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Una salida ante la crisis del neoliberalismo: ¿’Buen vivir’ o socialismo?

Bárbara Funes

Una salida ante la crisis del neoliberalismo: ¿’Buen vivir’ o socialismo?

Bárbara Funes

Ideas de Izquierda

Ofrecemos a nuestros lectores la quinta y última sesión de los círculos marxistas realizados por la revista Ideas de Izquierda México y el MTS.

Pobreza de amplios sectores, precarización de la vida y del trabajo, crisis ambiental, guerra en Ucrania, genocidio en Palestina, ¿dónde encontrar la esperanza de una salida ante la crisis de nuestro tiempo? Exploramos en estas líneas dos alternativas: el Buen vivir, cuya génesis se inscribe en la crítica al concepto del desarrollo y la perspectiva del socialismo.

En el contexto de conjugación de crisis económica estructural, crisis ambiental, crisis políticas y crisis social a nivel internacional se recupera la idea del Buen Vivir, del aymara sumaj qamaña y del sumak kawsay en quechua, un proceso que se considera en construcción y reconstrucción, que se plantea como una oportunidad para construir otra sociedad sustentada en una convivencia ciudadana basada en la diversidad y armonía con la Naturaleza, a partir del reconocimiento de los diversos valores culturales existentes.

Surge de la cosmovisión de pueblos indígenas andinos, donde la centralidad del territorio (que en un sentido amplio abarca bienes naturales, organización, es donde se vive y se convive) es un elemento fundamental. Se ponen en el centro los elementos que condicionan la acción humana: valores, visión de futuro, relación con el entorno, cosmovisión diferente a la occidental, surge de raíces comunitarias no capitalistas. Quienes lo postulan consideran que romper con lógicas antropocéntricas del capitalismo como civilización dominante y también con el mal llamado “socialismo real”, que surgió de la traición a los objetivos de la Revolución rusa y la burocratización de la URSS bajo la bota del estalinismo. Se plantea superar al capitalismo en tanto civilización de la desigualdad, sistema depredador y explotador.

Hay dos grandes vertientes. Un concepto de Buen vivir que sostiene el respeto hacia los los bienes naturales y la reciprocidad o cooperación entre culturas que conviven dentro de un mismo escenario. Otro que interpreta el buen vivir como una forma de adaptarse a la realidad contemporánea marcada por el “desarrollo”, en este último enfoque se encuadran los gobiernos posneoliberales.

A partir de la movilización de pueblos originarios en la primera década del siglo XXI, como la marcha de 2001 del movimiento zapatista y el caso de la guerra del agua en Bolivia en 2003, la idea del Buen vivir cobró vuelo, que como veremos, alberga distintos conceptos y perspectivas.

Para 2007, se incorpora el concepto de Buen vivir en la constitución boliviana, durante el gobierno de Evo Morales, en el marco del establecimiento como estado plurinacional, promocionado como un estado de nuevo tipo, pero que en realidad continuó siendo un instrumento de las clases dominantes. El primer ciclo de gobiernos “progresistas” en Latinoamérica, como Venezuela, Bolivia, Brasil, Argentina, adopta este concepto para sus propios fines. Algunas de sus características en común con la defensa de cierto nivel de protagonismo estatal (capitalista), acciones para reducir la pobreza, al mismo tiempo que mantienen un núcleo desarrollista basado en el extractivismo.

Esta inclusión en un marco constitucional tiene que ver con un mecanismo de apropiación de las demandas populares, como las de los pueblos originarios, para institucionalizarlas y pasivizar las luchas y movimientos que se pusieron en pie para obtener esas reivindicaciones.

Buen vivir en proyecto de nación del Morena

En el proyecto alternativo de nación 2018-2024 y en uno de los documentos puestos a discusión para ese proyecto, firmado por Sheinbaum, Arnaldo Córdova, Luciano Concheiro, Víctor Flores Olea (entre varios otros intelectuales y políticos) se incluye el Buen vivir, asociado al pueblo como sujeto, sentido de comunidad, de solidaridad, de respeto, de tolerancia. Postulan un nuevo estilo de vida donde las personas valgan por su trabajo, sus acciones solidarias, fraternidad, lealtad a normas de convivencia, aportes al bienestar de la sociedad.

Se plantea que la mayor fortuna de cada uno es el bienestar de todos, la más alta satisfacción estar bien con uno mismo, con nuestra conciencia, en la misma medida que se está bien con los demás, con la diversidad de prójimos, mediante la convivencia y el espíritu de servicio a la comunidad.

Se incluye el concepto de cultura en un sentido amplio, como modos de vida, maneras de vivir juntos, sistemas de valores, tradiciones y creencias y se plantea que México tiene una composición multicultural. Se afirma que las políticas públicas previas golpearon a comunidades y pueblos, se posiciona contra el “integracionismo” a partir de disgregación de sistemas sociales y despojo de recursos.

Se plantea la consulta y consentimiento previa a pueblos indígenas, autonomía en marco de unidad nacional. Se postula una asimetría positiva como un poner en práctica solidaridad y fraternidad que han estado excluidas de la vida nacional. Se oponen los derechos colectivos, la colectividad misma contra el individualismo exacerbado.
Como podemos ver, esta retórica se opone por el vértice a la imposición de megaproyectos, donde numerosas comunidades denunciaron que no se respetó su voluntad cuando se negaban al Tren Maya y otros proyectos, donde ni siquiera contaban con intérpretes que oficiaran de traductores en los diálogos con funcionarios y autoridades.

En el modelo de la nueva escuela mexicana también hay en el discurso una reivindicación de las culturas indígenas, pero ese discurso no tiene correlato en la realidad, ya que las y los profesores de lenguas indígenas enfrentan los avances de la precarización laboral y los bajos salarios, igual que otros sectores de trabajadores de la educación.

Pero hay otra arista crítica, que tiene que ver con la continuidad de las políticas extractivistas, un elemento que caracteriza a todos los llamados progresismos latinoamericanos, donde si bien López Obrador busca poner al Estado como rector con el cual negocien las trasnacionales mineras y de producción de energía, la explotación de los bienes naturales se realiza a partir de la devastación ambiental, la imposición de un clima de violencia exacerbada en regiones ricas en minerales y energéticos de la mano de la militarización, el desplazamiento forzado de comunidades enteras.

En el proyecto de la 4T, la noción de Buen vivir se da vinculada a la noción de adaptarse a la realidad del neodesarrollismo que postula el gobierno y convive con la noción de bienestar, asociada con niveles de ingreso o consumo, acceso a bienes y servicios.

Fragmento


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