¿Cómo describir semejante masacre? ¿Cómo dar cuenta de lo sucedido? ¿Cuántos niños mutilados se pueden soportar? ¿Cuántos hambrientos y huérfanos? ¿Imaginaste alguna vez amputar sin anestesia? ¿Imaginaste tener que asistir, en la completa adversidad, a un hermano herido? ¿Ver morir a tu madre sin poder brindarle atención?
Miércoles 3 de abril 20:16
Hospital: casa de huéspedes. Lugar donde se asiste personas, se les da confort y seguridad. A veces, se cura.
El principal Hospital de la franja de Gaza, el Complejo Médico Al-Shifa, construido en 1946, está totalmente inoperable y destruido. El nivel de destrucción que dejó el ejército de ocupación israelí es peor que el de las masacres de la Nakba (la limpieza étnica que sufrieron los palestinos en sus históricas tierras) en Deir Yassin y Tantura en 1948 juntas.
Cuerpos mutilados, aplastados por tanques, quemados o despedazados por los misiles, restos de esqueletos, instalaciones médicas destruidas deliberadamente, personal médico, niños y mujeres, ejecutados por las fuerzas sionistas.
La “casa de huéspedes” más importante de la Franja de Gaza se convirtió en la fosa común más grande de Palestina. Israel está cometiendo el genocidio más grande de las últimas décadas.
¿Cómo describir semejante masacre? ¿Cómo dar cuenta de lo sucedido? ¿Cuántos niños mutilados se pueden soportar? ¿Cuántos hambrientos y huérfanos? ¿Imaginaste alguna vez amputar sin anestesia? ¿Imaginaste tener que asistir, en la completa adversidad, a un hermano herido? ¿Ver morir a tu madre sin poder brindarle atención?
Para nosotros, los hospitales son de alguna manera, nuestro “segundo hogar”. No es para menos, pues allí pasamos gran parte de nuestras vidas: domingos, feriados, navidades, el cumpleaños de nuestros hijos, la muerte de un familiar. Los compañeros de trabajo pasan a ser hermanos, la “guardia” muchas veces una extensión de tu familia.
Trabajar en salud tiene eso: sos “trinchera”. Es duro, sí, pero ahí adentro estás seguro, ahí adentro estás vos. Es parte de nuestra identidad: “Laura del Cestino” “Paco del Penna” (como se los llama popularmente a los médicos al servicio de la población: su nombre de pila y la pertenencia al hospital dónde trabajan).
A pesar de las adversas condiciones, lo sentís propio. Estás ahí, dando alivio, asistiendo, tendiendo una mano cuando todo está mal, cuando una familia se derrumba por un diagnóstico o una muerte inesperada, o cuando simplemente no hay nada más que hacer. Sabemos qué decir, sabemos qué hacer.
El hospital nos formó. Y no exagero. Compañeros que desinteresadamente nos enseñaron a trabajar, a poner una vía, a suturar, a trabajar en equipo. Docentes ad honorem que se quedaban en sus postguardias a explicar un “caso clínico”. Enfermeras, camilleros que nos dan cátedra de cómo defender lo que es nuestro, lo que es de todos. Todos nos enseñaron a pelearla.
Y así como aprendemos de ellos, también nuestros pacientes expresan las miserias que arrastran día tras día gracias a las políticas de los distintos gobiernos, y sus alegrías que traen de sus barrios y de sus casas. Sentimos en la carne cada sonrisa y cada llanto.
Esta cercanía con la humanidad se pulveriza cuando vemos el hospital de Al Shifa. Se nos acaban los manuales al hablar de Gaza, no encontramos palabras para describir tanto dolor e injusticia que atraviesan los palestinos.
Todo se desarma. Imaginate que ocupan y bombardean a un hospital entero. Pongamos por caso, el Hospital San Martin o el Hospital de Niños de La Plata (capital de la Provincia de Buenos Aires), varias manzanas, o bien el Hospital de Clínicas en la Ciudad de Buenos Aires, de varios pisos y decenas de años de formar profesionales. Bueno, ocupan y bombardean el hospital, luego detienen, torturan y mutilan a pacientes y trabajadores. Ves a tus compañeros y compañeras con sus rostros llenos de sangre, con sus oídos aturdidos por los estruendos, con sus miembros mutilados. Querés llorar y no te sale. Corres y no sabes a dónde. Aspiras polvo.
Imagínate ahora, que después de eso, estás pasando hambre, mucho hambre, estás herido y no hay con qué curar, hace días no dormís en una cama, hace semanas no te bañas, no sabes dónde están tus seres queridos, casi no llega ayuda humanitaria y ves caer de a pedazos, el hospital que te vio nacer, tu segunda casa, esa trinchera en la que asistías, hasta hace horas nomás, a tus hermanos palestinos víctimas del genocidio que el único “delito” cometido es haber nacido y no querer morir abandonando sus tierras ¿se puede imaginar algo peor que eso? ¿Se inventaron ya las palabras que describen ese dolor?
Se lee en las paredes del hospital, luego de semanas del asedio sionista, testimonios de pacientes y colegas, cuya suerte en esta masacre probablemente nunca sabremos:
-“Paciencia, oh gente de Al-Shifa, su alivio está cerca [Tercer piso, onceavo día, 28/02/24]”.
Médico Sin Fronteras lo cuenta así: “El hospital más grande de Gaza está ahora fuera de servicio. Dada la magnitud de la destrucción, la gente del norte tiene aún menos opciones de atención médica. El acceso al hospital Al-Shifa fue imposible durante días, lo que dejó a los pacientes sin atención. El 31 de marzo, según la OMS, 21 pacientes han muerto desde que el hospital fue sitiado el 18 de marzo y otros 107 permanecieron atrapados en el interior, 4 de los cuales son niños y 28 pacientes críticos. Cientos de personas han muerto, incluido personal médico. Según informes públicos, hay cadáveres tirados en la calle. También se han producido detenciones masivas de personal médico y de otras personas dentro y alrededor del hospital.”
En todo el mundo son miles los que están saliendo a las calles para denunciar este genocidio. Desde Estados Unidos hasta Reino Unido, Francia y todo el mundo Árabe se ha puesto en pie un movimiento en solidaridad con la causa palestina como no se veía hace décadas. En Argentina, también tenemos que redoblar los esfuerzos y la movilización para acabar con la masacre del Estado de Israel. Y nosotras y nosotros, como trabajadores de la salud, tenemos que rodear de solidaridad a nuestros pares en la Franja de Gaza, denunciar estas atrocidades y repudiar el genocidio y al gobierno asesino de Israel.
* Laura Cano es médica del hospital Cestino, miembro de la directiva del sindicato de los profesionales de la salud -CICOP- y diputada por el PTS/FITU en la legislatura de la Provincia de Buenos Aires.