Hoy se cumplen 11 días desde que el Ejecutivo percute la cuarentena general en 38 comunas de la Región Metropolitana; con una tasa de contagios de un 89,6% del total solo en la capital. Un creciente número de pacientes infectados con COVID-19 que tiene al borde del colapso el sistema sanitario del país, refleja que el “castillo de naipes” evocado por el Ministro de Salud Jorge Mañalich, sea una realidad al día de hoy.
Miércoles 27 de mayo de 2020
La falta de recursos de la ya precarizada labor sanitaria de los servicios hospitalarios del país sumado al pésimo manejo administrativo y económico del Gobierno ante la crisis que hoy vivimos, hacen que se conociera a luz pública el estado de urgencia en que se encuentra el Hospital San José enfrentando una jornada crítica con esperas hasta de dos días para evaluar, confirmar o descartar nuevos casos de infectados.
Carpas de campaña y ambulancias han sido los espacios en donde pacientes han tenido que sobrellevar los cuidados de esta enfermedad en espera para ser derivados a cuidados intensivos, entre la falta de capacidad humana para la atención y la falta de insumos médicos.
El pasado estudio hecho por Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, anticipaba un colapso del sistema debido a la tendencia al alza de casos confirmados y el correspondiente uso de las camas UCI en los hospitales, pronosticando un peak de contagios para la última semana de mayo y las primeras de junio, vislumbrando un alza también en las cifras de mortalidad y a su vez la soberbia y la nula autocrítica del gobierno hacen el escenario perfecto para el colapso de las redes hospitalarias.
Ante el actual escenario se hace imperante la necesidad de unificación del sistema público y privado, la nacionalización de las clínicas y laboratorios bajo el control de sus trabajadores para que toda la infraestructura hospitalaria este a disposición para combatir la pandemia.
Por otra parte urge la realización de testeos masivos a la población de riesgo, a quienes estén obligados a trabajar, presenten síntomas o tengan riesgo de cotnagio para tener un conteo profundo de infección y así llevar a cabo con racionalidad y sin titubeos ni improvisaciones las medidas y políticas sanitarias que estén a la altura del problema.
Finalmente, es necesaria la creación de un impuesto específico a las grandes fortunas privadas para poder palear los costos económicos de los procesos sanitarios así también la reconversión de industrias y empresas que puedan ser útiles desde la producción de insumos médicos e infraestructura hospitalaria.