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Testimonios. Trabajar sin derechos: “Laburo de lunes a lunes, pero sé que mañana no voy a tener jubilación”

Jornadas extensas, sin feriado ni fin de semana, con más de un empleo. De una punta a la otra pedaleando sin parar, sin protección, ni seguridad por parte de la patronal. Sin obra social. Esa es la realidad de millones de trabajadores no registrados y monotributistas. Compartimos aquí testimonios. Ingresos bajos y ningún derecho es la combinación que se profundizó en los últimos años, durante los gobiernos de Macri y del Frente de Todos, de la mano del FMI.

Celeste Vazquez

Celeste Vazquez @celvazquez1

Martes 26 de septiembre de 2023 09:28

Foto: Ricardo Palmadessa

Foto: Ricardo Palmadessa

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Sergio tiene 30 años y trabaja desde hace 12 junto a su hermano y su papá haciendo changas en la construcción y trabajos de albañilería por su cuenta, en Ciudad de Buenos Aires y el conurbano. “Agarramos lo que sea y cuando sea, aunque caiga feriado o domingo. Somos tres familias que dependemos de este laburo, así que no queda otra. Hay que laburar de lunes a lunes”. Sergio, su hermano y su papá no saben lo que es tener vacaciones pagas, obra social, licencias por enfermedad, aportes jubilatorios ni aguinaldo. Y ni hablar de tener representación sindical.

“El día de mañana sé que no voy a poder depender de una jubilación porque lamentablemente no tengo aportes. Por eso mi papá, que tiene 67 años, sigue laburando. Hace menos cosas, pero labura igual”. En la Argentina de hoy, muchas jubiladas y muchos jubilados siguen trabajando igual, porque lo que perciben por haber trabajado toda su vida es una miseria. Pero no tener ni siquiera esos ingresos mínimos definitivamente es peor, además de que eso implica que ni siquiera tienen derecho a tener una obra social.

Según la última Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec, en el segundo trimestre de 2023, de los 9,7 millones de trabajadores que hay, 3,6 millones no tienen aportes jubilatorios, o sea lo hacen en la informalidad, sin ningún tipo de derecho como Sergio.

Los hijos de Sergio, que son tres y tienen 9, 7 y 4 años, tampoco saben lo que es tener obra social. “Todo lo hacemos en el hospital público. Mi esposa trabaja en casas de familias y también está en negro, así que por ese lado tampoco tenemos obra social. Te imaginás que pagar una prepaga no es una opción para nosotros, ¿no?”. Y claramente no. Los ingresos del hogar que componen Sergio y su compañera son bajos, pero sobre todo inestables. “El problema es que a veces estamos bien, pero hay meses en que nos entra muy poca plata. Entonces tratamos de tener pocos gastos fijos, encima menos si son tan caros como la prepaga”.

Desde octubre de 2016, bajo el mandato de Mauricio Macri, el poder de compra de los salarios de trabajadores no registrados cayó en un 42 %, el doble de la pérdida que tuvieron entre 2015 y la actualidad con el Gobierno del Frente de Todos, que fue de un 23%.

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La informalidad en el mundo del trabajo también abarca a otro sector importante de trabajadores: 4,8 millones de monotributistas, de acuerdo a los datos de AFIP en mayo de 2023, que también trabajan sin derechos o con pocos derechos, según las condiciones en las que trabajen, los ingresos que perciban y demás.

Una cadena de precariedad constante

Ana y Ariel son pareja, tienen 23 y 25 años y trabajan unas 12 horas por día “en la calle pedaleando” como dicen ambos para plataformas de pedidos. “Cuando me preguntan de qué laburo, respondo de pedalear. Y lo loco es que la gente entiende enseguida de qué estoy hablando”, dice Ana. “Los dos pagamos el mínimo del monotributo, es el único aporte que estamos haciendo para nuestro futuro. No sé qué va a pasar de acá a 5 años en este país, pero lo que sí sé es que vamos a ser jubilados con la mínima”, comenta Ariell

Como señala Ana, trabajar en condiciones precarias trae más precariedad. “Es como una cadena de precariedad en la que entramos y de la cual es muy difícil salir, porque una cosa te lleva a la otra. Tener obra social es difícil porque la mayoría no acepta monotributistas, son muy pocas las que lo hacen y la prestación es peor que la de los afiliados directos de ese gremio. También es difícil alquilar por la cantidad de requisitos que están pidiendo ahora, como recibo de sueldo, que encima duplique o triplique el monto del alquiler”. Una caracterización exacta y cruda de la realidad de esa parte de la clase trabajadora.

La combinación de los bajos salarios y la aceleración de la inflación generó un nuevo fenómeno que es conocido como el de “los trabajadores pobres”. Trabajadores y trabajadoras que aún estando registrados, viven en hogares en situación de pobreza. Un informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA (de junio de este año) revela que en esa condición está el 29,8 % de trabajadores y trabajadoras.

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Producto de esta situación, cada vez hay más personas que tienen que tener más de un trabajo para poder sobrevivir, fenómeno conocido como “pluriempleo”. Según el informe que antes mencionamos del Indec, el 28% de los trabajadores está “sobreocupado” porque trabajan más de 45 horas semanales, ya sea haciendo horas extras en un su único trabajo o teniendo otros empleos.

En muchos casos, esos otros trabajos pueden ser muchos y todos en condiciones precarias. “Soy monotributista y tengo 4 trabajos para poder llegar a fin de mes. Uno es en el Poder Judicial de Buenos Aires donde laburo con infancias. Entre todo, junto unos $350.000 y la mitad exactamente se me va en los gastos de alquiler y servicios”. El que habla es Tomás, vive con dos amigos más en el barrio porteño de Parque Patricios. A principios del mes pasado a sus gastos habituales les tuvo que sumar el pago de una factura de luz desorbitante. “De la nada, Edesur nos mandó una factura de luz de $ 45.000. Un delirio porque los tres trabajamos muchas horas y no estamos casi nunca en casa”.

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Contra la degradación de nuestra vida, la salida es por izquierda

La precariedad en las condiciones laborales se ha extendido en los últimos años, especialmente desde el 2017, cuando el Gobierno de Macri decidió someter el rumbo del país al régimen del FMI, hasta la actualidad del Gobierno del Frente de Todos que decidió convalidar la estafa de la deuda y aceptar sin chistar el ajuste que propone el Fondo. Como dice Ana, la precarización laboral genera una “cadena de precariedad” que termina generando una degradación mayor en las condiciones de vida de las familias trabajadoras.

Pero la degradación en las condiciones de vida de las mayorías populares empezó hace tiempo. Como se señala en esta nota del semanario Ideas de Izquierda “los 40 años de régimen constitucional en Argentina arrojan un balance altamente negativo desde el punto de vista de los indicadores económico-sociales. El poder de compra del salario promedio es hoy alrededor de la mitad del que había alcanzado en 1974, con la diferencia no menor de que un tercio de los asalariados se encuentra en la informalidad, situación que décadas atrás afectaba a no más del 10 % de la fuerza de trabajo asalariada. A esto debemos sumar aquellos sectores “autoempleados” que viven de changas y otros rebusques, otro 15 % o más de la Población Económicamente Activa”.

No es casualidad que Nicolás del Caño, candidato a vicepresidente por el Frente de Izquierda Unidad, haya sido el único que, en el debate de la semana pasada organizado por TN, hizo mención a la inexistencia de los derechos laborales para millones de trabajadores que ni "derecho a enfermerse" tienen. Porque todos defienden los intereses de los empresarios y se subordinan al sendero del ajuste del FMI. ¿Y qué decir de las direcciones sindicales? Dejaron pasar el avance de la precarización, dejaron pasar el ajuste de Macri, después el del Frente de Todos y ahora impulsan a Massa como candidato.

El FITU plantea una serie de medidas de emergencia, entre ellas un aumento para todos los trabajadores, jubilados y beneficiarios de planes sociales que sea, como mínimo, igual a la canasta básica y se actualice de acuerdo a la inflación.

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También la reducción de la jornada laborarl a 6 horas, 5 días a la semana, para repartir las horas con trabajadores informales y beneficiar a los jóvenes.

Y por supuesto también medidas de fondo como romper con el FMI, para poner los recursos que hoy están destinados al pago de la deuda externa ilegal, ilegítima y fraudulenta al servicio de las necesidades de las mayorías trabajadoras y populares.