El Gobierno arremete contra las trabajadoras y los trabajadores aeronáuticos declarando la esencialidad del servicio y atacando el derecho a huelga.
Lunes 16 de septiembre 13:31
En los aeropuertos de todo el país se está dando una batalla muy importante contra el gobierno derechista de Milei. No sólo atañe a los aeronáuticos. Claro que ellas y ellos son los protagonistas y principales afectados en ésta situación. Pero se libra un pelea que nosotros llamamos “testigo”, una pelea política donde se sienta el precedente de lo que vendrá. Lo decimos con claridad porque es parte de la pulseada que existe entre el gobierno (y todos sus secuaces de distintos colores políticos, panqueques, traidores, dialoguistas y mercenarios incluidos), contra todo el movimiento obrero y popular.
Veamos por qué: el salario congelado devorado por la inflación es un problema nacional, de toda la clase trabajadora. Ni que hablar entre los trabajadores informales, que ni siquiera tienen recibo de sueldo. El gobierno puso el foco sobre los trabajadores de Aerolíneas Argentinas para intentar darle una derrota a todos los trabajadores, mediante el disciplinamiento de los aeronáuticos, que vienen reclamando porque tienen el salario congelado hace un año.
En segundo lugar, quieren desarticular cualquier tipo de organización contra el ajuste mandatado por las grandes patronales y el FMI. Y por eso cuestionan con Sturzenegger a la cabeza el derecho a huelga. Para eso también cuentan con la impagable (o pagable) ayuda de los Bernardo Neustadt de esta época, como el inefable Fantino, que hizo lo suyo primero contra los aceiteros de su provincia que le cerraron la bocaza con un triunfo, y ahora carga contra los aeronáuticos con decenas fakes semanales. Nos llaman extorsionadores, salvajes, privilegiados a los mismos que aplaudían en plena pandemia por traer las vacunas desde China y Rusia, y repatriar miles de argentinos desde todas partes del mundo, mientras se cerraban los aeropuertos. Por eso suspenden, sancionan y despiden a pilotos de APLA y los tercerizados de GPS desde principios de año. El mensaje es para generar miedo y parálisis. Lo propio hacen con los jubilados, a los que reprimen una vez por semana en el Congreso. También atacan a las y los estudiantes universitarios, vetando la suba del presupuesto que habían votando tanto Diputados como el Senado de la Nación. Mientras le dan enormes beneficios a los grandes empresarios, esos son montos muy bajos, igual que los 17 mil pesos que le quitaron a nuestros jubilados).
En tercer lugar, está la defensa de la soberanía nacional frente a los fondos buitres y los especuladores de todo pelaje. El Gobierno ya quiso votar la privatización de Aerolíneas en la ley ómnibus y después en la ley bases, y fracasó en ambos intentos. Sin embargo hoy vuelve a insistir de la mano del PRO, como extorsión para que los trabajadores acepten las paritarias cero. Todo al servicio del déficit cero, o sea de tener los dólares (que por más ajuste que intenten imponer no aparecen) para pagar la deuda y para financiar la fuga de la que viven los bancos y las multinacionales que están llevándosela en pala. Esa fuga es continuidad de gobiernos anteriores. Nos quieren callados y quejándonos desde nuestras casas, mientras saquean el país una vez más.
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Dato mata relato
Semanas estuvieron diciendo que los pilotos ganaban más de 10 millones de pesos por mes; que pelean para tener un remis; el día de cumpleaños libre y pasajes ilimitados en primera clase. Todas mentiras.
Hace algunos meses, Nicolás Posse, el ex jefe de Gabinete, había presentado un informe de mil páginas sobre la línea aérea estatal a pedido de los senadores. En el mismo no se sostiene ninguna de las mentiras esparcidas por los medios y por sus ministros en estas semanas. A pesar de hablar de sueldos en bruto (lo que es engañoso porque omite el 35% de descuento promedio que hay que hacerle para saber el sueldo de bolsillo), tiene que admitir que los trabajadores de tierra, que son aproximadamente el 50% de la dotación de Aerolíneas, cobran por debajo del millón de pesos. Es decir menos que la canasta básica (hoy en $930.000) y muchos están abajo de la línea de la pobreza.
Los tripulantes, que son un poco más que 2000 para 81 aviones y cientos de vuelos diarios, cobran muy poco por encima del millón. Lo mismo podemos decir de los técnicos. En el caso de los pilotos, que es de los que hablan porque son el mejor convenio en el aeropuerto, el 80% cobra por debajo de los 2 millones y medio de pesos, incluso teniendo décadas de antigüedad volando. Un salario que está muy atrás frente a sus pares regionales y ni que hablar si hablamos del mundo.
Si hablamos del call center de Aerolíneas, hay trabajadores que cobran menos que 500 mil pesos y los maleteros, que llegan a cargar 10 mil kilos de equipaje y carga por día en su categoría más baja, apenas llegan a los 650 mil pesos.
Aquí están los supuestos privilegiados que están denunciando los senadores que cobran sueldos de 9 millones de pesos por encima de la mesa.
Con una inflación galopante -más allá de la contabilidad creativa del ministro de Economía- que carcome los salarios de los millones de trabajadores día a día, las ofensas contra los trabajadores de Aerolíneas que se levantan contra el ajuste a sus bolsillos tenemos que tomarla como una ofensa para todos los trabajadores.
El derecho a huelga en cuestión
Lamentablemente tenemos que decir que el ataque al derecho elemental de protestar para los trabajadores aeronáuticos no es nuevo ni mucho menos. Da la casualidad que siempre se pone en cuestión con argumentos muy similares nombrando como “rehenes” a los pasajeros, que parecen sufrir el síndrome de Estocolmo porque apoyan a sus supuestos secuestradores.
No es casualidad que estos ataques siempre sean en momentos donde lo que está en juego no es sólo el salario sino la línea aérea de bandera o, en este caso, todas las empresas estatales. Hagamos memoria: en 1992 los trabajadores de Aerolíneas peleaban con paros como los de hoy contra los despidos, los retiros y la pérdida del convenio que era parte del vaciamiento de la empresa Iberia que se había hecho del control de nuestra línea aérea estatal. En ese momento, el gobierno menemista amenazaba a los trabajadores con la ilegalidad reglamentando la huelga.
En el 2001, ya con Marsans al frente y el vaciamiento en su etapa definitiva, las medidas de fuerza que llevaron los trabajadores adelante con un importante apoyo de la sociedad y de miles de trabajadores de otros sindicatos, fueron la fuerza necesaria para salvar Aerolíneas Argentinas de la desaparición. De ahí surgió la consigna de Aerolíneas Argentinas somos Todos. En ese momento también se amenazaba a todos los gremios con quitarles la personería declarando la huelga ilegal y a los trabajadores como “salvajes”. Los vaciadores españoles que terminaron presos, en cambio ellos sí que eran “civilizados”.
En 2011, frente a una nueva crisis de la línea de bandera, Cristina decretó la devolución del control del tránsito aéreo a los militares para prohibir el derecho a huelga a los controladores que ahora son parte del sindicato ATEPSA. En el mismo momento se amenazaba nuevamente con quitar la personería a APTA (mecánicos) y APLA (pilotos).
Hoy estamos ante una nueva andanada con el decreto que declara esencial el servicio aeronáutico, pero no a los trabajadores, por eso regimenta que sólo el 50% podría parar en caso de medidas de fuerza, similar a lo que le quieren imponer a los docentes a los que les “permite” parar sólo al 25% de los docentes agremiados.
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Hay fuerzas para ganar y no vienen del cielo
Los aeronáuticos demostraron que tienen la capacidad y la predisposición para ganar esta pelea política que plantea el gobierno porque saben que de ello depende no sólo su salario, sino también sus puestos de trabajo, porque el plan de vaciamiento y desfinanciación si o si avanza con despidos. Para desatar toda la fuerza que está contenida entre los trabajadores de Aerolíneas creemos que es muy importante la unidad de todos los sindicatos aeronáuticos, haciendo asambleas que convoque a la mayoría de los trabajadores a discutir en común el plan de lucha y una estrategia que unifique. Las asambleas desde abajo que surgieron tanto en los hangares de EZE y como en Intercargo EZE son un ejemplo de la predisposición que existe entre los trabajadores de base. Que esta semana se hayan pronunciado todos los sectores del gremialismo también es importante. Pero el compromiso de la CGT, las CTA y los grandes sindicatos con la lucha de Aerolíneas tiene que ser efectivo. No alcanzan solo las declaraciones. Es necesario poner de pie una Comisión nacional en defensa de Aerolíneas Argentinas y de sus trabajadores y trabajadoras que garantice una gran lucha para ganar.
Los estudiantes que ya demostraron el poder que tienen ganando las calles de a millones, tienen que ser parte fundamental de las comisiones que se levanten en cada lugar en apoyo a los trabajadores de Aerolíneas.
El plan del gobierno tiene ganadores claros que son las Low Cost (las que ya están en los”cielos abiertos” de nuestro país y las que están al acecho para aprovechar el mercado que deje Aerolíneas quebrada por sus propios dueños (hoy ARSA tiene aproximadamente el 70% del mercado interno) y los empresarios amigos como Eurnekian. Por eso creemos que es muy importante afectar los intereses de esos empresarios en las próximas medidas de fuerza.
Desde la Comisión Interna de GPS y los despedidos peleando por su reincorporación, que venimos siendo parte de la primera línea en defensa de Aerolíneas Argentinas, nos ponemos a disposición para dar esta pelea en unidad con todos los trabajadores efectivos porque para nosotros es una misma lucha.