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Red Internacional
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PANDEMIA Y 4T. Tercera ola de Covid-19: La juventud y los trabajadores los más golpeados

La tercera ola de Covid-19 que está azotando a la juventud y a la clase trabajadora mexicana se recrudece ante las consecuencias que genera la reactivación económica que impulsó el gobierno federal, anteponiendo las ganancias de los empresarios a la salud y bienestar de los mexicanos.

Miércoles 28 de julio de 2021

En los últimos días, los medios de comunicación han informado el aumento de contagios y muertes por Covid-19, respecto a semanas previas. Los más afectados por la tercera ola son los jóvenes de 18 a 30 años y los niños. Según la Secretaría de Salud se registraron 17 mil 408 casos recientes, siendo la mayor cifra dada a conocer en los reportes diarios desde finales de enero. De acuerdo con la tendencia de casos hubo un aumento del 18% entre las semanas 27 y 28 del año. En este sentido, se confirmó el fallecimiento de 484 personas hasta el cierre del sistema el 27 de julio.

La otra cara de la moneda ha sido la necesaria campaña de vacunación impulsada por el gobierno federal, para cubrir, con al menos una dosis, a toda la población mayor de 18 años. Si bien esta medida es urgente, se da en el marco del reinicio total de las actividades económicas y laborales. Esto último está ocasionando que los contagios sean mayores a los previstos para contener por el sistema de salud y pone en riesgo, como estamos viendo, muchas más vidas.

Ante esta situación, el primer problema que subyace consiste en que las actividades económicas se han normalizado casi en su totalidad. La cuestión aquí es que la mayoría de los trabajadores son jóvenes que apenas cuentan con una sola y reciente dosis, o ninguna, es decir, no tienen la protección inmunológica completa, pues para que esta sea efectiva se requieren las dos dosis del antígeno y que transcurran algunas semanas para que el cuerpo generé anticuerpos.

Entonces, lo que se debería hacer el gobierno para que no se agrave la situación, es disminuir las actividades y solo dejar en función aquellas que sean esenciales. En este sentido, se podría cuestionar que si los trabajadores no laboran no comen, pero como ya hemos desarrollado antes en este mismo diario, existen los recursos materiales suficientes para que la mayor cantidad de personas guarde cuarentena, pero, una medida como esta, implicaría golpear las ganancias de los grandes empresarios, lo cual el gobierno de la 4T no está dispuesto hacer.

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La segunda problemática consiste en el acaparamiento de las vacunas. Los países imperialistas y ricos siguen acaparando las vacunas y defendiendo con uñas y dientes las patentes, y justo lo que ahora se necesita, y con urgencia, es la liberación de las patentes para que en cualquier parte del mundo se puedan producir las vacunas necesarias que eviten que miles sigan pereciendo por el virus.

Recordemos que, mientras en los países más ricos la vacunación alcanza un porcentaje superior al 50% de la población, en los más pobres, ese número se puede reducir al 1% del total. Mientras no se inmunice a la mayoría de los habitantes de la tierra, la pandemia no desaparecerá, incluso, puede empeorar porque el virus está en posibilidad de mutar y provocar la pérdida de eficacia de los medicamentos ya creados.

Se debe sobreponer el bienestar de la humanidad sobre las ganancias de las grandes transnacionales farmacéuticas y sus gobiernos.

En el caso mexicano, observamos una tendencia que privilegia las actividades económicas. Por ejemplo, hace unos días, Andrés Manuel López Obrador declaró que “Llueve, truene o relampaguee se abrirán las escuelas”. Esta actitud brutal contra la juventud mexicana calla que los menores de edad no están protegidos contra la enfermedad, que un alto porcentaje de las escuelas públicas están abandonadas y carecen de los servicios básicos como el agua, que los espacios cerrados son los lugares más propicios para contagiar al patógeno, etc.

Esta política tiene como fin, por un lado, reactivar por completo a la economía, como decíamos anteriormente, y por el otro, aparentar una normalidad que no existe pero que la población necesita para acompañar las políticas económicas de la 4T.

Igualmente, no se dice que la precariedad laboral, en la que viven la mayoría de los jóvenes mexicanos, agrava las consecuencias de la pandemia, pues al no contar con seguridad social y salarios dignos, contraer la enfermedad implica sufragar todos los gastos de parte de la juventud y sus familias, lo que abre la puerta a mayor cantidad de fallecimientos porque las nuevas variantes se han demostrado más agresivas en este sector de la población.