En este 19 uruguayo vale rescatar del olvido a todos aquellos anónimos del 69, que se atrevieron a luchar en las calles contra la opresión y la miseria, para continuar la pelea por alcanzar lo que ellos no pudieron.
Jueves 7 de noviembre de 2019
En el 69 uruguayo, aquel del “arriba nervioso y el abajo que se mueve”, se planteó la discusión de la huelga general política para el derrocamiento revolucionario de un gobierno asesino. Hacía más de un año obreros y estudiantes luchaban, combatían contra el ajuste y la represión, en una de las mayores gestas de combate de las clases oprimidas en el Uruguay. Se dio la discusión entre los trabajadores, para derrocar a Pacheco, pero ganó la moderación de los que se fueron a construir un frente electoral impotente frente a los planes contra revolucionarios que preparaba la reacción.
En el 19 uruguayo se olvida al obrero fusilado, al anarquista y sus huelgas, al socialista organizador de su clase, al militante de la resistencia, torturado/a, violado/a, asesinado/a, desaparecido/a. Anónimos y olvidados en su mayoría y por la mayoría.
En el 19 uruguayo reina el orden y la civilidad burguesa. Se sigue a pie juntillas las reglas de la “democracia” de la impunidad y la infamia. Por más que se intuya que se preparan las fuerzas para declararnos la guerra, como lo hace Piñera hoy contra el pueblo chileno o como lo hizo Pacheco hace más de cincuenta años.
En el 19 uruguayo y en lo que vendrá, no alcanzará con ser los santurrones de la razón, “el sentimiento” y “el amor”, para conformarse enseguida con una derrota pacífica. Aquellos que tengan la razón del pueblo trabajador, la llevaran en sus cuerpos, en sus luchas y con las armas en las manos si es necesario, para defenderla frente a la barbarie.
En el 19 uruguayo reina para muchos el mito reiterado de la vuelta a la infancia batllista, a esa patria pacata, a esa carne podrida que nos niega la memoria. De figuritas repetidas en los altares de bronce progresistas de los Artigas, los Batlle, los Wilson Ferreira, los Seregni, donde se reiteran los sermones mitológicos llenos de frases huecas. El pacato sueño del país capitalista ejemplar, en el mundo del horror.
En el Uruguay del 19, el monstruo al que muchos temen portará las múltiples caras de bronce para mejor fritar consciencias, para mutilar y asesinar los cuerpos rebeldes. En este Uruguay del 19, se carga con el peso de esos muertos “ilustres” (que merecen su buena patada en el trasero), se carga con el mito de la patria pacata y racista, de la “bien nacida” Suiza de América, la “distinta” a Latinoamérica, macartista y represora de obreros.
El 19 uruguayo es una parte del capitalismo herido, que intenta levantarse sobre nuestra sangre y tiempo. En este 19 uruguayo elijo a mis hermanos: en el chileno mutilado y asesinado por la reacción, en el indio latinoamericano que lucha por su comunidad, en el catalán que pelea contra la opresión del Estado español, en las mujeres kurdas que se defienden de la barbarie, en el gurí pobre hostigado, golpeado y asesinado por la Guardia Republicana.
Muchos hacen el amor por izquierda con esa patria pacata de la Suiza de América, con ese mito de la excepcionalidad nacional capitalista, con esa “razón popular” ¡Sí esa llena de orden y progreso! Esa misma neobatllista y macartista que reprimía las huelgas de los Gremios Solidarios. Esa misma, la hermana de la paz y la normalidad de lo que está todo mal. Esa misma, la nacionalista, la de las bestias jadeantes de sadismo y odio. Esa misma, la de los “militares patriotas”, violadores y asesinos de compañeros y compañeras. Esa misma con el arma erecta y fusiladora de maestros y maestras en los cuarteles de la dictadura y de los pibes pobres en el Cerro, ante el silencio infame de casi todos. Esa misma ¡sí!, la que lleva el arma humeante hace cuarenta años o hace cinco o ahora.
En este 19 uruguayo vale rescatar del olvido a todos aquellos anónimos del 69, que se atrevieron a luchar en las calles contra la opresión y la miseria, para continuar la pelea por alcanzar lo que ellos no pudieron.