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Red Internacional
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Polo industrial de Ezeiza. Vivet despide y discrimina a la primera operaria mujer de la planta

La empresa de alimentos veganos, fundada por el CEO Gabriel Busso, emplea alrededor de 50 trabajadores. Su crecimiento tiene como base la precarización laboral y paupérrimas condiciones de trabajo bajo la bandera de “Basta de opresión animal".

Jueves 23 de noviembre de 2023 21:51

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Desde el mismo lunes posterior a conocer los resultados del ballotage, con el presidente electo Javier Milei de La Libertad Avanza, se empezaron a realizar amenazas, y rumores sobre la permanencias de puestos de trabajo en empresas públicas y privadas.

En el caso de Vivet, que tiene su sede en el Polo Industrial de Ezeiza, tuvo lugar un despido ilegal y persecutorio este martes: despidieron a la única operaria mujer en la planta.

Los motivos del despido se deben a que finalizó el supuesto "período de prueba”, que se dio en el marco de la ilegalidad y sin registro formal, lo que se conoce como trabajo no registrado. Se trata de una modalidad que utilizan las empresas para fomentar la precarización laboral y aprovecharse de la necesidad de un empleo que tienen hoy miles de trabajadores y trabajadoras.

Este despido no solo es ilegal, sino que se da en el marco de una gran crisis que atraviesa la clase trabajadora en su conjunto.

La Izquierda Diario recolectó algunos testimonios para dar cuenta del trato de la empresa hacia los empleados, contado desde adentro:

“Todo aquel que denuncie estas condiciones laborales, que reclame por derechos dignos y por la regularización de su situación laboral tiene la misma respuesta: te despiden, discriminan y recibís aprietes por parte de la patronal”, contaba la trabajadora despedida.

-¿A qué te referís cuando mencionés la “discriminacion”?

“La discriminación tiene que ver con los pocos espacios de inclusión que hay dentro de esta empresa, con la explicación de que el rubro logística ’no está preparado para que trabajen mujeres’. Es por eso que se negaron a darme uniforme de trabajo, elementos de seguridad básicos como zapatos de seguridad y faja. Estuve meses trabajando sin tener garantizadas condiciones dignas. Me negaron darme un uniforme, pero sí se lo dieron al resto de trabajadores varones. Un claro ejemplo de discriminación laboral. Nos quieren expulsar a las mujeres de las fábricas, cuando las que no están preparadas son las empresas para dar condiciones dignas y derechos laborales” .

“Si faltás por enfermedad, te empiezan a perseguir. Yo me pregunto: ¿cómo no nos vamos a enfermar? Si trabajamos haciendo picking de alimentos congelados, dentro de una cámara de frío a menos de 17 grados. Sin tener una campera en buen estado para poder abrigarnos”, continuaba su relato.

La denuncia ante este accionar devino en aprietes y una seguidilla de acoso continuo para todo aquel que se manifieste en desacuerdo con esta modalidad de trabajo, precaria y fuera de la ley.

La persecución del personal sobrepasó el ámbito de las tareas profesionales. Múltiples ocasiones han sido escenario para la acción de la violencia psicológica que establece la empresa para con sus empleados, al punto de rechazar días por enfermedad y obligar a trabajar, dando tareas para hacer “desde casa” aun estando enfermo.

Varios de los empleados que hoy son parte de la plantilla están “fuera de convenio”, un recurso utilizado para que los trabajadores no tengan sindicato y no accedan a ningún espacio donde poder reclamar. Quienes han sido empleados se ven obligados a tener que renunciar continuamente.

Una extrabajadora comentaba: “Me vi obligada a renunciar por la constante presión de cumplir con el trabajo en días de enfermedad y no poder sostener mi salud, educación, y trabajo al mismo tiempo. Pude notar que en mi liquidación final me habían descontado días de estudio que sé que me corresponden por ley. Incluso antes de informarme si mis días de estudio habían llegado al límite impuesto por la ley, y avanzar sabiendo que iba a salir de mi propio sueldo, decidieron unilateralmente sacarme dinero y jamás me hubiese enterado si no hubiese renunciado”.

Un trabajador actual de Vivet explicaba "Hace años que estoy, he visto en carne propia cómo avanzaron con malos tratos y cero compañerismo con la primera mujer que trabaja en el depósito de Vivet por parte de los encargados: ellos hacen diferencia entre los diferentes sectores. Como si fuésemos trabajadores de segunda, con respecto a los sectores de oficina, por ejemplo. Desde que llegué hubo un sinfín de ocasiones donde se me han hecho comentarios directos sobre los demás compañeros y operarios de toda la planta, de manera en la cual se desprestigió su situación laboral, económica, y hasta se los veía como menos según el puesto que ocupaban”.

Despedir también es violencia

Frente a los ataques que empieza a haber y los rumores sobre despidos, probable privatización y recortes en el incierto plan de Javier Milei, con la preparación del equipo que lo va a acompañar en el próximo gobierno, comenzó a dar lineamientos de su política de ajuste total y reforma del Estado. Su lucha contra la "casta” empieza a configurarse en despidos de trabajadores y congelamientos salariales de patronales que aunque no haya asumido se sienten envalentonadas, mientras terminan nombrando a integrantes de la verdadera "casta" como Patricia Bullrich y Luis Caputo en el nuevo gabinete de ministros.

Hay algo concreto y seguro de lo que sí podemos hablar, y es la organización y resistencia que se empieza a preparar de distintos sectores de trabajadores que se empiezan a organizar en asambleas, antes de que asuma el nuevo presidente. Distinto a algunos sectores del oficialismo que felicitan al nuevo presidente electo, y apuntan a una “transición ordenada”.

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Totalmente contrario a quedarse de brazos cruzados frente a la crisis y ajuste que ya se siente en los bolsillos, y con los despidos que afecta mayormente a mujeres y jóvenes, los trabajadores tenemos que organizar esa resistencia y unir lo que la patronal quiere dividir.
Salir a las calles es nuestra salida para demostrar la fuerza que tenemos cuando nos unimos junto al Movimiento de Mujeres, y la comunidad Lgbtiq+ que se preparan para una gran movilización este 25N en el día Internacional contra la Violencia Machista, en la que Pan y Rosas se suma a la acción global feminista en apoyo a las mujeres de Palestina que enfrentan un genocidio.

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El movimiento de mujeres conquistó sus derechos en las calles y ahí es donde los va a defender. Es el momento para que los precarios, jóvenes y de todos los sectores salgamos a las calles llevando nuestros reclamos, también contra los despidos, la persecución dentro de las fábricas, el ajuste y la quita de derechos.