Trotsky fue el más importante de los revolucionarios del Siglo XX. ¿Qué tan bien le fue en la isla de José Martí?
Cuba tuvo una poderosa generación de marxistas heterodoxos durante la revolución de 1933. Influenciados por el espíritu crítico de José Martí adoptaron una apertura intelectual sin parangón. Martí, que había viajado por el exilio a Nueva York luchó por la independencia con pluma y fusil. Este hombre que escribió el bello ensayo “Nuestra América”, leyó a los anarquistas y también a Karl Marx.
Carlos Baliño, compañero de armas de Martí, fue uno de los fundadores del primer Partido Comunista de Cuba. Fue posible, en gran medida, porque Martí admiró a Marx y lo leyó. Buscó comprenderlo y dijo el día de la muerte de éste que aunque él no podría considerarse marxista, con la muerte del alemán los pobres del mundo perdían una de las figuras más gigantescas para luchar por la libertad y la justicia.
Los marxistas de 1933 de quienes hablo —que no militaban en el PCC o que fueron expulsados de dicho partido estalinista— han sido llamados, por los especialistas de la isla, como los marxistas "por la libre". Nos referimos a personajes de la talla de Pablo de la Torriente Brau, Julio Antonio Mella y el poeta surrealista Juan Ramón Brea. En México es más conocido el nombre de Mella, pues fue asesinado en el Centro Histórico mientras caminaba con su pareja sentimental Tina Modotti.
Dichos marxistas llegaron a pelearse intelectual y políticamente con la "ortodoxia" de su tiempo hegemonizada por el PCC. Pues ésta pensaba, por medio del buró del Caribe de la IC, que la isla del monocultivo de azúcar no estaba preparada para la revolución socialista. En muchos sentidos su pensamiento no cabía en los cuadrados conceptos que imponían el Kremlin y sus dirigentes para pensar América Latina.
Aunque no lograron una obra tan acabada como la de José Carlos Mariátegui, que escribió sobre la cultura andina, los marxistas mencionados se opusieron al dogmatismo y hasta leyeron al cada vez más hostigado León Trotsky. Los jóvenes universitarios que se enfrentaban con peleas callejeras —"tanganas"— con la policía del dictador Gerardo Machado, leían a Trotsky. Sí, eso está en sus cartas, textos y memorias. Julio Antonio Mella dedicó su periódico "Tren Blindado" a la honra del fundador del ejército rojo. Mella fue expulsado por el PCC y le tacharon de trotskista por desplantes "pequeño burgueses" luego de su huelga de hambre.
Brea, el poeta, luego de un viaje por Europa entró en contacto con la obra de Trotsky y difundió sus ideas entre los estudiantes. Fue uno de los creadores del Ala Izquierda Estudiantil que se oponía al Directorio Estudiantil en torno a la estrategia del terrorismo individual. Durante esos años era común que los estudiantes implantarán bombas en sorbetes de helado para asesinar a Machado tal y como lo relata el historiador Newton Briones en Acción Directa.
De la Torriente Brau —considerado el más relevante periodista de su tiempo en la isla—, relató en sus célebres diarios de prisión del Morrillo que ahí leía a León Trotsky: había galeras bautizadas con el nombre de aquel viejo bolchevique. Luego de su muerte y desaparición forzada durante la guerra civil en España, Pablo se convirtió en referencia central de ese marxismo por "la libre".
Trotsky estaba al tanto de los acontecimientos que derribaban a Machado en 1933. Insólito. Su principal preocupación era el ascenso de Hitler en Alemania. Tenía cinco años fuera de la URSS. Pasó por Alma Ata, en Asa Central. Va a Turquía. Termina en Francia. Pero se comunicó a la Habana. ¿Cuál fue la forma de comunicarse? Cartas. ¿En qué condiciones sucedió? ¿Quién recibió las cartas? ¿Cómo llegaban a la Habana? No tenemos certeza. Una posibilidad es que los militantes de Estados Unidos lograran que sus cartas las entregaran. Por lo menos existe una, preservada, en Writings que viene de la edición del material de Trotsky en Harvard.
Trotsky escribió a sus camaradas del Partido Bolchevique Leninista fundado en agosto (que reunió a varios cientos de militantes y que llegaron a ser más importantes que los oficialistas pro soviéticos). A poco tiempo de la derrota a Machado en 1933, Trotsky se comunicó a la Habana y planteó que en Cuba los estudiantes y la intelectualidad debían ser un elemento central en la instauración de un gobierno revolucionario.
Los documentos fundacionales del PBL "Manifiesto de 1933" —inspirados en las Tesis de la Teoría de la Revolución Permanente de Trotsky— constituyen un documento marxista fundamental para analizar la revolución que derribó a Machado y lo mandó a bolina. En dicho documento existen tesis que desmienten todo tipo de calumnias contra los trotskistas de los años treinta.
Los "guiteristas", socialistas que se identificaban con el pensamiento de Joven Cuba y con los 100 días de gobierno del ministerio de Antonio Guiteras fueron despreciados por los comunistas ortodoxos y comparados como fascistas. En dicho tercer periodo de la IC todas las fuerzas progresistas eran socialfascistas. En Alemania, esta interpretación evitó con el ascenso de Hitler que los comunistas realizaran un frente único para derrotar a los fascistas y facilitó una terrible derrota política.
En cambio, algunos trotskistas se fusionaron con Joven Cuba, otros fueron asesinados por sicarios y Sandalio Junco, el más importante de los sindicalistas de la Habana por su condición racial y ascendente, fue asesinado y vilipendiado como lo fue Andrés Nin en España. Junco es un fuera de serie para la historia. Negro, panadero. Viajó a la URSS, pasó por México y otros países de América y se convirtió en trotskista.
Junco era tan importante que incluso Rubén Martínez Villena, el poeta dirigente de los azucareros y abogado del PCC estalinista, se negó a escribir contra él a pesar que la mismísima IC se lo pidió. Incluso la última carta de Villena a Junco comienza con una dedicatoria de “querido amigo y compañero”. Su ruptura fue crucial. Pero Villena le apreciaba: Junco estuvo en la prisión con Mella y fue juzgado por la misma causa. Fue asesinado en una de las épocas menos recordadas por los historiadores estalinistas de Cuba. En la velada de aniversario del asesinato de Antonio Guiteras un sicario estalinista lo ejecutó. Los que resistieron como miembros del PBL, años después, ayudaron fundar el POR (T) o siguieron como militantes independientes.
Les tocó ver y resistir la capitulación histórica del PCC estalinista a Fulgencio Batista que fue cobijado por la IC como verdugo de la revolución contra Machado. Los comunistas cubanos pensaban que se debía apoyar a Batista. En medio del marasmo del PCC los trotskistas eran perseguidos y ejecutados (Junco) por una fusión de batistianos, comunistas y grauistas. Lodo fue echado sobre su persona, su historia y su tradición. Y sin embargo, se mantuvieron presentes en lugares como Oriente y Guantánamo y lograron influir durante 1933 en la franja de azucareros, organizar federaciones sindicales poderosas como la de la Habana, proyectar por primera ocasión el Acorazado Potemkin, editar un periódico y revistas teóricas. El caso más emblemático fue en agosto de 1933. Mientras los estalinistas estaban en contra de impulsar la gran huelga para derribar a Machado, los trotskistas fueron un elemento importante en su eclosión.
Excursus: el Che y “Fernandito”
Dos casos son emblemáticos. El de Ernesto Guevara, y el de Fernando Martínez Heredia. El “Che” Guevara pensaba, según sus diarios, que Trotsky era uno de los personajes más relevantes del siglo. Es más, los libros de Trotsky se encontraban entre sus pertenencias en Bolivia antes de ser capturado. En sus cuadernos sobre Praga cuestionó a la URSS. Pero Guevara pensaba que sólo un partido ejército podía conquistar el poder.
La perspectiva del Che no era la de la centralidad proletaria en la estrategia revolucionaria, más bien pensaba que un destacamento de vanguardia podía lograr la victoria contra el estado. Mirando la historia a “contrapelo” en América Latina, los obreros industriales sí lucharon y no fueron sujetos pasivos de la lucha anticapitalista, como pensaban los foquistas y su estrategia. Con ello el foco guerrillero se topó trágicamente con pared: en Argentina con el Cordobazo, en Chile con los Cordones, en Brasil con las huelgas del ABC. El Che se equivocó en este punto: el foco comenzó a ser un fracaso terrible en América Latina.
Obviamente el Che no era trotskista pero como ministro de industrias leía a Trotsky, mandó llamar a Ernest Mandel a la Habana y se encargó que los militantes del POR (T) fueran liberados y se pronunció contra la persecución que impuso Fidel Castro. El Che se entrevistó con los que en ese momento reivindicaban el pensamiento de Trotsky en la cárcel.
Fernando Martínez Heredia, “Fernandito”, difundió y leyó a Trotsky, junto a Gramsci y otros autores como Mandel en la revista Pensamiento Crítico. Sufrió por ello el peso de la censura y la detención. Cuando el PCC y el M26 construyeron el partido único, se impuso la más feroz de las campañas contra el trotskismo y contra cualquier acto de divergencia ideológica: los años de "el quinquenio gris", el caso Padilla en el que intervino Julio Cortázar y la prohibición de The Beatles, la campaña sucia contra "Alicia en el Pueblo de las Maravillas" y la prohibición de la homosexualidad, con la que los más feroces controles fueron impuestos. Son los años de desesperación del genial escritor Reinaldo Arenas y su exasperante desilusión.
Si bien Leonardo Padura rompió el cerco con su "Hombre que amaba los perros", Trotsky había sido motivo de homenaje en la literatura previamente con la novela de Cabrera Infante Tres tristes tigres. Sin embargo, al tratarse de un escritor contrario a la revolución, pasó como el viento sin relevancia. Leonardo Padura incitó una nueva actualización del interés por Trotsky: algunos pocos que lograron tener el texto lloraron con sus páginas. Lo cierto es que no pasa a interés masivo salvo entre algunos estudiantes o intelectuales.
Según supe, en un viaje a Cuba, en el Centro Marinello se hizo un curso sobre el Siglo XX pues la plantilla de trabajo, luego de leer a Padura, exigió a Fernando Martínez una urgente explicación de qué fue el estalinismo. Y este último amablemente lo impartió. A pesar de todo Trotsky se comunicó a la Habana, sus obras pueden encontrarse en inglés en la biblioteca Martí, en su historia y tradiciones políticas y es parte de la historia radical de la izquierda anticapitalista de la isla.
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