La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, mueve ficha para estas elecciones ganarse el voto joven y pacta junto con las burocracias sindicales de CCOO y UGT el “Estatuto del Becario” del que se venía hablando desde el principio del gobierno pero ¿qué nos ofrece a los jóvenes trabajadores?
Viernes 16 de junio de 2023
Las burocracias sindicales y Yolanda Díaz como representante del Ministerio del Trabajo y vicepresidenta segunda del Gobierno central firmaban ayer, jueves 15 de junio. El acuerdo no cuenta con muchos apoyos entre los socios de gobierno. PNV, ERC o EH Bildu se han posicionado en contra. Esta falta de respaldo es lo que pone en duda su aprobación a lo que los líderes sindicales de CCOO y UGT piden el apoyo de los sectores “progresistas” del parlamento. El estatuto tampoco ha contado con el apoyo de la CEOE-Cepyme.
Este estatuto es presentado a los jóvenes como la consolidación de un “círculo de empleo de calidad” por la propia ministra y que puede “arrojar luz sobre las sombras de la precariedad”, ¿es esto así o se trata de una artimaña electoral para engañar a la juventud y pintar de progresismo el mal menor las próximas elecciones?
Las prácticas seguirán sin estar remuneradas
El principal problema de las prácticas es que decenas de miles de estudiantes trabajan durante meses, algunos varios años, sin recibir ningún tipo de remuneración. Sobre esta situación el Estatuto del becario de Yolanda Díaz supone una continuidad respecto a la situación actual.
Según el texto no será obligatorio asignar un salario a los estudiantes. Solo se obligará a cubrir los gastos de los becarios por la realización de sus prácticas, "tales como gastos de desplazamiento, alojamiento o manutención". Pero esto es una absoluta generalidad y en última instancia una sugerencia. El estatuto no regula esos gastos por lo que con toda probabilidad no serán abonados o lo harán muy a la baja. Además, las empresas no tendrán que abonar esta compensación en caso de que se cubran mediante otras ayudas o becas. Por esto, los jóvenes de clase trabajadora que obtengan becas para estudiar no podrán recibir esa remuneración por gastos de manutención. Es todo un despropósito tratar de vender esto como un avance para los jóvenes en prácticas.
La realidad de los jóvenes hijos de trabajadores en el Estado español es dramática. Unos de cada cuatro trabajadores jóvenes está en riesgo de pobreza (datos del Consejo de Juventud de España), el 85,7% de los jóvenes entre 16 y 29 no pueden independizarse y la tasa de paro juvenil es del 30%. Los jóvenes trabajadores en prácticas sufren también las consecuencias de la inflación, no pueden independizarse como una gran mayoría de trabajadores jóvenes y no cotizan durante los meses o años que están trabajando gratis para grandes empresas que engordan sus beneficios millonarios o en sectores públicos infrafinanciados en favor de los presupuestos militares
En un ataque de generosidad además de la manutención y el trasporte también han incluido el derecho a vacaciones y descansos para los becarios, vamos, lo que se conocen como los derechos mínimos de cualquier otro trabajador, que si bien necesarios para los becarios, no corresponde a un avance de éstos sino al reconocimiento como trabajadores “de verdad”.
Las empresas seguirán tirando de becarios para cubrir puestos de trabajo
En cuanto a qué significa este estatuto para las empresas, se pondrá una limitación a las para que “solo” un 20% de los trabajadores sean becarios, significando que un 20% de los trabajadores de las empresas que traten con el ministerio de Educación y Universidades, es decir, grandes empresas y sectores estatales como educación, administración o sanidad podrán tener un quinto de su plantilla por un precio mínimo, el mínimo para su supervivencia.
Sería por esto último que las empresas han rechazado públicamente el estatuto, lo que podría significar que no sea aprobado por este gobierno al servicio de las grandes empresas y que velan por sus intereses como expresaba Yolanda Díaz ante este rechazo: “lamento mucho que por razones difícilmente comprensibles hoy no esté aquí la patronal española”, ha reconocido Yolanda Díaz. Lamento comprensible teniendo en cuenta la buena relación entre la ministra y la patronal que firmaron la reforma laboral que revalidaba décadas de precariedad impuestas por los anteriores gobiernos.
Los rectores también rechazan el Estatuto
La Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (Crue) también se oponen al estatuto así como al derecho de que durante los meses o años podamos cotizar como becarios. Esto último fue un cambio que introdujo la reforma de las pensiones y que retoma el estatuto del becario que será de aplicación desde el próximo mes de octubre. Con este cambio los estudiantes en prácticas cotizarán a la seguridad social aunque no cobren un salario. Pero lejos de ser de un cambio para la situación de los becarios esta cotización tienen unos enormes límites ya que no se dará en las mismas condiciones que un trabajador, sino con algunas condiciones especiales, por ejemplo no se cotizará por desempleo. Esta cotización además correrá a cargo de la entidad que financie el programa formativo, es decir del centro educativo y las empresas tendrán un 95% de deducción en las cuotas por contingencias comunes. Esto quiere decir que las empresas no pagarán nada, el Estado se hará cargo de esta cotización mientras quien se beneficia del trabajo de los estudiantes son los empresarios. No sorprende por tanto que, la universidades públicas en las que las empresas privadas tienen un gran papel de decisión, evidentemente se opongan a cualquier mínimo cambio de un régimen que es de barra libre para empresarios.
Los becarios son también trabajadores
Al contrario de lo que declara Yolanda Díaz, no, la precariedad no desaparece ahora se va a pagar y muy barata. Este estatuto simplemente sienta las bases para que las empresas puedan mantener a trabajadores que ni siquiera cobran como otros trabajadores.
Al contrario de lo que nos hacen creer a los jóvenes trabajadores desde las burocracias sindicales y desde los partidos integrados al Régimen del 78 no podemos conformarnos con una precariedad mal pagada, mucho menos tenemos que ceder a sus chantajes progresistas para asegurarles otro gobierno del IBEX 35.
Las y los becarios tienen que seguir trabajando las mismas horas que otros trabajadores pero con una “manutención”, que en el caso de recibirla, es bastante menor pues solo cubre su mantenimiento mínimo, significando que las prácticas obligatorias en gran parte de las carreras solo puedan ser soportadas por familias capaces de mantener a sus hijos e hijas. Las y los estudiantes que tienen que hacer prácticas durante meses o años de sus carreras seguirán teniendo unos ingresos mínimos que no acaban con la precariedad solo le suben el precio.
Mientras tanto los rectores de universidades como Goyache de la Complutense entregan premios a Ayuso que habla sobre como los jóvenes no nos esforzamos y que tenemos que aprender a trabajar, cuando los jóvenes trabajamos y nos esforzamos pero para seguir muriendo de hambre.
Este estatuto lejos de suponer un avance real para los becarios supone una entrega de migajas para que nos mantengamos callados y que los estudiantes no protestemos y nos organicemos contra estas burocracias que, encima, se ríen de nuestra precariedad mientras comparten mesa con las patronales.
Ante esta situación lejos de ceder ante el chantaje del mal menor contra una derecha que pasará por encima de estas migajas para exprimirnos hasta la última gota de trabajo, tenemos que organizarnos de manera independiente a los partidos que sostienen este régimen apoyado en la precariedad. Contra la precariedad las migajas no son nada y contra la explotación de los becarios y del resto de trabajadores solo queda construir esa alternativa que la juventud trabajadora no tenemos.
Una alternativa que pelee por poner fin al concepto de “becario” y que deje claro que quien realiza un trabajo como otro trabajador cualquiera debe ser pagado como tal, que pelee por el fin de la precariedad, que luche por subidas salariales acordes con la inflación y no por debajo de ésta como hacen CCOO y UGT, una alternativa que no le ponga precio a la explotación sino que busque erradicarla.