El oligopolio Vicentín anunció que no puede pagar compromisos de deuda con los bancos y chantajea con la paralización de su producción, afectando a mil trabajadores en forma directa y a otro mil indirectamente.
Martes 10 de diciembre de 2019 20:51
La semana pasada, en un comunicado oficial, la agroexportadora anunció que “ha iniciado un proceso de reestructuración de pagos a partir de una situación de estrés financiero que afecta actualmente a la empresa”. La deuda total con los bancos es de 23.500 millones de pesos, de los cuales 18 mil son con el Banco Nación. En sus plantas de Ricardone y de San Lorenzo trabajan cerca de mil operarios.
Lo que no dice en su comunicado es que viene teniendo ganancias extraordinarias. El año pasado obtuvo ganancias por 1.800 millones de pesos y quedó ubicada como la sexta principal exportadora de Argentina, despachando cerca de 300 barcos entre granos, harinas y aceites. En el primer cuatrimestre de este año declaró que ya exportó 2,6 millones de toneladas en total, concentrando el 21% de la molienda de soja y el 24% de la de girasol del total nacional. Además, está asociada al grupo Glencore, la multinacional número uno en manufactura de alimentos y comercialización de materias primas en el mundo.
Vicentín apostó al macrismo y recibió sus beneficios. Tras el anuncio del plan de quita de retenciones del 2015 inició un plan de expansión de su producción y ampliación de su capacidad de molienda y su puerto propio, financiado en gran parte por el Banco Central. Es la principal aportante de la campaña de Mauricio Macri, aportando entre las PASO y las generales, 16,5 millones de pesos. Frente al cambio de gobierno, el anuncio de la paralización de las plantas parece más bien un chantaje frente a posibles retenciones.
Las cerealeras y exportadoras han sido unas de las grandes ganadoras de los años del macrismo y el kirchnerismo. En los últimos años jugaron también un rol central en la imposición de la política económica: no solo fueron impulsoras y beneficiadas con cada devaluación, sino que, por su peso en la cadena de producción alimenticia, impulsaron la remarcación de precios y la especulación, que arruina los bolsillos de los trabajadores. Impusieron también su peso lobbysta, impidiendo la aplicación de un impuesto de tan solo ¡uno por ciento! a sus ganancias que el gobierno de Santa Fe quiso aplicar para subsidiar el precio del trasporte.
Al mismo tiempo, en sus plantas y puertos, las ganancias se generan en base a la precarización laboral, con sub contratos y jornadas de 12 horas, en condiciones que llevaron a la muerte a cuatro trabajadores y a constantes y graves accidentes en los últimos años.
Un pequeño grupo de cerealeras y agroexportadoras concentra la principal exportación de Argentina desde puertos propios. Imponen además las políticas inflacionarias y devaluatorias que hunden en la pobreza a millones en el país. Ellos son corresponsables de la crisis que hoy quieren descargar sobre los trabajadores: son los grandes ganadores del macrismo. Afectando sus intereses y ganancias en serio, podemos solucionar el hambre o financiar planes de vivienda e infraestructura. Cosa que ningún gobierno se jugó a desarrollar.