Skay. Una bella balada que todavía sigue despertando emociones y evidencia la transición del sonido ricotero desde Los Redondos hacia su avanzada personal.

Al otro lado del tiempo, “Yo soy la máquina” y “¡Corre, corre, corre!” completaron las visitas del último álbum, apenas tres, antes de la primera despedida con “Lejos de casa”, y el regreso a la carga de una versión personal de “Ji, ji, ji” que despertó coros mientras Skay compartía el solo con Leandro Sánchez y reposaba su voz para que la tome como propia el público.

“El golem de la Paternal” y “Flores secas”, de su segundo disco Talismán de 2004, fueron las tuercas finales para el cierre de una velada que se aproximó a las dos horas y le permiten a Beilinson seguir dándole continuidad a una leyenda viva, acaso la última del rock argentino criado en los 70’ que sigue en forma y en pie frente a los avances de otros estilos que suman masividad, pero nunca harán carne en el sentimiento popular como lo logra el espíritu incólume de Patricio Rey.