El 3 de mayo se estrena en el Cine Arte Cacodelphia este documental de Liliana Paolinelli sobre el escritor argentino. Los 70, el sentido de escribir y Sylvia, su esposa. Como en el cuento de la cigüeña de Blixen, va completando el dibujo de su vida
Jueves 2 de mayo 22:53
“También yo he sentido la inclinación a obligarme, casi de una manera demoníaca, a ser más fuerte de lo que en realidad soy”. Soren Kierkegaard
Un primerísimo plano de Abelardo Castillo. Abre hablando de Borges y de las entrevistas: “era notable cómo organizaba las respuesta para ir al punto que él quería”. Castillo habla de todo, del arte, del artista y de su obra. De separar la obra de la vida privada, ese debate eterno y cita a Louis-Ferdinand Cèline y la defensa que hizo Jean Paul Sartre de su obra a pesar del antisemitismo del autor y médico francés.
De mirada vivaz y cálida, Castillo no le esquiva al primer plano que expone con desnudez sus gestos. Es un espejo para el espectador donde cada tema que toca es una invitación a pensar sobre lo dicho. Su cara se verá casi todo el film intercalada por fragmentos de su libro, Diarios 1992-2006, y, partir de él, hablar de la escritura de un diario y de la diferencia con las memorias, los distintos Castillos a lo largo de sus diarios, de su vida. Sylvia Iaparraguire, la escritora, su esposa, el socialismo, Lenin, el salvaje capitalismo y el fascismo.
“A diferencia de las memorias, el diario muchas veces se escribe para olvidar. Porque escribe sobre aquello que le pesaba mucho en ese momento o le angustiaba”. Castillo habla sobre viajar y sobre los grandes escritores, la filosofía, Kant, Tolstoi, Rilke, el que no corregía nada, escribía en una libreta, Shakespeare, Kafka que quería quemar todas sus obras, Homero, Virgilio, que pensaba que La Eneida era pésima.
Castillo hablará también de los 70, de su paso por el Partido Comunista, “nunca podrá haber una teoría revolucionaria y liberadora si no se tiene en cuenta la parte espiritual del hombre. Mientras se siga creyendo que la religión o el arte por ejemplo o el pensamiento son los enemigos de la clases desposeídas, nunca va a haber una teoría verdaderamente revolucionaria”.
Imágenes de las revistas: El Escarabajo de Oro donde publicaron por primera vez Liliana Heker y Alejandra Pizarnik entre otros, las reuniones en Los Angelitos y el Tortoni: “esos bares eran como el living de la casa de uno” y la influencia de los bares en la Argentina y en la literatura.
De la angustia y del alcohol, el 12 de octubre de 1974, “yo decidí: o me muero o dejo de tomar. No me creyó nadie, tal vez un poco Sylvia “.
La prosodia, la música y la poesía: “hay una música en ciertos textos de Cortázar como hay una evidentísima pero más extraña, más a lo Schoenberg, en la prosa de Borges. Pero no sé cómo pasa eso, algunos lo tienen, otros no”
El cuento y la novela y, para terminar, su relación con la enseñanza, el escritor y los fantasmas, quedarse en blanco y que siempre “se cuenta por primera vez”.
Un hombre que escribe es un viaje al universo de este autor de Los mundos reales, Israfel drama en dos actos y dos tabernas, sobre la vida de Edgar Poe, La casa de ceniza, El Evangelio según Van Hutten, Ser escritor, las palabras y los días, y muchísimo más.
Funciones: 3 y 10 de mayo a las 19hrs en Cine Arte Cacodelphia
Ficha técnica:
Dirección: Liliana Paolinelli
Participan: Abelardo Castillo, María Moreno, Mayra Leciñana
Dirección de fotografía y cámara: Paula Grandia, Alejandro Ortigueira, Soledad Rodríguez.
Celina Demarchi
Nació en Berisso, provincia de Buenos Aires. Docente y actriz, participa en la sección Cultura y en distintas producciones audiovisuales de La Izquierda Diario.