Una reseña y análisis crítico de la última película de la saga mutante, X-men: Apocalipsis de Bryan Singer.
Miércoles 22 de junio de 2016
De las entrañas de Egipto, hace 3.600 años A. C., una especie de Dios del Viejo Testamento llamado En Sabah Nur (Oscar Isaac) despierta en 1983 para destruir la Tierra y reconstruirla a su imagen y semejanza, salvándola de sí misma y de su creencia en los falsos dioses. Ante esta nueva amenaza, Xarles Javier (James McAvoy) y su equipo de mutantes toman manos a la obra y buscarán la manera de acabar con el peligro que acecha.
Desconociendo las razones que lo llevan a Sabah Nur a tan colosal objetivo, lo poco que se sabe es que en realidad es el primero de los mutantes de la historia y que tiene un delirio de grandeza que lo lleva a creer en la idea de que solo merece sobrevivir el más fuerte. Y, aunque en el cómic se sabe que es su padre adoptivo quien le inculca dicha idea a partir de una supuesta profecía, en el caso de la película las causas se mantienen incógnitas.
También se desconocen las razones por las que Apocalipsis decide elegir a Ángel (interpretado por Ben Harly), Tormenta (Alexandra Shipp), Psylocke (Olivia Munn) y a Magneto (Michael Fassender) como sus cuatro jinetes, o al menos no se pueden deducir del desarrollo de la película. Sin embargo, y dado que toda ficción es una creación humana, se debe buscar las razones en otro lado. En este caso, en Bryan Singer, el director de la película, quien adapta a estos personajes y quien carga consigo el peso de las ideas y cultura de las relaciones sociales del sistema actual.
En una entrevista hecha por Collider, ante la pregunta de cómo describía a “su” Apocalipsis, Singer explica que necesitó investigar acerca de los cultos a lo largo de la historia. Su objetivo fue pensar a este personaje como un líder religioso, y como tal, su “súperpoder” es la persuasión, comprender qué es lo que él necesita y a quién necesita para conseguirlo. Es por esto que su objetivo de dominar al mundo se entrelaza con sus cuatro Jinetes del Apocalipsis: Muerte, Guerra, Hambre y Peste.
Sin embargo, aunque parezca algo “extraño”, solo dos de los jinetes representan realmente esas entidades bíblicas: el primero es el conocido Magneto, quien representará el papel de un hombre que nuevamente pierde todo lo que ama –recordemos que en su infancia perdió a sus padres en Auschwitz-, esta vez a su hija y a su esposa, con quienes había empezado una nueva vida en Polonia, alejado de los problemas, es el causante de que Erik se convierta en el jinete de la Guerra. El segundo es Ángel, quien ya tuvo el papel de jinete de la Muerte en los comics, y que se convertirá en Arcángel. En este caso, de todas formas, la película no da muchos argumentos de por qué se une a la “familia” de Nur, sino que se basa en la anterior película, X-men: The Last Stand, para darle fundamentación, en donde lo muestran como el hijo de un multimillonario que rechaza su condición de mutante e intenta “curarlo” quitándole sus poderes.
Hasta acá todo parece tener sentido.
Sin embargo, los otros dos personajes que ocupan el rol de jinetes, no parecen representar al “Hambre” o a la “Peste”. Sino, como una innovación “brillante” de la mente de Singer, imperceptible para quienes solo ven la película y desconocen los fundamentos, Tormenta y Psylocke representarían algo así como… la “Juventud” y la “Sensualidad”. En sus propias palabras, hablando de los “cultos” y los roles de los jinetes: “También hay una facción de jóvenes, aquellos que tratas de seducir y crezcan en tu culto, los jóvenes cuyas mentes son maleables; y por último el componente sexual, porque los líderes de culto tienden a sexualizar su posición y tienen sexo con la mitad de la gente en su culto”. Así, deja implícito quiénes representan esa facción de jóvenes y el “componente sexual”: dado que Magneto ya es el “militar” y Ángel el “guardián”, son las mujeres las que deben tomar los otros papeles. Así, los hombres, aunque sean “herramientas” de Apocalipsis, son elevados al nivel de quienes mueven el mundo como políticos o guerreros, y las mujeres, quienes deben usar su juventud y sensualidad para prevalecer. Apocalipsis más que reconstruir un nuevo mundo, libre de toda su corrupción y autodestrucción, parece dedicarse a reproducir los estereotipos a los que son relegadas las mujeres, no con el objetivo de destruir al mundo ficticio con estos personajes, sino seducir a “los jóvenes cuyas mentes son maleables” del público al que se dirige la película.
Quizás como contratendencia debemos considerar que personajes femeninos como Mystique (Jennifer Lawrence) son puestos a la cabeza –aunque sea por momentos- de las batallas épicas de la película, siendo una de las heroínas que demuestra la inspiración que puede generar en la juventud de mutantes como libertadora y a su vez su capacidad de liderazgo, que la lleva a organizar al futuro equipo X-men para salvar a Xavier. Y también podemos otorgarle crédito al papel que juega Jean Grey, protagonizada por la conocida Sansa de Games of Thrones (Sophie Turner) y la profundización de su pasado, que muestra su poder oculto como futuro Fénix. Aunque lamentablemente personajes como Tormenta y Psylocke son presentados muy superficialmente, a pesar de tener mucho potencial y ser muy importantes en la trama general de X-men.
De todas formas, Singer, que vio en Charles Xavier y Magneto las representaciones de Martin Luther King y Malcom X (dirigentes de la lucha antirracista en EEUU), o que ve en la mutación de los personajes y su discriminación por la gente no-mutante una relación la homosexualidad, reproduce, aunque de forma sutil y en lo que respecta a la elección a sus “jinetes” del Apocalipsis, ciertos estereotipos otorgados a las mujeres como objeto de deseo para los jóvenes que ven la película.
A las preguntas que se hacían las activistas de Guerrilla Girls a mediados de los ’80 en Estados Unidos de si las mujeres tienen que estar desnudas –y, en este caso, ser jóvenes- para tener cierto peso en la cultura, películas como X-men: Apocalipsis parece responderles, de forma muy velada, que sí, que es necesario hasta para los proyectos más “celestiales” del Dios del Viejo Testamento.
A pesar de esto, la película tiene cierto encanto. Con escenas memorables como la de QuickSilver (Evan Peters), o el interesante recorrido de los primeros pasos de Cíclope (Tye Sheridan) y Jean Gray (Sophie Turner) en la academia de Xavier, podemos pasar el rato entretenidos. Desde un punto de vista personal, es una de las películas más pobres de la saga de Singer. El poco desarrollo de varios personajes –en especial de Tormenta y el mismo Apocalipsis-, el dejar a un lugar completamente secundario a Júbilo (Lana Condor), que fue uno de los personajes importante de la saga animada, y la típica trama del Bien contra el Mal le quitaron bastante potencial.