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Mundo obrero. Teletrabajo: los monopolios de las telecomunicaciones pueden cumplir hoy con la ley

Hasta 90 días después de terminada la cuarentena seguiremos sin regulación y pagando de nuestros bolsillos lo que se ahorran las empresas con el teletrabajo. La crisis va en aumento y quieren que la paguemos las y los trabajadores. ¿Cómo lo enfrentamos?

Martes 4 de agosto de 2020 15:24

El último jueves se aprobó en el Senado la ley que buscará regular el teletrabajo, modalidad que afecta hoy en día a millones de trabajadoras y trabajadores, pero que recién será aplicada tres meses después de finalizado el aislamiento obligatorio.
Varios de los senadores que hicieron uso de la palabra hacían énfasis en que hoy es una situación particular y que la pandemia vino a visibilizar una modalidad que en nuestro país ya existía y que probablemente se intensifique una vez terminada la pandemia.

“Se trataba una ley tan importante como esta y a los que hace más de 10 años hacemos teletrabajo, nadie nos consultó. Pero a los empresarios sí.”

Quienes trabajamos en telecomunicaciones sabemos mucho de esto, ya que en las empresas en las que trabajamos, el teletrabajo existe hace más de diez años.
En Telefónica (hoy Movistar), existe desde el 2010 sin ningún tipo de regulación e incluso la empresa ni siquiera lo llama teletrabajo, sino “jornada abierta” y que hoy se generalizó a todos los sectores administrativos a partir de la cuarentena. En Telecom existe desde fines del 2009 y fue regulada mediante un acta que garantizaba que la empresa se haga cargo de los elementos de trabajo, de higiene y seguridad y de los gastos extras derivados del trabajo en casa. Pero que sin embargo fue eliminado unilateralmente de un día para el otro al poco tiempo de que la empresa se fusionó con Cablevisión (controlada principalmente por el grupo Clarín).

Mientras escuchaba a los senadores, tanto del Frente de Todos como de Cambiemos, debatiendo si debía aprobarse la ley, discutiendo sobre si se había escuchado lo suficiente a los empresarios, o destacando que los dirigentes sindicales apoyaban este proyecto, pensaba: ¿y a nosotros quien nos consultó? Porque recuerdo que, tanto el secretario general como el adjunto del sindicato Foetra, del cual soy delegada en Telecom, participaron de los debates previos a la media sanción den Diputados, pero no impulsaron ni una sola asamblea o plenario en nuestro gremio para llevar nuestra voz al Congreso.

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Mucho se escuchó decir en ambas cámaras sobre que se había escuchado a los representantes de los trabajadores. Pero la realidad es que lo que llevaron al Congreso fue su propia voz y no la nuestra, la voz de las y los que le estamos poniendo el cuerpo a la pandemia trabajando sin las condiciones mínimas en nuestras casas. Se trataba una ley tan importante como esta y a los que hace más de 10 años hacemos teletrabajo, nadie nos consultó. Pero a los empresarios sí.
Pero más allá de esta cuestión, que lamentablemente es un comportamiento sistemático de la conducción de nuestro sindicato, que decide entre cuatro paredes sin consulta a quienes dicen representar, me surgían otras preguntas. ¿No pueden hoy mismo las empresas de telecomunicaciones garantizar condiciones de seguridad e higiene? ¿No pueden hoy mismo esas empresas hacerse cargo de los gastos extras que tenemos por trabajar en nuestras casas?

Los empresarios ganan cada vez más y nos quieren dejar con cada vez menos

Hay algo de lo que pocas veces hablan los legisladores de todos los colores y las conducciones sindicales y que, justamente por eso, con mis compañeras y compañeros de la Agrupación Violeta no nos cansamos de repetirlo: estas empresas tienen ganancias multimillonarias. Al ser consideradas servicio esencial, jamás dejaron de funcionar e incluso multiplicaron sus ganancias durante la pandemia, por el mayor uso de sus servicios por parte de la mayoría de la población que está en cuarentena.
Incluso antes de que comience el aislamiento, en el primer trimestre de este año, Telefónica/Movistar ganó 460 millones de euros y Telecom 2641 millones de pesos. Héctor Magnetto (Grupo Clarín) está en el puesto 25 entre los millonarios más ricos del país en el ranking de la revista Forbes. Carlos Slim (del grupo América Móvil, que controla la empresa Claro) figura en la misma revista en el puesto 12 entre los más ricos del mundo.

Mientras ellos están hoy resguardados en sus mansiones, nosotros estamos trabajando en nuestras casas, muchos con computadoras propias. Nosotros pagamos de nuestros bolsillos el servicio de internet. Y encima se lo pagamos a ellos, porque además de ser nuestros patrones, son los proveedores del servicio de internet. También de nuestros bolsillos sale la plata para pagar la electricidad que también necesitamos para trabajar. Muchos ya vieron cómo sus facturas de luz se duplicaron o triplicaron.
Mientras ellos están cómodos en sus palacios, nosotros trabajamos con las sillas duras de madera que con suerte algunos tenemos en nuestras casas, en las mesas donde comemos, muchas compañeras con sus hijos al lado haciendo las tareas. Muchas corren entre el trabajo, la limpieza, la comida, las tareas del colegio de los chicos, el cuidado de algún padre o abuelo. Tenemos las espaldas rotas, nos duele todo. Cuando pedí a la empresa que me traigan una silla porque no daba más del dolor y además tengo la columna rectificada, me contestaron que, si quiero la silla, me la vaya a buscar yo al edificio que ellos me digan y pague yo el flete o el taxi para traérmela a casa. Y eso están haciendo con todas las trabajadoras y trabajadores que piden algo para hacer un poco más leve el trabajo en casa.

¿No pueden hoy mismo las empresas de telecomunicaciones garantizar condiciones de seguridad e higiene? ¿No pueden hoy mismo esas empresas hacerse cargo de los gastos extras que tenemos por trabajar en nuestras casas?

El jueves en el Senado, los discursos no fueron muy diferentes a los de la sesión anterior de la comisión de trabajo de dicha cámara. Los senadores de Cambiemos volvieron a levantar la voz de los empresarios, votando en contra porque, según ellos, esta ley era un exceso e iba a desalentar el teletrabajo. Cuestionaban, fundamentalmente, el derecho a la reversibilidad (o sea, que podamos decidir volver a la oficina si es necesario) y el derecho a la desconexión digital. Sí, leíste bien. Para ellos es insólito que los trabajadores tengamos un inicio y un fin de nuestra jornada laboral y les parecía razonable que los patrones nos puedan mandar trabajo a cualquier hora.
Los senadores del Frente de Todos defendieron el proyecto tal como estaba, argumentando a favor de los puntos progresivos que tiene la ley, pero perdonándole la vida a los empresarios durante todo el tiempo que dure la cuarentena (¡y 90 días más después!) y condenándonos a los trabajadores a seguir pagando con nuestro bolsillo y nuestra salud todo lo que los empresarios se están ahorrando y se van a seguir ahorrando a costa nuestra durante todo ese tiempo. Tanto se llenaron la boca diciendo que esta ley era un avance en lo que tiene que ver con los derechos de las mujeres porque toma en cuenta las tareas de cuidados (que recaen en su mayor parte sobre las mujeres) pero hoy, esas mismas mujeres, están en sus casas trabajando en condiciones insalubres, mientras se ocupan de la casa y de sus hijos y van a seguir así por un largo tiempo más, porque, como todos sabemos, la gran mayoría de las empresas no está cumpliendo con las licencias pagas para quienes tienen hijos, obligándote a trabajar igual haciendo malabares.

“Las y los jóvenes de los call centers, trabajando en condiciones terribles y cobrando un salario que es una miseria y que, como si eso fuera poco, muchos de ellos fueron despedidos en plena cuarentena por no tener una computadora o internet para poder trabajar en sus casas. Solo el proyecto original del Frente de Izquierda reclamaba su reincorporación”

Trabajo en un call center de Telecom, ahora en mi casa. Los llamados que más recibo son de usuarios que también son trabajadores como yo, que me ruegan por algún descuento para poder sostener el servicio de internet que necesitan para trabajar o para que los hijos puedan estudiar. Mientras tanto, tengo que responderles que, dentro de un mes, a partir de septiembre, su servicio va a volver a aumentar, como ya sucedió en abril de este año y a fin del año pasado.
Y tampoco puedo dejar de pensar en este momento en mis compañeras y compañeros tercerizados. Las y los jóvenes de los call centers, trabajando en condiciones terribles y cobrando un salario que es una miseria y que, como si eso fuera poco, muchos de ellos fueron despedidos en plena cuarentena por no tener una computadora o internet para poder trabajar en sus casas. Solo el proyecto original del Frente de Izquierda reclamaba su reincorporación. Pero de ellos nadie habló en el Senado. Los técnicos que cobran a producción, por lo que tienen que salir a trabajar, entrando a los hogares de los usuarios, con no más que un barbijo como protección, poniendo en riesgo su salud, la de sus familias y la de los usuarios, por unos pesos para poder comer. También pienso en las trabajadoras y trabajadores de mantenimiento o de limpieza, a quienes obligan a ir a trabajar a edificios casi vacíos y ahora les ofrecen retiros voluntarios, que son despidos encubiertos.

Tenemos la fuerza para no permitir que descarguen la crisis sobre nuestras espaldas

Y todo esto en medio de una crisis que todavía no llegó a su peor momento, pero ya que se puede ver. Porque todos los días te enterás de empresas que despiden y suspenden, a pesar del decreto que prohíbe los despidos, pero que el gobierno no hace cumplir. Porque ves como aumenta todo cuando vas a hacer las compras, porque los que no tienen nada tienen que vivir con una IFE que no alcanza ni para medio mes si tuvieron la suerte de poder cobrarla. Porque, una de cada tres empresas, ya dijeron que van a despedir trabajadores después de la pandemia.
Porque mientras esto se va profundizando para las grandes mayorías, las burocracias sindicales enquistadas en sus sillones, dejan pasar el ajuste sin mover un dedo. Por eso, para que no descarguen como siempre la crisis sobre nuestras espaldas, organizarnos es la clave. Organizarnos y confluir con todos los sectores que quieran enfrentar el ajuste, porque en las crisis nadie se salva solo. Tenemos que construir fuertes oposiciones en los gremios para reunir la fuerza para imponerle a las burocracias que salgan a enfrentar el ajuste. Tenemos que discutir de la forma más amplia y democrática para salir todos juntos a pegar con un solo puño contra quienes quieren que paguemos la crisis. Eso es lo que queremos hacer desde la Agrupación Violeta.

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Eso queremos debatir con todas las compañeras y compañeros que vean que la salida tiene que ser a favor de las trabajadoras y trabajadores y no de los empresarios que siempre caen de pie, mientras millones se hunden en la miseria. Es la propuesta que extendemos a todas las agrupaciones combativas y antiburocráticas de los sindicatos de las telecomunicaciones, las que no están con los que nos quieren ajustar ni con los que miran para otro lado y a las compañeras y compañeros con los que dimos muchas peleas en común en busca de recuperar las organizaciones sindicales para que estén al servicio de las y los trabajadores.
Por eso, este 8 de agosto llamamos a todas y todos los trabajadores de las telecomunicaciones del país, efectivos y tercerizados, dentro o fuera de convenio, de todos los gremios, a reunirnos en forma virtual, y debatir cuál es la mejor salida para nosotros.