Para entender las decisiones económicas de la dictadura es necesario repasar la crisis capitalista internacional que comenzó en el año 1973 y la decadencia del último gobierno peronista que no pudo contener a una experimentada vanguardia obrera.
Miércoles 22 de marzo de 2017 12:59

Del 55 al 73, un periodo de internacionalización de la economía
Desde el derrocamiento de Perón en el 55 hasta su vuelta en el 73, la economía Argentina se caracterizó por la inserción de diferentes sectores del empresariado internacional. En estos años se radicarán las grandes plantas automotrices que darán origen a la Córdoba industrial y al cordón de la zona norte del Gran Buenos Aires. La inversión extranjera se colocó principalmente en los mercados dedicados a cubrir el consumo interno, generando conflictos internos en la burguesía local ya que tenía serias desventajas a la hora de competir con el capital extranjero. Una disputa de sectores interburgueses, que competirán por hegemonizar su postura, mantener sus privilegios y guiar la política económica hacia sus propios intereses.
En los números, las décadas previas muestran periodos de crecimiento en términos del PBI, pero con una participación del salario en los ingresos en torno al 42% en promedio, un valor lejano al fifty-fifty del periodo más “celebre” del peronismo. Esta última era la consigna política de la vuelta del peronismo, tanto de su casta política como los diferentes referentes de las burocracias sindicales.
Los gobiernos golpistas de la época iniciaron una ofensiva hacia la clase trabajadora, cercenando derechos conquistados en periodos previos, como la eliminación por parte del ministro Vasena de las convenciones colectivas de trabajo, reservándose para él la elección de la remuneración y constante persecución directa a la vanguardia obrera. Un periodo que, como la historia en general, tiene un movimiento obrero en la escena política, con el “Cordobazo” como principal ascenso obrero e insurrección popular que fue el principio del fin de la dictadura gobernante autodenominada “Revolución Argentina”.
Crisis capitalista internacional y un “pacto social”
El principio de la década del 70 se caracterizaba por una crisis capitalista abierta de las grandes potencias mundiales, que cierra el ciclo favorable del capitalismo de posguerra, donde la recuperación de Japón y de varios países europeos generaron nuevos roces interimperialistas. El hecho culmine fue la decisión de los países miembros de la OPEP de no vender petróleo a aquellos países que habían apoyado a Israel durante la guerra contra Egipto y Siria, entre estos países estaba Estados Unidos y sus aliados de Europa Occidental. Este aumento sustancial del precio del petróleo aceleró el proceso inflacionario que ya afectaba a los países imperialistas y semi-coloniales como Argentina.
La política clave de Cámpora y Perón fue la del “Pacto Social”. Parte de la suerte del gobierno peronista dependía de esta medida que consistía en un acuerdo entre las centrales sindicales, sectores de la burguesía nacional “mercadointernista” y el Estado, para evitar nuevos ascensos obreros como el Cordobazo que amenazaban la estabilidad del sistema capitalista.
Los objetivos económicos de Gelbard, ministro de la época, eran disminuir la dinámica inflacionaria pero sin afectar directamente el salario real que ya se había visto sustancialmente disminuido en décadas anteriores. Por lo cual, luego de permitir aumentos en los servicios públicos, fueron congelados los precios de todos los bienes y servicios, y aumentaron los salarios y otros tipos de remuneración un 20%, que serían revisados un año después, eliminando así las paritarias. El año 1973 se mostró una disminución de la inflación del 61% de 1972 a 17% en 1973 y con un aumento del salario real del 13,3%. Estos primeros éxitos en términos económicos fueron de corta duración. La nueva coyuntura económica internacional, antes descripta, le jugara una mala pasada al “Pacto Social” y la tendencia inicial favorable empezara a revertirse. A fin de año los precios de los insumos externos comenzaron a elevarse rápidamente y el precio de las exportaciones argentinas cayó, es decir, una caída en los términos de intercambio, lo que profundizará la situación vulnerable del sector externo afrontando así, una nueva crisis de “restricción externa”(1). El salario real volvía a verse disminuido cuando el gobierno peronista en conjunto con las burocracias sindicales pautaban un 13% de aumento salarial, mientras que se estimaba una inflación del 24%. Mientras tanto, las patronales trasgredían sistemáticamente los precios prefijados, iniciando un aumento de los productos básicos en mercados ilegales y un aumento del desabastecimiento.
La decadencia del gobierno peronista de Isabel
Posterior a la muerte de Perón y la asunción de Isabel se desplazó a Gelbard y asumió como ministro de economía Alfredo Gómez Morales. En este breve período comenzó a aparecer la figura de José López Rega, que planteó un giro en las políticas económicas buscando el beneficio de las fracciones concentradas del capital local y financiero, a fin de imponer una nueva hegemonía en el seno de las clases dominantes. Esta nueva distribución del poder al interior del capital exigía asestar un golpe muy duro a las condiciones de vida de las masas y sus conquistas históricas. El aumento sustancial de la inflación en el año 1975, de 24,2% en 1974 a 182,8% y la falta de respuestas del ministro Morales determino el fin de su breve ciclo y la aparición del ministro Celestino Rodrigo, que a dos días de su asunción tomó un paquete de medidas que implicaban una fuerte devaluación del peso, rebajar calamitosamente el salario y hacer frente a la deuda externa, cediendo así a las presiones reclamadas por el capital financiero. Se establecía una agresiva política exportadora, tanto de productos agrícolas como industriales, esperando que las ganancias obtenidas sean reinvertidas en el país y que la política devaluatoria solucionara el desbalance del sector externo. Estas medidas fueron acompañadas de una fuerte expansión de deuda externa, donde en 1973 era de 4.890 millones de dólares y en el año 1975 de 8.085 millones.
La respuesta de la clase trabajadora a estas políticas reaccionarias, que afectaban directamente su poder de compra, fue prácticamente inmediata. Desde el Cordobazo se abrió una nueva etapa en el movimiento obrero, dando enormes saltos en la experiencia de lucha, autorganización y conciencia de clase junto con el movimiento estudiantil. Se desplegó así lo que denominamos como Jornadas revolucionarias de Junio y Julio de 1975, donde tuvieron un rol preponderante las formas de organización como las “coordinadoras interfabriles”, que terminaron con el primer paro general a un gobierno peronista, la homologación de los Convenios Colectivos de Trabajo, el fin al plan Rodrigo y la posterior renuncia del ministro de Economía y José López Rega.
Un ajuste a sangre y fuego
El gobierno de Isabel hizo un último intento por revertir la decadencia económica nombrando como ministro a Emilio Mondelli, anunciando el “Plan Nacional de Emergencia”, una suerte de reedición del Plan Rodrigo. El país se subordina al fondo Monetario Internacional utilizando un plan de estabilización a partir del cual se obtendría un préstamo “stand-by”(2) que permitiría aliviar la dura situación económica. Se modificaba la Ley de Inversiones Extranjera, proponiendo la privatización de empresas públicas. Se determinaba un escueto aumento salarial del 12%, congelando así el salario por 6 meses. Es así como, los sectores empresariales verían finalmente la liberación de los precios y el establecimiento de un mercado único de cambios con una tasa devaluada. A pesar de estas generosas concesiones, los empresarios ya tenían decididas sus simpatías en un sentido muy distinto a la continuidad de Isabel, fuera cual fuese su plan económico. Los intentos por parte del gobierno de persuadir a la burguesía de que se aplicaría un programa a su medida no resultaban. La agenda de la clase dominantes y sus protagonistas eran los militares.
El 24 de Marzo de 1976 se produce el golpe que implantó un esquema económico caracterizado por el congelamiento de salarios, una devaluación abrupta del peso y una nueva caída del salario real que venía en descenso hace años. Se desregulo la inversión extranjera, otorgando igualdad de derechos al capital transnacional con respecto del nacional y se unifico el tipo de cambio planteando así una política económica subordinada al capital internacional muy similar al Rodrigazo. Estas medidas solo pudieron implementarse con el terrorismo estatal que liquidara la experiencia militante de la vanguardia obrera con la desaparición de delegados de base, la aparición de campos de concentración en las principales empresas del país y la asociación represiva entre patronales, gerentes y militares.
Es por esto que es necesario remarcar que fue un genocidio de clase, donde la dictadura tuvo como principal objetivo eliminar a un sector de izquierda de la vanguardia obrera que no se conformaba con el sistema de producción capitalista, traumatizando a la sociedad con una dosis de terror suficiente para asegurarse que no habría ninguna tentación ulterior de reincidir en desafíos revolucionarios contra el orden social vigente.
(1) Estas crisis se producían cuando la disponibilidad de moneda mundial (dólar) que se obtenía a través del comercio exterior, las inversiones extranjeras, o el crédito externo, caía a niveles insostenibles para la marcha de la economía.
(2) Es un servicio de crédito otorgado por el FMI que proporciona asistencia financiera a los países de bajo ingreso con necesidades de balanza de pagos a corto plazo.