Durante los años 60’ y 70’ se expandieron movimientos de estudiantes en distintos lugares del mundo que abrieron profundos cuestionamientos a la educación y al modelo capitalista. Ese movimiento de tiempos del mayo francés del 68’, con movilizaciones en contra de la guerra imperialista en Vietnam tuvo sus repercusiones en latinoamérica. En Chile se comenzó a hablar de cogobierno universitario y hoy, entre decenas de movilizaciones, con un genocidio en Palestina y condiciones de precariedad brutales, ¿la Universidad de Chile comienza a expeler ese olor a Reforma Universitaria que tuvo el 68’.
Martes 11 de junio
¿Qué es el cogobierno universitario?
Cuando hablamos de cogobierno en las universidades estamos hablando de democracia universitaria, pero no de la que están acostumbrados a decirnos que hay en nuestras universidades, como la Universidad de Chile, donde reina un verdadero régimen de democracia censitaria, con autoridades elegidas principalmente por un sector de académicos privilegiados con sueldos de gerentes, que mantienen a las y los funcionarios y estudiantes en condiciones de precariedad tremenda, como lo demuestran las movilizaciones en las facultades de artes y en odontología, entre otras, mientras que le entregan a algunos funcionarios la posibilidad de votar con porcentajes ínfimos de votación.
El cogobierno universitario, en nuestros términos, es el gobierno de la universidad por parte de todos sus estamentos: académicos, funcionarios y estudiantes. Estos, no solo tomarían las decisiones administrativas de la universidad, sino que también de los conocimientos que se impartirían, de los convenios o alianzas que tenga la universidad con otras instituciones, de la posibilidad de diversos sectores a ser parte de las universidades y del sentido que realmente tienen las universidades en la sociedad.
Se desprende de esto, que no es una cuestión puramente de democracia universitaria, sino que de la misma posibilidad real de autonomía dentro de las universidades. La demanda de cogobierno universitario se encuentra íntimamente ligada a la demanda de la elección universal de las autoridades universitarias, donde una persona perteneciente a la comunidad universitaria tiene un voto y no más que eso ni mucho menos un porcentaje dentro de las votaciones. El cogobierno entonces, se erigiría como una medida de democracia universitaria donde estudiantes, funcionarios y académicos eligen a sus autoridades unipersonales por medio de voto universal y por medio de estas toman en sus manos los destinos de estas instituciones educativas. Esto es lo que se venía discutiendo en la década de los sesenta y hasta el Golpe de Estado en septiembre de 1973 en Chile, inspirados también en el movimiento de Reforma Universitaria en Argentina.
La lucha por el cogobierno universitario en la Universidad de Chile
A finales del año 1967, el decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Hernán Ramírez Necochea, dio paso a un proceso a una discusión que terminó validando la idea de cogobierno y la idea de elegir al rector, pasando por encima de los acuerdos que mantenía el Consejo Universitario con la FECH en ese momento. Solo en ésta facultad, en Filosofía y Humanidades, se votó universalmente al rector. A raíz de esto, Eugenio Velasco, decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, propuso intervenir la facultad de Filosofía y Humanidades, pero sufrió un revés y terminó con la renuncia del rector Eugenio González.
A partir de allí y sobre todo desde el año 1968 hubo un proceso de lucha por la Reforma Universitaria, tiempo en el se que promovió la participación de estudiantes y académicos en los procesos de toma de decisiones, lo que hubiese marcado un cambio significativo en la estructura de gobierno de la universidad. Allí, los tres estamentos de la universidad velarían por la elaboración de políticas académicas y administrativas; la evaluación de programas y proyectos universitarios; la gestión de recursos y financiamiento; y la vinculación con la comunidad y el entorno social. Sin embargo, el proceso se vio truncado primero internamente y luego la discusión estudiantil que se daba a la par en otras universidades a nivel internacional (Francia y Argentina, por ejemplo) y nacional, con universidades como la UTE (actual USACH) se vio cortada totalmente por la irrupción de la dictadura militar en septiembre de 1973.
Actualmente, como mencionamos más arriba, ni el cogobierno ni la elección universal de las autoridades unipersonales existen. Las decisiones son tomadas por un puñado de autoridades que prácticamente no las elige nadie y donde estudiantes y funcionarios quedan a merced de sus decisiones. Las problemáticas asociadas a ésta forma de gobierno universitario son innumerables. Actualmente facultades de la universidad se han ido a paros y a tomas por problemas derivados directamente del autoritarismo universitario y de la forma en que se financian los distintos departamentos, facultades y proyectos.
Así, por ejemplo, la movilización abierta el 15 de mayo con el acampe en la Casa Central de la Universidad de Chile, pone en relevancia el problema de fondo de quiénes toman las decisiones de los convenios que mantiene la Universidad, en este caso con instituciones que desarrollan y funcionan hasta como sostén militar del apartheid sobre el pueblo palestino, el genocidio, la ocupación ilegal de tierras y la destrucción en masa de infraestructura educativa y sanitaria, solo por mencionar los crímenes más obvios que presenciamos desde octubre de 2023.
Además, las movilizaciones en facultades de Artes, con serios problemas históricos de infraestructura, con la reciente mutilación de un dedo a una funcionaria por responsabilidad de la precariedad laboral, con edificios hechos con material cancerígeno (asbesto, prohibido desde 2003), los alarmantes videos de las condiciones de la escuela de Odontología de la universidad, los paros en la facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas donde se caen vidrios que pesan más de 400 kilos o la erupción de problemas similares en las facultades del Campus Sur, evidencian un serio problema no solo de infraestructura y financiamiento, sino que también se abre la pregunta: ¿cómo llegamos a esta situación?
El punto de gravedad evidenciado con las movilizaciones apunta a una cuestión en común: el autoritarismo universitario y la falta de democracia triestamental universitaria. Mientras quienes conformamos la inmensa mayoría de la comunidad universitaria cursamos nuestras carreras y jornadas laborales en estas condiciones de precariedad, un puñado de autoridades elige nuestros destinos. Podrán decir que están más preparados pero la experiencia no lo demuestra. Es más, Alejandra Mizala, quien firmó la hora de entrada de Margarita Ancacoy sin darle medios de transporte y que finalmente fue asesinada llegando a su trabajo, fue ascendida a prorrectora.
Hoy, el ambiente en la Universidad de Chile expele un aroma a Reforma Universitaria, y estudiantes, académicos y funcionarios están llevando adelante movilizaciones que podrían o no abrir el camino a estos cambios estructurales que necesitamos y que fueron cortados por una de las dictaduras más sangrientas de la historia de nuestro país. Es ahora que podemos abrir la lucha por una nueva Reforma Universitaria, por el cogobierno triestamental, la elección universal de autoridades unipersonales y porque la Universidad de Chile retome la senda que la juventud revolucionaria de los años 60’ y 70’ tomó en sus manos como un horizonte posible. Posible porque era y es necesario.