El gobierno ofrece a la OTAN el puerto de Maò para las fuerzas navales implicadas en su apoyo a Ucrania o Israel. Se mantienen los envíos de armas a Ucrania, se prorrogan los presupuestos militaristas aprobados con el “sí” de Podemos en 2023 y se amplían las misiones militares en Europa del este.
Santiago Lupe @SantiagoLupeBCN
Viernes 29 de marzo
Este viernes las portadas de los medios europeos amanecían con las declaraciones del primer ministro polaco, Donald Tusk, alertando que “estamos en una época de preguerra, no exagero”. Polonia mantiene así el papel de adelantado en el redoble de tambores de guerra de los diferentes gobiernos de la UE en las últimas semanas.
En esta escalada de declaraciones ya escuchamos recientemente a Macron, llegando a insinuar la posibilidad de una intervención directa de tropas francesas o de la OTAN en suelo ucraniano. Nada desdeñable, viniendo del “bonaparte” que dirige la principal potencia militar de la UE, y la única nuclear.
Pero el gobierno “progresista” presidido por Sánchez no se ha quedado atrás. Su ministra de Defensa, Margarita Robles, nos advertía hace un par de semanas que “la amenaza de la guerra es total y absoluta” y que el problema es que “la sociedad no es del todo consciente”. Pero además de las palabras, el belicismo imperialista del gobierno de coalición se está trasladando a políticas bien concretas.
Robles recordaba que el compromiso OTAN de elevar el gasto militar al 2% del PIB para 2030 se mantenía firme. La prórroga de los Presupuestos de 2023 no supondría ningún problema. Estas cuentas fueron acordadas entonces con lo que hoy es Sumar y Podemos, y ya incluyeron un aumento histórico del 26% de la partida de Defensa. Para empezar a definir la participación española en el rearme del imperialismo europeo, Sánchez invitaba y se reunía estos días en Moncloa con los representantes de la industria armamentísitica nacional.
Sobre el resto de compromisos inmediatos, todo en orden. Los envíos de armas a Ucrania se mantienen y el contingente militar español en Europa del este es ya de 1.700 efectivos. Como guinda del pastel, en pleno viernes de Semana Santa, con el país de vacaciones y los telediarios hablando del tiempo y procesiones… se filtraba que la OTAN dispondrá del puerto de Maò, en Menorca, como nueva base naval - junto a las de Rota y Cartagena - para dar apoyo logístico a la Operación Sea Guardian de la Alianza Atlántica.
Este dispositivo tiene, entre otros objetivos, garantizar la “libertad de circulación en el Mediterráneo”, con lo que podría intervenir contra posibles acciones como las realizadas en el mar Rojo por los hutíes en exigencia del fin del genocidio en Palestina. Pero, además de los objetivos sobre el papel, tanto los puertos españoles como las fragatas desplegadas junto a otras de la Alianza son parte del despliegue marítimo de apoyo a Ucrania o al genocidio israelí llevado adelante en Gaza.
Este es el caso de la fragata Méndez Núñez y el buque de aprovisionamiento de combate Patiño, integrados en la flotilla que acompaña al portaviones estadounidense Gerald R. Ford, el mayor de su flota, enviado en noviembre a través del Mediterráneo en apoyo preventivo ante posibles represalias de estados vecinos contra el Estado de Israel por el genocidio en curso. Un papel de guardarle las espaldas a Netanyahu desde el mar, similar al que cumplen los 600 soldados españoles en el sur del Líbano, velando porque no sufra ningún ataque en su frontera norte.
Toda una agenda de militarismo imperialista que el PSOE lleva adelante con el respaldo de sus socios de gobierno de Sumar, que se mantienen entre un silencio administrativo en muchas cuestiones - siguiendo el mantra de Yolanda Díaz de que “la política exterior es competencia del presidente del gobierno” - o el apoyo explícito a la política de la OTAN y Sánchez en Ucrania.
Podemos por su parte, hace bandera de su oposición a esta política, aunque sin poder explicarnos todavía como casa esto con haber borrado de su programa desde 2015 la salida de la OTAN, haber puesto a Julio Rodríguez de candidato - general de la OTAN responsable de los bombardeos en Libia en 2011- o haber vendido los Presupuestos de 2023, en palabras de Ione Belarra, como una cuentas para “que paguen los ricos”, cuando lo que nos estaban colando era el primer cumplimiento presupuestario con la cumbre de la OTAN de Madrid.
Que la respuesta a esta escalada otanista y belicista del imperialismo español esté siendo tan baja, en relación con la magnitud de la amenaza que supone, solo puede explicarse con el rol asumido plenamente a partir de la entrada en el gobierno de coalición en 2019 de parte de IU, el PCE y Podemos. Un papel de pasivizador de las protestas sociales, desarrollado de la mano con la burocracia sindical.
Ante esta escalada, que como vemos no es solo discursiva, es necesario poner en pie un gran movimiento antimilitarista y antiimperialista que detenga la maquinaria de guerra. Es urgente que la izquierda que no es ni aspira a ser furgón de cola del PSOE, junto al movimiento antimilitarista, la izquierda sindical, la militancia de los sindicatos de clase y el resto de movimientos sociales, enfrentemos los planes del gobierno de coalición, que cuentan con el apoyo firme de la derecha y la extrema derecha en este punto. Para frenar la entrega del puerto de Maó, retomar la lucha por el cierre de todas las bases de la OTAN, tumbar los presupuestos militaristas y exigir la retirada de todas las tropas en el extranjero.
Santiago Lupe
Nació en Zaragoza, Estado español, en 1983. Es director de la edición española de Izquierda Diario. Historiador especializado en la guerra civil española, el franquismo y la Transición. Actualmente reside en Barcelona y milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.