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Una isla para enterrar a los pobres: Las fosas comunes de EE.UU en medio del COVID-19

Aníbal Zapata

Una isla para enterrar a los pobres: Las fosas comunes de EE.UU en medio del COVID-19

Aníbal Zapata

Ideas de Izquierda

Las fosas comunes de Hart Island evidencian con crudeza lo que tiene ofrecer el sistema a las y los más precarizados, pobres y trabajadores en tiempos de pandemia. El capitalismo, con sede en la Casa Blanca, se ha hecho cargo de que el virus discrimine entre ricos y pobres.

Las fosas comunes en EE.UU: La desigualdad echa ataúdes

Mucho se ha dicho sobre que el COVID-19 no discrimina entre ricos y pobres al tratarse de un virus altamente contagioso. Y es verdad; un virus por sí mismo no hace esa distinción. Sin embargo, las cifras de mortalidad apuntan otra cosa.

Es aquí en donde los índices diarios de aumentos de contagios y cifras de fallecidos cada día sorprenden en los medios de prensa, y cada actualización de datos es respondida con un “último minuto” o algún “breaking news”. Sin embargo, la sorpresa -y el espanto si se quiere- llega nuevamente desde EE.UU. con el caso de Hart Island, al hacerse público el caso de la realización de fosas comunes para enterrar a personas en situación de calle, inmigrantes, latinos, afrodescendientes, y sectores más precarios y empobrecidos que no pueden costear una morgue, un funeral o siquiera un entierro.

La imagen de una trinchera cavada con retroexcavadora en una abandonada isla cerca del Bronx en New York es la postal con la que se vaticina la tónica de desigualdad con la que se enfrentará esta crisis sanitaria, contando para el 9 de abril con 159.937 contagiados y 7.000 muertos.

Esta vez son filas de ataúdes de pino sin nombres los que se sitúan como imagen viva de esta precariedad, en donde se estima que la mayoría de los sepultados corresponden a personas afrodescendientes, inmigrantes, latinos y personas en situación de calle. Es decir, no sólo una discriminación étnico-racial, sino que también un paradero al olvido de las clases sociales más precarias como la clase obrera estadounidense.

Es en este sentido que el periódico La Vanguardia señala que:

Se ha pasado de 25 entierros a la semana a 120 en la actualidad, según las cifras oficiales. En concreto se han añadido dos trincheras y los entierros se realizan cinco veces a la semana, cuando antes era sola una vez cada siete días. (La Vanguardia, 2020)

Se trata de una situación alarmante que gracias a la política de Donald Trump de subestimar completamente al COVID-19 se proyectan 60.000 muertes. De estas muertes se estima que la mayoría corresponda a afrodescendientes, latinos y los más pobres. Sólo en lo que respecta al Estado de Chicago, los afrodescendientes representan el 70% de las muertes, cuando sólo representan apenas el 30% de la población (BBC, 2020). Esto debe considerarse también a que “un informe preliminar indica que un 34% de los 3.602 fallecidos por la covid-19 en Nueva York son latinos.” (El País, 2020) Es decir, se trata de una política malthusiana por parte del Gobierno de Donald Trump, al establecer medidas completamente insuficientes, para que los costos de éstas sean pagados con la vida de las y los más pobres.

Estos entierros en fosas comunes han llegado a un nivel tan alto que ya no son los prisioneros de la cárcel Rikers Island -a quienes anteriormente también se les ha encomendado la tarea de cavar fosas comunes para los pobres-, sino que EE.UU debió recurrir a trabajadores contratistas para cavar trincheras enormes para apilar cuerpos en el más completo anonimato.

Frente a esta situación el alcalde de la ciudad de Nueva York, Bill de Blasio, escudándose en que las morgues no dan abasto, ha afirmado que: "Obviamente, el lugar que hemos usado históricamente es Hart Island" (BBC, 2020)

Se trata de un territorio olvidado destinado para quienes no cumplen con los cánones del sueño americano y el slogan “Make America Great Again”; un lugar que ha sido utilizado por los últimos 150 años como un cementerio masivo para los “nadies”, como los llamara el difunto Eduardo Galeano.

Un cementerio para pobres y el olvido: El ejemplo de dos mundos para la crisis

Hart Island ha sido históricamente un centro de exclusión social. Sólo en 1985 fue utilizada como un centro de sepultura para personas con VIH, en donde 17 personas fueron enterradas allí, debido a que ninguna funeraria aceptó recibirles. En 1905 fue un reformatorio para jóvenes, así como un campamento yanqui en la Segunda Guerra Mundial. Y en el siglo XIX fue también la sección femenina del hospital psiquiátrico de New York, en donde según informes de 1880 se afirma que no era un espacio para el tratamiento, sino que “albergar” casos crónicos, es decir, un campo de concentración en medio de la nada para las “locas”.

Es así como Hart Island tiene el historial de ser el campo de concentración para jóvenes “rebeldes”, mujeres “locas”, personas que padecieron la mal llamada “peste rosa”, adictos, y muertos que por no llevan dinero en los bolsillos fueron condenados al olvido. Es así que en los últimos 150 años se han encontrado más de un millón de personas que han sido enterradas en Hast Island. Las fosas comunes en medio de la pandemia del COVID-19 sólo vienen aumentar los ritmos en los que se entierran a los pobres, evidenciando además una lógica histórica del sistema en la que hay una salud para bolsillos abultados, y otros para los zapatos gastados en las filas de solicitudes de empleo.

Con cifras de desempleo que llegan a los 16,8 millones de desempleados en las últimas tres semanas -cifra que el 89,6% de la población total de habitantes en Chile- y con la exponencialidad en la que aumentan los casos de contagios y muertes a causa del COVID-19 -y de la política criminal de Donald Trump, la cual además ya está comenzando a anunciar la apertura de los mercados, cuando eso implica mayores posibilidades de contagio- se espera que las trincheras cavadas en Hart Island vayan aumentando. Al día de hoy se estima que sólo en EE.UU hayan 714.215 contagios y 37.555 muertes.

El caso de Hart Island es hoy la postal de la irracionalidad del sistema actual. Es decir, se trata de un modelo económico a nivel mundial que puede asegurar viajes a escala mundial –en donde las visitas internacionales aumentaron de 800 millones a 1.400 millones entre 2010 y 2018-, pero que condena a los pobres a fosas comunes.

Es esta postal la que evidencia la lógica transversal a nivel mundial que se presenta en estos momentos. Se trata de una salud pública completamente desmantelada cual edificio post-guerra, a la que las personas más pobres y las masas trabajadoras son empujadas de par en par. Es así que para evitar la propagación de un modelo a la “Hart Island” y la extensión de esta fórmula yanqui se propague cual peste capitalista, es necesaria la propia organización de las sectores desposeídos, relegados, olvidados, las amplias mayorías explotadas, oprimidas, en contra de toda barbarie capitalista.

Referencias bibliográficas:

Peiro, Francesc (10 de abril de 2020) Fosas comunes en Nueva York por la crisis del coronavirus. La Vanguardia. Recuperado el 18 de abril de 2020 desde: https://www.lavanguardia.com/internacional/20200410/48406794088/nueva-york-fosas-comunes-coronavirus-estados-unidos-muertes.html

BBC (10 de abril de 2020). Coronavirus: New York ramps up mass burials amid outbreak. BBC. Recuperado el 18 de abril de 2020 desde: https://www.bbc.com/news/world-us-canada-52241221

El País (9 de abril de 2020) La fosa común para muertos con coronavirus en Nueva York, en imágenes. El País. Recuperado el 18 de abril de 2020 desde: https://elpais.com/elpais/2020/04/09/album/1586457256_299548.html#foto_gal_1


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