Tras casi cuatro meses de que inició el conflicto en la UNAM por la falta de pagos de docentes, los paros y casi todas las tomas han sido levantadas y comienza la represión con despidos y actas administrativas. Es urgente sacar lecciones porque la precarización y la antidemocracia en la universidad continúan.
Viernes 2 de julio de 2021
En una nota de balance del movimiento anterior, planteamos que el mismo se encontraba en una encrucijada con el intento de levantamiento de los paros tras la medida de las autoridades de imponer la recalendarización del ciclo sin consultar a las comunidad, mientras mantenían los adeudos de pagos a docentes.
Al momento, todos los paros y tomas han sido levantados a excepción del paro de la Facultad de Ciencias y el paro y las tomas de la Facultad de Ingeniería y la ENES Morelia, donde recientemente los docentes desmintieron a las autoridades que aseguraban que el 99.2% de los pagos habían sido efectuados, denunciando que aún se les deben 350 mil pesos.
En la mayoría de los casos, las autoridades plantearon como condición para desarrollar las mesas de diálogo y negociación el levantamiento de los paros y tomas. En el mejor de los casos, las mesas arrancaron -después de hasta más de veinte sesiones de diálogo bilateral- mantener las cosas igual al preservar la carga horaria como en Economía, o demandas parciales como la cancelación de cobros de Fundación UNAM y de préstamos de equipo en la FES Aragón, así como la posibilidad de darse de baja en este semestre sin tener afectaciones académicas tanto en esta FES como en Cuautitlán e Iztacala -lo cual en realidad no fue una dádiva de las autoridades locales, pues la rectoría se vio obligada a decretar esto mismo para el conjunto de la universidad frente a la alta cifra de estudiantes que reprobó alguna materia o tuvo que darse de baja por las condiciones de la pandemia y las clases en línea, situación que ha generado un gran descontento en la comunidad universitaria.
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En el caso de los Colegios de Ciencias y Humanidades, el director general, Benjamín Barajas -quien es miembro del grupo político del PRI del Estado de México más reaccionario de la universidad, al cual también pertenece Martínez Justo quien es presidente de la comisión especial de seguridad del consejo universitario- contestó al pliego petitorio de los docentes que la asignación de grupos para el semestre 2022-1, se hará con apego al reglamento de funcionamiento de las comisiones mixtas (APPAUNAM y directivos) y que se conservarán las condiciones laborales previas a la pandemia de acuerdo con el banco de horas disponibles. Es decir, que promete que “todo quedará igual”.
Esto no es todo, frente al reflujo de las asambleas locales y de la propia asamblea interuniversitaria, la represión contra los docentes ha avanzado. En Acatlán hay por lo menos diez profesores y profesoras a quienes no les fue otorgada ni una sola materia para el próximo semestre, es decir, fueron despedidos. En la FES Cuautitlán, a docentes no se les otorgó la aplicación de extraordinarios que les corresponden sin ninguna justificación académica y en CCH Naucalpan a un profesor se le levantó un acta administrativa. Esto se suma al despido que ya se había efectuado dos docentes en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
Las autoridades no solo se niegan a resolver el problema de precariedad de su planta docente, pues casualmente, en las mesas de negociación, no cedieron ni un ápice en cuanto a la contratación, modificación de los programas de definitividad o de las condiciones laborales de los profesores de asignatura. Además, siguen “echando la bolita” al AAPAUNAM para lavarse las manos, como si en una relación laboral la patronal no buscara todo tipo de mecanismos para mantener las peores condiciones de trabajo en sus empleados, principalmente por la vía de pactar con las burocracias sindicales las condiciones más oprobiosas. Mantener las condiciones laborales en la precariedad es funcional a las autoridades pues permite arremeter contra los docentes que al no contar con plazas ni con un contrato colectivo digno, es aún más sencillo arrebatarles su materia laboral sin decretar, como tal, los despidos.
Mesas de negociación con represión
Con la promesa de que se mantendrán las mesas de trabajo, los paros fueron levantados y las facultades entregadas, pero sin la organización en asambleas unitarias y la movilización en las calles ¿a dónde llevarán estas mesas? Y más aún, ¿es factible continuar con estas mesas siendo que hay compañeros y compañeras que están siendo atacados y hostigados por las autoridades como represalia política?
Por un lado, es sabido que las administraciones locales no tienen la facultad de transformar la contratación precaria de los docentes, pues esta depende del Contrato Colectivo de Trabajo cuya titularidad la tiene el sindicato blanco de la Asociación Autónoma del Personal Académico en la UNAM (AAPAUNAM). La política de mesas de negociación divididos por escuelas y facultades, fue impuesta por las autoridades no porque pretendieran responder a las demandas del movimiento, sino porque buscaban dividir a los docentes disuadiéndoles de buscar una mesa de negociación única con un único pliego petitorio que integrara las demandas generales de las y los docentes, y de sectores estudiantiles que participaron del proceso planteando demandas propias.
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La negativa del rector a si quiera presentarse al emplazamiento al diálogo u otorgar una respuesta al pliego petitorio entregado a funcionarios de Rectoría el 17 de mayo, expresaba la falta de voluntad política para resolver las demandas del movimiento. Buscando debilitarlo de conjunto, las autoridades lograron arrastrar a la trampa de las mesas de negociación a los distintos planteles, particularmente a aquellos donde la masiva participación estudiantil en la lucha activa y acompañamiento por la conquista de las demandas, para enfrascarlas en diálogos infructuosos, con directivos incapaces de resolver y que apostaban al desgaste del movimiento.
Esta dinámica, a la cual coadyuvó activamente el sector moderado del movimiento, el cual constantemente apuntó a fortalecer la confianza en las instancias de negociación con las autoridades que buscaban desgastar y desviar. Inclusive manteniendo las mesas por fuera de la comunidad, ya que no se discutía constantemente con el conjunto de la comunidad cuál sería el piso mínimo de negociación o que postura se iba a tener ante la respuesta de las autoridades, haciendo una brecha entre comunidad, asambleas y mesas de negociación.
Esta dinámica se mantuvo en algunas de las escuelas donde hubo mesas de negociación con los directivos lo cual sentó las bases para que hoy las autoridades avancen con la represión de manera focalizada y no se perciba que la responsabilidad no es de tal o cual administración sino del conjunto del antidemocrático régimen universitario.
No puede existir ninguna confianza en que se arrancarán demandas de las mesas de negociación, si no es la preocupación central del movimiento cómo este se masifica y fortalece para imponer sus demandas, articulándolas con las de los distintos sectores de la universidad, estudiantes, docentes y trabajadores y, por esta vía, golpeando con un solo puño a las autoridades, que responden directamente a los intereses de las clases dominantes, del gobierno, de los partidos del régimen y de los organismos imperialistas como el FMI, la OCDE y el Banco Mundial, que hoy buscan golpear a la educación pública para que sea esta la que pague la crisis económica; y que por ende la respuesta y la organización debe ir más allá de las cuatro paredes de la UNAM.
Sin movilización en las calles, sin una política de unidad dentro y fuera de la UNAM y desconfianza en las autoridades, no hay negociación que dé frutos, por el contrario, las autoridades pueden mantener estas mientras a la par avanzan contra miembros del movimiento a pesar de firmar cartas de “no represión”.
¿Qué sigue?
Es evidente que el movimiento ha retrocedido, las asambleas locales que en algún momento fueron de miles conectados entre las salas de zoom y los en vivos, las interuniversitarias que rebasaban los cien participantes y alcanzaron más de 20 escuelas participantes; las movilizaciones con cientos de estudiantes y decenas de docentes, han mermado significativamente. Esto se ha dado por una combinación de factores, tanto la carga académica y laboral que conllevan los cierres de semestre fast-track, como por el desgaste que implicaron las mesas de negociación y la permanente negativa del sector burocrático de levantar una política de coordinación dentro y fuera de la UNAM y articulación con el estudiantado y la base trabajadora. Pero la lucha no termina aquí.
Frente al enorme descontento y cuestionamiento al regreso a clases presenciales, Enrique Graue declaró que este no se dará en agosto, únicamente las carreras que requieran de la presencialidad para llevar a cabo sus prácticas podrán llevar actividades en los planteles y el regreso se hará de manera paulatina según avance el plan nacional de vacunación. Sin embargo, el presupuesto a la educación se mantiene raquítico y las migajas que se le da a la universidad, las siguen administrando las autoridades a espaldas de la comunidad adjudicándose sueldos millonarias- inclusive más altos que el del propio presidente, y el criminal Estatuto de Personal Académico que pone a los docentes a competir entre sí por plazas, se mantiene intacto.
Esto implica que, sea de manera virtual o presencial, la precariedad de la educación se mantendrá. Es indispensable luchar por una beca universal para que nadie deje de estudiar por falta de recursos o por la necesidad de mantenerse y apoyar a sus familias por la vía de aceptar trabajos precarizados; hay que luchar por que las autoridades universitarias cubran íntegramente todos los servicios necesarios para estudiar dignamente, como transporte, comedores, material didáctico y canastas tecnológicas subsidiados y gratuitos.
También hay que luchar por la reinstalación de todos los docentes despedidos, por la basificación del personal docente y todas sus demandas, como el cese de la precarización laboral en la UNAM. Pero lo que está de fondo es que las estrepitosas cifras de jóvenes que han sido expulsados de la educación, continuará incrementándose y los docentes de asignatura tendrán que continuar con dos o hasta tres empleos para poder tener ingresos suficientes, mientras no se garantice un aumento irrestricto a la educación del 10% del PIB.
El gobierno y las autoridades responden que no hay recursos para un aumento extraordinario al presupuesto educativo, pero bien podría financiarse mediante la implementación del impuestos a las grandes fortunas o de usar los recursos que se utilizan en las fuerzas armadas o en el pago de la ilegítima deuda externa.
Pero solo bajo la administración de un gobierno universitario conformado por los tres sectores de la comunidad y con mayoría estudiantil, que no responda a los intereses de los grupos de poder sino a sus necesidades podrá este presupuesto aplicarse de manera efectiva y transparente. Sin los tres sectores al mando del rumbo de la universidad, barriendo a partir de la movilización con la antidemocrática estructura de gobierno de la misma, y derogando la Ley Orgánica y la Legislación Universitaria que sustentan la antidemocracia, no podremos incidir como estudiantes, trabajadores y docentes de fondo en la vida universitaria. Por eso, toda conquista arrancada a las autoridades debe empujar a profundizar el cuestionamiento a las mismas y a la estructura de gobierno de la UNAM.
Desde la Agrupación Juvenil Anticapitalista y la agrupación Desde las Bases STUNAM, agrupaciones que impulsamos militantes del Movimiento de las y los trabajadores Socialistas junto a estudiantes, docentes y trabajadores independientes, estamos convencides de que la principal lección es mantenernos organizados y sacar lecciones que permitan fortalecer al movimiento estudiantil, trabajador y docente, para tener más fuerza en los futuros embates contra la educación y nuestros derechos. Pero además, consideramos que hay que levantar la perspectiva de que transformar de raíz la universidad es una tarea histórica que implica convertir una institución del Estado en una trinchera al servicio de las necesidades e intereses del pueblo pobre y trabajador.
No hay manera de concebir esta lucha al interior de las universidades sin comprender que las mismas son producto de la sociedad capitalista en la que vivimos, donde la investigación, la educación, la tecnología y el conocimiento, están, como el propio trabajo, al servicio de la acumulación de ganancias para un puñado de empresarios y mientras unos cuantos tenemos derecho a estudiar, a las grandes mayorías se les niega el acceso a la educación superior. En ese sentido, nuestra lucha es también por cambiar la sociedad de raíz y conquistar un mundo sin explotación ni opresión donde el conocimiento y las ciencias aporten a satisfacer todas las necesidades de la humanidad, donde todos y todas tengamos derecho a la cultura, la ciencia, el ocio y también al trabajo, pero sin la enajenación impuesta por este sistema.
Si fuiste o eres parte de la lucha #UNAMNoPaga o lo seguiste, y coincides con que la lucha debe continuar y hay que fortalecernos para el siguiente round, y que es necesario construir organizaciones con una perspectiva anticapitalista y revolucionaria que quiera transformarlo todo, te invitamos a que nos contactes y te sumes a las diversas actividades que tendremos estos meses.