La empresa lo había despedido injustamente por negarse a cortarle el suministro a un geriátrico.
Miércoles 19 de febrero de 2020 11:19
Aguas de Balcarce despidió a Sebastián Cabeza e inició persecución a sus trabajadores, la pelea por la reincorporación y por la calidad del servicio fue acompañada por el pueblo trabajador de la ciudad.
Después de dos meses de lucha con un acampe en las puertas de la empresa incluido se logró la reincorporación de Sebastián, un importante triunfo para seguir la pelea por un servicio de calidad.
El despido era injusto, Sebastián no quiso dejar sin agua a los abuelos, la empresa que concesiona el servicio quiso ocultar este motivo y disciplinar a sus trabajadores, garantizando la ganancia de los empresarios.
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Basta de persecución a los trabajadores
Para lograr la reincorporación se realizaron diversas movilizaciones al Ministerio de Trabajo y a la municipalidad, se juntaron más de cinco mil firmas exigiendo en repudio al despido. Incluso, en las últimas semanas se realizó un acampe en las puertas e la empresa. La convicción y firmeza de los trabajadores, la coordinación en la lucha y la unidad con los usuarios fue clave para que la empresa deba dar marcha atrás. Un paso muy importante que deja lecciones.
Sin embargo, la reincorporación de Sebastián fue con la siguiente condición: el municipio empezará a “controlar el trabajo”, Cabezas sigue vinculado a la empresa, pero ahora (con otro compañero) pasan a supervisión de la intendencia. El Estado no controla a las empresas y las inversiones que faltan, pero ahora supervisa a los trabajadores que lucharon por un mejor servicio de agua.
Aguas Balcarce aumentó 48 % la tarifa en el medio del conflicto. El intendente Esteban Reino, de Cambiemos, en varias reuniones decía que no podía hacer nada. Incluso el mismo día que los trabajadores presentaban cinco mil firmas de usuarios en apoyo a su lucha, avanzaba una orden de desalojo que criminalizaba la protesta.
Los trabajadores no solo luchaban por la reincorporación, denunciaron las condiciones de trabajo, caños con asbesto (material cancerígeno) y las irregularidades en el tratamiento del agua que luego llegan a las casas de las familias de la ciudad. Esta denuncia fue presentada por el abogado de los trabajadores y su sindicato Fetera.
El Estado debe controlar a la empresa y no perseguir a los trabajadores, hay que levantar una campaña contra este atropello y exigir que respondan, junto a la empresa, por las denuncias sobre la calidad del servicio.
Una lucha que muestra cómo funciona el modelo privatizador de los servicios esenciales, deja conclusiones para pensar cómo enfrentarlo y que modelo necesita el pueblo trabajador.
Los únicos interesados en un servicio de calidad son los trabajadores y los usuarios, como se demostró en esta pelea, las empresas y los distintos gobiernos solo defienden la ganancia de las empresas. El agua es un derecho no debe ser un negocio para un puñado de empresarios.
Las empresas privatizadas de servicios como el agua, la energía eléctrica o los transportes públicos sólo defienden sus bolsillos. El Estado garantiza este modelo, no controla a las empresas y son cómplices del negocio. Esta discusión atravesó todo el conflicto.
Y quedó demostrado, el rol que jugaron los vecinos junto a los trabajadores le puso un freno a la empresa. En tiempos donde los recursos naturales se ven cada vez más afectados por la ganancia capitalista urge que estén controlados por trabajadores y usuarios para una planificación racional de los servicios en favor delas grandes mayorías.