Las calles de Santiago de Compostela se llenaron para defender los derechos nacionales del pueblo gallego. Al mismo tiempo, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo participaron de un acto con el Rey por la reaccionaria y religiosa festividad del Apóstol, con una fuerte presencia policial y militar.
Martes 27 de julio de 2021
Fotos: NOS Diario
La fecha y su significado para nuestro pueblo
Los orígenes del Día da Patria Galega se remontan al 1919, cuando se celebró la segunda “Asemblea Nazonalista” de las “Irmandades da Fala”, donde se decide que sea el 25 de Julio, coincidiendo con la festividad del apóstol Santiago el Mayor. La otra opción que se barajaba era el 17 de Diciembre, siendo este el aniversario de la decapitación del mariscal Pardo de Cela en Mondoñedo, un noble gallego que luchó contra los Reyes Católicos en el siglo XV.
La celebración de esta fecha se prohibió durante la dictadura de Primo de Rivera desde el 1924 hasta 1931. Durante la Segunda República se retomaron los actos, pero se volvieron a prohibir durante el franquismo. El régimen franquista “institucionalizó” la celebración, haciendo a Santiago el Mayor “Patrón de España”, y pasó a ser una festividad estatal. Esto tenía el objetivo de desvirtuar la fecha y quitarle todo contenido de reivindicación de la lengua y cultura gallegas. Sin embargo, continuaron las celebraciones en el exilio en Buenos Aires.
En 1968 la UPG (Unión do Pobo Galego) realizó una manifestación en la Alameda de Santiago de Compostela, de forma clandestina, la cual acabó con fuertes enfrentamientos con la policía franquista. Lo que coincidía con un crecimiento de la lucha de clases a nivel mundial y con un auge de la lucha antifranquista en todo el Estado, dándole a esta fecha el carácter combativo.
La imagen de la vergüenza: la división águila dibujó los colores de la rojigualda el Día de Galicia
El 2021 es Año Jacobeo, o año Santo, y se alargará hasta el 2022 por motivo de la pandemia. Por este motivo el acto del Apóstol fue más pomposo de lo normal. Asistieron los reyes Felipe VI y Letizia, acompañados de la princesa Leonor y la infanta Sofía. Junto al Hostal de los Reyes Católicos, en la Praza do Obradoiro, los esperaban Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta de Galicia, Pedro Sánchez, presidente del Gobierno y las vicepresidentas primera y segunda del gobierno central Nadia Calviño y Yolanda Díaz. Sí, la ministra que se hace llamar “comunista”. Mientras esto ocurría, la Patrulla Águila atravesó los cielos de Santiago pintando los colores de la bandera de España hasta en 2 ocasiones, provocando los abucheos de los miles de personas que se manifestaban a pocos cientos metros de allí, en la Alameda.
O fume vaise. O orgullo de sermos permanece. ✊#GalizaSenLimites pic.twitter.com/mHnN4y1y7C
— BNG (@obloque) July 25, 2021
Hubo una gran presencia policial y controles a los accesos a la Praza do Obradoiro y otras calles de la ciudad. Además, se produjo una parada militar para recibir al Rey. Se permitió la entrada a unas doscientas personas que fueron a apoyar el acto. Después del recibimiento inicial las autoridades entraron en la Catedral para asistir a la Ofrenda del Apóstol. En el interior el discurso del Rey se caracterizó por exaltar los “valores” del Camino de Santiago, intentando blanquear las ideas más reaccionarias, bajo el manto de la “convivencia”.
El acto volvió a mostrar hasta qué punto Unidas Podemos, y en concreto Izquierda Unida, organización a la que representa Yolanda Díaz, han llegado a capitular y adaptarse a cada una de las estructuras del Régimen del 78. La asistencia de la vicepresidenta segunda a este acto es una muestra de auto-humillación a su pueblo, el gallego, y a la clase trabajadora. Es una muestra de vasallaje al Régimen del 78, al Estado imperialista español, y a la monarquía corrupta familia real y los opresores del pueblo trabajador. Por mucho que la ministra se empeñe en un usar eufemismos para explicar un concepto de “matria” española que jamás podrá existir, ya que España es una cárcel de pueblos y un país imperialista que defiende a sus empresas que explotan mano de obra extranjera en todo el mundo.
La manifestación del Día da Patria muestra un BNG más electoralista y ciudadanista
La manifestación convocada por el BNG, bajo el lema “Por unha Galiza sen límites” salió de la Alameda a las 12 de la mañana y recorrió las calles de Santiago hasta la Plaza de A Quintana, donde se realizó el acto presencial y la plaza de As Praterías. Allí se emitió el acto telemáticamente, debido a las medidas de distancia social. De hecho, hubo gente que no pudo entrar en ninguna de las plazas por cuestiones de aforo. En el recorrido de la manifestación hubo pequeños incidentes con manifestantes españolistas, que fueron a apoyar al Rey en esta fecha, así como al final de la manifestación donde un pequeño grupo de derecha intentó reventar la manifestación portando un megáfono pero fueron expulsados por el servicio de orden de la manifestación.
Otras organizaciones gallegas participaron de la movilización, como Vía Galega, plataforma social amplia creada en 2018 con una estructura similar a la ANC catalana, Erguer-Estudantes da Galiza, Coordinadora Nacional galega emigrantes retornados, Federación Rural Galega (FRUG), Sindicato Labrego Galego (SLG) o la Asociación Solidariedade Galega co Pobo Saharaui. Asimismo, estuvieron presente trabajadores en lucha del naval de Ferrol, de empresas auxiliares de Endesa y la central térmica de As Pontes y de la fábrica de Alcoa en San Cibrao.
En ningún momento se les dio la palabra a dirigentes obreros, y en general en el acto no hubo una centralidad de las luchas actualmente en curso, ni de la necesidad de organizar una oposición en las calles a los ataques de la patronal y al gobierno autonómico y estatal. Tampoco estuvo presente como tal la principal organización sindical de Galiza, la CIG (Confederación Intersindical Galega), como ya es habitual en los últimos años en este acto, que tuvo un marcado carácter electoralista.
Además, en la cabecera de la manifestación participaron importantes figuras políticas de organizaciones independentistas. Desde Catalunya destacan Oriol Junqueras de ERC, Natalia Sánchez y Albert Botrán de la CUP, Xabi Oca de Poble Lliure o Ester Rocabayera de la Intersindical-CSC, Rei Gallego de Mes Compromís desde el País Valenciá. Desde Euskal Herria, Gari Mújica y Igor Zulaica de EH Bildu, Floren Aoiz de Sortu, Eva Blanco de Eukal Kartasuna y Maribel Vaquero del PNV. Otras organizaciones que participaron fueron la Alianza Libre Europea, el Partido Occitano, Izquierda Castellana, Ahora Canarias, el Partido Comunista Portugués y el Bloco de Esquerda, la Unión democrática bretona, el Partido Comunista de Brasil, así como el Frente Polisario y el Frente Popular de Liberación de Palestina.
La movilización también recibió el apoyo, sin asistencia, del Sinn Fein de Irlanda, el Scotish National Party de Escocia, el Plaid Cymru de Gales, Proyectu Republica de Sardina de Cerdeña, el Movimiento Popular del Rift, el Partido de los Trabajadores de Brasil y otras organizaciones de izquierda latinoamericanas y gobiernos “progresistas”, así como el Consulado de Cuba. Este es el Internacionalismo del BNG, que no hace claras distinciones entre organizaciones de derecha, como el PNV, de centro izquierda como los gobiernos populistas de Latinoamérica, con enormes contradicciones para satisfacer las necesidades sociales u otro tipo de organizaciones. Y solo se acuerda de lo que pasa en el resto del mundo algunas fechas al año, sin intentar realizar ninguna coordinación real entre las luchas obreras y sociales a nivel internacional, ni siquiera a nivel estatal en el Estado español.
El discurso de Ana Pontón, portavoz nacional del BNG, estuvo marcado por una fraseología de izquierda, pero ninguna centralidad en la lucha de clases y el papel orgánico de la clase trabajadora en la lucha por la liberación nacional. Criticó a la monarquía, defendió la sanidad pública y a los trabajadores en la primera línea en la pandemia, así como la LGTBfobia y la extrema derecha, e hizo mucho hincapié en la “incompetencia” del presidente de la Xunta, Alberto Nuñez Feijóo a la hora de gestionar la pandemia. También ha criticado su posición sobre bajar los impuestos a las grandes empresas, pero defendiendo que Biden y el Fondo Monetario Internacional están avanzando en este sentido.
Pontón defendió la gestión de países como Australia, Nueva Zelanda o Corea del Sur, sin tener en cuenta sus peculiaridades. Desde que empezó la pandemia el BNG se ha centrado en defender medidas restrictivas a la movilidad y a los derechos individuales, confinamientos y cierres perimetrales, etc. Defender las vidas y sacrificar la economía, acaba salvando las vidas y la economía, según defienden. Pero la realidad es que no propuso medidas como el aumento de la frecuencia del transporte público para mantener bajos aforos o la reconversión de la industria para fábricas EPIS, mascarillas o respiradores en la peor época de la pandemia. Medidas que serían tremendamente útiles pero que atacarían directamente al gran capital. En definitiva, el BNG no defiende otra cosa que otra gestión capitalista de la crisis, pero “republicana” y “progresiva”, con tintes socialdemócratas, sin verdaderas medidas anticapitalistas.
En cuanto al bajo ritmo de vacunación, Ana Pontón responsabiliza al gobierno gallego, el cual, de hecho, tiene parte de responsabilidad. Pero, lo cierto es que se trata de un problema internacional donde las grandes farmacéuticas realizaron contratos fraudulentos con las principales potencias imperialistas, y las disputas geopolíticas impidieron la colaboración mutua. La propuesta coherente para acabar con esto es la nacionalización sin indemnización de las farmacéuticas y la anulación de las patentes. Una empresa farmacéutica pública podría incluso “apropiarse” de patentes, como hizo en su momento el gobierno indio con los medicamentos contra el SIDA.
En general su discurso se centró sobre todo en la cuestión nacional, generando la ilusión de que una Galiza independiente, o simplemente un BNG fuerte que pueda negociar con el gobierno central, es la garantía de que mejore la calidad de vida del pueblo trabajador y se satisfagan todas las necesidades sociales. Un discurso dirigido a la clase trabajadora, pero también a los “autónomos, pequeña y mediana empresa”. Pero en ningún caso se hace hincapié en la necesidad de medidas de control democrático de la economía, claramente anticapitalistas, como la expresa nacionalización de las eléctricas, las farmacéuticas, las empresas de transporte, o los astilleros y la industria pesada gallega. La tarifa eléctrica gallega es una medida demagógica, que implicaría que las mismas empresas responsables de un gran consumo eléctrico con gran impacto ambiental viesen reducido el precio de la electricidad, probablemente siendo esto financiado con impuestos al pueblo trabajador.
“Unha Galiza sen límites”, “facer grande Galiza”, son lemas que se usaron que indican la voluntad del BNG de construir un proyecto “progresista”, pero interclasista, donde se llega a decir que “as portas do BNG están abertas a todo aquel que defenda os intereses de Galiza”. ¿Independientemente de su clase social?
Ana Pontón también realizó críticas correctas al gobierno central “progresista”, por no haber derogado la Ley Mordaza y la Reforma Laboral, así como por permitir que suba el precio de la luz y del alquiler, y por asumir una deuda inmensa con los fondos europeos “Next Generation”, que se pagarán con recortes sociales. Sin embargo, defiende el acuerdo del BNG con el PSOE y Unidas Podemos para la investidura de Pedro Sánchez, donde el único diputado en el Congreso del BNG, Néstor Rego, firmó un acuerdo pobre y ambiguo con el PSOE, del cual se ha cumplido muy poco. Cuando ese voto no era necesario para que el PSOE y Podemos obtuvieran el gobierno.
El BNG dice que no tiene las manos atadas, pero participó de la investidura del mismo Pedro Sánchez que recibe al Rey el Día de la Patria Galega y que permite que la división Águila pinte los colores de España en el cielo, en un ejercicio de auténtica provocación. Y plantean que la solución a los problemas de Galicia es simplemente que el BNG gobierno en el parlamento gallego y tenga más diputados en el Congreso para negociar mejor con el gobierno central.
Esta confianza ciega en las instituciones parlamentarias del BNG lleva a un callejón sin salida, además de no dar solución a los padecimientos actuales de la clase trabajadora, que no pueden esperar varios años hasta las elecciones. Se pueden conseguir victorias parciales unificando las luchas actuales de sectores de vanguardia de la clase trabajadora, como los trabajadores del metal en Vigo o los obreros de la fábrica de Alcoa, que protagonizan una lucha heroica para evitar el cierre de la fábrica, entre otros. El BNG tiene capacidad y responsabilidad para hacerlo al dirigir al principal central sindical, la CIG. Además, la experiencia de Unidas Podemos pactando con el PSOE y traicionando gran parte de su programa (como bien critica el BNG) demuestra que lo mismo pasaría en un gobierno bipartito gallego con el PSOE, que además sería dependiente de los fondos del gobierno central. De hecho, ya conocimos una experiencia similar con el bipartito de 2005 a 2009, donde, incluso antes de la crisis económica, el BNG cedió gran parte de su programa en ese gobierno de coalición autonómico.
Las otras manifestaciones: la “extrema izquierda” gallega
A las 12:30 tuvo lugar otra manifestación, también desde la Alameda de Santiago de Compostela, con el lema “Contra o fascismo e a ditadura do capital” y terminó en Praza Cervantes. Esta fue convocada por 10 organizaciones republicanas e independentistas: Agora Galiza-Unidade Popular, a Asemblea Republicana Galega, Estudantes Antifascistas, Colectivo Republicano de Redondela, Cedeira pola Esquerda, Partido Comunista dos Pobos de España (PCPE) y los comités antifascistas de Compostela, Lourinha y Vigo.
Los discursos que se pronunciaron tuvieron un carácter claramente ultraizquierdista y desligado de las demandas actuales de la clase trabajadora gallega. Consideramos que la extrema derecha actual no se puede considerar todavía fascista, aunque esta situación pueda cambiar si se produce un fuerte auge de la lucha de clases y estas organizaciones son alentadas por la propia burguesía para generalizar la violencia contra las organizaciones obreras. Además, la defensa de un “socialismo” abstracto, sin plantear medidas programáticas que puedan a llegar a impactar en los sectores más avanzados de la clase obrera en lucha, no lleva si no al aislamiento y al sectarismo.
Por otra parte, no podemos suscribir la defensa a ultranza de la burocracia restauracionista del capitalismo en Cuba. Nos oponemos al bloqueo imperialista estadounidense, y consideramos que todavía quedan conquistas de la revolución cubana que hay que defender. Pero la casta burocrática que dirige el país es la misma que roba al pueblo trabajador cubano vía corrupción, y que hace grandes negocios con capitalistas españoles, como Hoteles Meliá, o empresas chinas y rusas en el puerto de la Habana, avanzando en la restauración del capitalismo en la isla. En esta nota exponemos nuestra posición al respecto.
Por otra parte, las Assembleias Abertas Independentistas, una organización social impulsada por Causa Galiza, realizaron una pequeña manifestación a las 13:00, donde celebraron la absolución de los 12 presos independentistas, acusados injustamente por la Audiencia Nacional. Esta manifestación tuvo un marcado carácter reintegracionista y autonomista, ya que las Assembleias Abertas Independentistas cuestionan al partido como forma válida de organización política para la liberación nacional y social del pueblo gallego.
Defender el derecho de autodeterminación desde y para el pueblo trabajador gallego
Quienes militamos en la CRT consideramos que la defensa de los derechos lingüísticos y democráticos del pueblo gallego, el derecho del pueblo gallego a su autodeterminación e incluso a su separación del Estado español, sólo puede conquistarse mediante la movilización continuada de la clase trabajadora gallega, en alianza con los pueblos del resto del Estado español, para tumbar el Régimen del 78.
En este sentido no tenemos ninguna confianza en las burguesías nacionales, que han demostrado en Eukal Herria y Catalunya ser parte del Régimen y pactar con la burguesía española para mantener sus beneficios. En el caso gallego no existe una burguesía que apoye un proyecto nacionalista, pero el BNG se empeña en “ampliar” y “sumar”, seduciendo a la pequeña e incluso mediana burguesía, lo que para nosotros es un error. Un partido que pretenda la liberación nacional y social del pueblo gallego debe de tener independencia de clase, y centralidad en la lucha obrera y social, y desde ahí plantear propuestas y programa para todos los sectores oprimidos de la sociedad.
Por eso para nosotros no vale tener de compañeros de viaje a partidos como el PNV o ERC, que terminan apoyando al gobierno falsamente “progresista”. Este último apoyando incluso el polémico decreto de los interinos, que posiblemente supondrá grandes recortes en el sector público.
En el caso gallego, además, podemos hablar de una verdadera opresión económica, que algunos denominan de colonial (lo cual no cabe discutir ahora aquí), donde priman el extractivismo de materias primas y la destrucción ambiental. Y donde esas empresas tributan sus beneficios en Madrid. Por otra parte, el sector industrial gallego está en una profunda crisis, y se pretende substituir en muchos casos por la hostelería y el turismo, que generan empleos de mucha menor calidad y mayor precariedad.
No son las empresas ni los gobiernos capitalistas los que pueden cambiar esta situación y tomar las medidas que serían necesarias. Sólo la clase trabajadora gallega puede llevar a cabo exitosamente las tareas económicas, democráticas y ambientales que requiere con urgencia nuestra tierra.
Por esto, frente a la ceguera de los partidos como el BNG sobre la importancia y protagonismo que deben tener las luchas obreras, lo que debemos es propiciar la unión de sectores de obreros organizados bajo un programa que combine estas demandas. Urge la construcción de una organización política que pueda hacerle verdadera competencia a los partidos del régimen y que apueste por romper con ellos a la par que plantea un programa propio de independencia de clase. Una nueva izquierda gallega anticapitalista, que huya del sectarismo autoproclamatorio y no caiga en el oportunismo o la capitulación al régimen capitalista español.