Tanto la tormenta que azotó Bahía Blanca y la PABA con un saldo enorme de muerte y destrucción, como la crecida del Río de la Plata son fenómenos mucho más probables por el calentamiento global, según la evidencia científica. Gobiernos y Estado tienen que garantizar recursos para la mitigación y dejar de ampliar la matriz fósil.
Jueves 21 de diciembre de 2023 15:42
El domingo fue una tormenta con una magnitud histórica con vientos de más de 100 km por hora y fuertes lluvias que azotó la provincia de Buenos Aires el domingo, en particular la ciudad de Bahía Blanca, con un saldo mortal de 15 personas fallecidas, decenas de heridos y evacuados, daños en el tendido eléctrico, destrozos en las calles, viviendas, inundaciones, miles de familias evacuadas. Casas sin techo, cortes de luz y árboles caídos fueron parte de los postes en los barrios populares de la Matanza, zona sur y noroeste del GBA, entre otros, y en la Ciudad de Buenos Aires se vivieron situaciones de peligro para asistentes en actividades al aire libre y trabajadores en aeropuertos, más de cien vuelos cancelados.
El presidente viajó camuflado de militar a Bahía Blanca solo para dar un discurso motivacional apelando a la “resiliencia” de los propios afectados y culpar a la naturaleza. Por el lado del gobierno de la CABA, no se tomaron las medidas necesarias a pesar de las alertas tempranas, lo que hizo puso en peligro a trabajadores y asistentes a eventos y el aeropuerto y Alberto Carita, director de Defensa Civil de la Ciudad, llegó a reivindicar bochornosamente ese accionar en TN.
A su vez, el lunes llegó el turno de una crecida de proporciones históricas del Río de la Plata, que alcanzó alturas superiores a los tres metros y medios sobre su altura habitual a lo largo de la costa, llegando a 4 metros en la zona de Rosario.
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El Río de la Plata oscila generalmente entre entre los 0,30 a 1,29 metros, con sus mayores alturas registradas en abril de 1940 (4,44 metros), y noviembre de 1989 (4,06 metros). La del lunes fue el mayor registro en más de 10 años, superando al anterior, de 2010 (3,58 metros), ocasionando anegamientos y evacuaciones en el AMBA a lo largo de toda la costa, en particular en la zona de Ensenada y Berisso. Los más afectados son también los sectores populares.
¿Fenómenos climáticos inesperados?
Para la tormenta, el Servicio Meteorológico Nacional había emitido una alerta naranja que no fue tenida en cuenta por los diferentes gobiernos, que no tomaron medidas preventivas ni cumplieron los protocolos de seguridad. El Centro de Prevención de Crecidas del Servicio de Hidrografía Naval (SHN) también había alertado este lunes sobre una "gran crecida" del Río de la Plata, pero la infraestructura de las zonas costeras tampoco está preparada.
La inacción de los gobiernos y el Estado va acompañada por la invocación a desastres “naturales”, eventos únicos, imposibles de prever pero, ¿esto es así? De ninguna manera, se trata de fenómenos catastróficos pero esperables en un contexto de calentamiento global, tal como advierten especialistas en base a la evidencia científica, lo que transforma a estas tragedias, tomando a Engels, en verdaderos “crímenes sociales”, “climáticos” -podríamos agregar en estos casos-, en tanto los mismos gobiernos y Estados que contribuyen a provocarlas –a todo nivel– no preparan a la población para las consecuencias.
Basta leer lo que dice el sexto informe del Panel Climático de la ONU (IPCC) respecto a las previsiones para esta zona del planeta teniendo en cuenta el nivel de calentamiento global actual (aproximadamente 1,1 grados sobre la media del período 1850/1900). El mismo cuenta con un apartado referido a los “Impactos, adaptación y vulnerabilidad”, que reúne la evidencia científica para cada zona del planeta. El centro y noreste de Argentina está delimitado en la zona Sudeste de Sudamérica, para donde los estudios señalan:
- “Se observó con alta confianza un aumento en la intensidad y frecuencia de los extremos cálidos [...] Sobre el sudeste de Sudamérica, la mayoría de las estaciones han registrado un aumento de las precipitaciones anuales, atribuible en gran medida a cambios en la estación cálida; esta es una de las pocas subregiones donde se ha detectado una fuerte tendencia positiva en las precipitaciones y una intensificación significativa de las precipitaciones intensas desde principios del siglo XX [...]. Se ha detectado una mayor frecuencia observada de ciclones extratropicales en la región con tres focos ciclogenéticos: sursureste de Brasil, extremo sur de Brasil y Uruguay, y sureste de Argentina.”
- “Se calculó un valor del aumento del nivel del agua y su aceleración para Buenos Aires a partir de un registro de niveles medios anuales de agua obtenidos a partir de niveles horarios (1905-2003). El nivel medio anual del agua mostró una tendencia de +1,7 ± 0,05 mm año -1 y una aceleración de +0,019 ± 0,005 mm año -2.”
- “Se proyectan aumentos de la precipitación media (nivel de confianza [o probabilidad] alto), de las inundaciones pluviales y de los ríos (nivel de confianza medio).”
- “Se proyectan tendencias negativas en el número anual de ciclones a largo plazo del 3,6% al 6,5% (2070-2098) y mostraron un aumento del 3% al 11% (2080-2100 para el escenario A1B). Se espera que todos los factores del impacto climático costero y oceánico (nivel relativo del mar, inundaciones y erosión costeras, olas de calor marinas y aridez de los océanos) aumenten a mediados de siglo en el escenario RCP8.5 (confianza alta).
A su vez, el Informe analiza los peligros en tres ejes: Exposición, Vulnerabilidad e Impactos.
Exposición
- “En la cuenca del Río de la Plata, las inundaciones urbanas se han vuelto más frecuentes, causando daños a la infraestructura y, en ocasiones, una mortalidad sustancial (nivel de confianza alto)”
- “El aumento previsto de la temperatura también expondrá a las poblaciones de las grandes ciudades al calor extremo. Las islas de calor urbanas ya son una realidad en las grandes ciudades de la región, como Buenos Aires (confianza alta)”
- “La subregión presenta una alta frecuencia de ocurrencia de eventos de convección severos e intensos Debido a esta situación, fuertes vientos del sur o sureste y altos niveles de agua afectan a todo el litoral argentino, así como a las costas del Río de la Plata, Uruguay y el sur de Brasil. La costa del Río de la Plata está sujeta a inundaciones cuando hay fuertes vientos del sureste (sudestadas). A medida que aumenta el nivel del mar como resultado del cambio climático global, las inundaciones por marejadas ciclónicas serán más frecuentes en esta zona densamente poblada, especialmente en las zonas bajas (nivel de confianza alto).”
Vulnerabilidad
- “La cuenca del Río de la Plata y la ciudad de Buenos Aires son muy vulnerables a inundaciones recurrentes, y el creciente número de recién llegados a la zona reduce la adaptación cultural colectiva desarrollada por los vecinos más antiguos (confianza alta)”
Impactos
- Se observan con mayor frecuencia: “Daños en poblaciones, viviendas, producción de alimentos, precios de alimentos, salud (transmisión de enfermedades como dengue), reducción de biodiversidad en el Río de la Plata”
- Y también que “Los cambios previstos en el clima global junto con la expansión agrícola afectarán fuertemente a los humedales de América del Sur, que comprenden alrededor del 20% del continente y aportan muchos beneficios, como la conservación de la biodiversidad y la disponibilidad de agua.”
Sin excusas
Si bien se pueden realizar “estudios de atribución climática” para determinar más precisamente el grado de impacto en la crisis climática en cada uno (por ejemplo, respecto a las olas de calor del verano pasado, un estudio determinó que fueron 60 veces más probables), como vemos, ya podemos saber qué esperar en este grado de calentamiento, aumentando a medida que siga subiendo la concentración de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y la temperatura. Como vemos, la evidencia científica reunida es clara.
Los gobiernos y Estados no tienen excusa para no prever estos impactos y evitar someter a las poblaciones más pobres a los efectos de estos eventos climáticos (algo también planteado por el IPCC). Es necesario volcar los recursos necesarios para adaptar todo lo posible el país a las nuevas condiciones, evitar todo lo posible los daños producidos por las catástrofes o casi y mitigarlos cuando se producen. Y también atacar las causas del calentamiento global: la emisión de gases de efecto invernadero, la deforestación y destrucción de humedales.
El presidente Milei es abiertamente negacionista sobre el papel de la humanidad en el cambio climático, a esta altura una especie de terraplanismo climático. Otros sectores políticos aceptan el papel de "la humanidad", pero negando el del capitalismo y se niegan a destinar recursos a sectores populares mientras transforman las transiciones en nuevos negocios del “capitalismo verde” que solo empeoran las cosas). Es necesario, además exigir medidas paliativas ante estas catástrofes, redoblar la incorporación de las demandas por recursos para adaptación y mitigación a las luchas de las mayorías trabajadores, como hicieron por ejemplo, las y los docentes del Suteba Tigre que se organizaron junto a estudiantes y familias para exigir electricidad, refrigeración y elementos sanitarios esenciales frente a las olas de calor).
Pero al mismo tiempo es necesario apuntar contra las causas del calentamiento global y la catástrofe climática creciente: la explotación de combustibles fósiles (sí, las petroleras que amenazan el mar argentino y hacen fracking en vaca muerta) y otros extractivismos (que deforestan y destruyen el suelo, como el agronegocio y la megaminería) todos negocios capitalistas que promueven los diferentes gobiernos desde el Estado desde hace décadas.
Juan Duarte
Psicólogo y docente universitario en la UBA. Militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Editó y prologó Genes, células y cerebros (Hilary y Steven Rose), La biología en cuestión (Richard Lewontin y Richard Levins), La ecología de Marx (John Bellamy Foster), El significado histórico de la crisis de la psicología y Lecciones de paidología (Lev Vigotski), La naturaleza contra el capital (Kohei Saito) y León Trotsky y el arte de la insurrección (1905-1917), de Harold Nelson (2017), en Ediciones (...)