Este viernes no es un Día Internacional de las Mujeres más. El gobierno de Javier Milei lanzó un verdadero plan de guerra contra el pueblo trabajador, que profundiza a niveles inauditos la pulverización de salarios, jubilaciones y planes sociales, que abandona en el hambre y la pobreza extrema a millones, especialmente a las infancias y las personas mayores, y que se propone avanzar contra todos los derechos que hemos conquistado con nuestra lucha. Para las mujeres, las consecuencias de este plan son aún más graves.
Andrea D’Atri @andreadatri
Viernes 8 de marzo 00:00
Frente a la declaración de guerra que nos hace Milei, este 8 de marzo las mujeres no estamos para celebraciones, ni efemérides, ni desfiles. El movimiento de mujeres y los feminismos tenemos que volver a liderar y canalizar, en unidad, los reclamos y las luchas que las mujeres y nuestros compañeros estamos dando divididos, por decisión u omisión de las direcciones de los sindicatos, de los movimientos sociales y de sus representantes políticos. ¡Basta de divisionismos para enfrentar al gobierno y su plan de guerra contra las mayorías populares! La unidad se construye en las calles, desde abajo y democráticamente, enfrentando con nuestra lucha el ajuste de Milei, el FMI y los gobernadores.
Somos trabajadoras ocupadas y desocupadas, sindicalizadas e informales, amas de casa, con contratos precarios, cuentapropistas empobrecidas, jóvenes estudiantes, inmigrantes, de comunidades originarias. Somos activistas feministas y de la diversidad sexual, luchadoras antirracistas, contra los femicidios y trans-travesticidios, en defensa del ambiente y los bienes comunes, de los derechos humanos. Somos vecinas de las asambleas y de los movimientos sociales que nos organizamos en los barrios. Somos las que hicimos resonar en todo el país "Ni una menos", contra la violencia machista. Somos las gotas que, juntas y en las calles, nos convertimos en marea verde para terminar con las muertes por abortos clandestinos. Somos millones. Tenemos la fuerza. Este 8 de marzo, pongámosla en marcha.
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La emergencia alimentaria es desoladora; los salarios son una calamidad; el 64% del superávit financiero del que se jacta el gobierno se lo sacaron a nuestras jubiladas y jubilados; el tarifazo en el transporte es impagable; la liberación de alquileres empuja todos los días a más familias a la calle; la inflación no da respiro y hay madres que hoy tienen que elegir cuál de sus hijas no va a la escuela porque no alcanza para las zapatillas, para el guardapolvo, para los útiles escolares de todas y todos.
Pero las maestras hacen huelga un día; el tren para otro día distinto; los movimientos sociales salen a reclamar una semana y a la siguiente salen las trabajadoras y trabajadores de la Agencia Télam que el gobierno quiere cerrar dejando a 400 familias en la calle. Un día acompañamos el paro de las enfermeras, otro día el de las aeronáuticas; juntamos ropa y alimentos para un comedor de aquí y de allá o aportamos unos pesos para el fondo de lucha de las despedidas de GPS. Estamos en alerta por los despidos en el INCAA y por la privatización de Aerolíneas Argentinas. Abrazamos a las trabajadoras de los programas de Género que reducen o eliminan en todos los niveles del Estado. Y nos preocupamos por las amenazas constantes del gobierno y otros referentes de La Libertad Avanza contra el derecho al aborto.
Mientras tanto, miles de vecinas y vecinos de la Ciudad de Buenos Aires y algunas localidades del conurbano bonaerense, que se organizan en asambleas autoconvocadas, se movilizaron día tras día, resistiendo la brutal represión de cuatro fuerzas federales comandadas por la ministra Patricia Bullrich, hasta tirar abajo la nefasta Ley Ómnibus. Y volvieron a manifestar su repudio y exigencia de derogación del DNU, después de saltar los molinetes de los trenes contra el tarifazo, cuando Milei anunciaba en el Congreso su Pacto del 25 de Mayo. Un pacto extorsivo basado en la promesa de llevar alivio fiscal a los gobernadores a cambio de que éstos faciliten la aprobación del DNU, nuevamente vuelvan a negociar la Ley Ómnibus y sobre todo, le dejen manos libres (y calles despejadas de movilización popular) durante tres meses más para que siga aplicando la motosierra contra todo el pueblo trabajador. Pero a esas asambleas, no solo las centrales sindicales las dejaron solas, sino también la oposición política mayoritaria de Unión por la Patria, que obtuvo más de 11 millones de votos en el balotaje y que retiene 99 escaños en la Cámara de Diputados. A las asambleas, solo las acompañamos las corrientes, agrupaciones y partidos de izquierda, entre ellas, el Frente de Izquierda con sus diputadas y diputados y nuestra agrupación feminista socialista Pan y Rosas.
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No podemos seguir así. El hambre, los despidos e incluso las tragedias más inimaginables que se viven cotidianamente en todos los rincones del país, no pueden seguir esperando los tiempos indescifrables de los Secretarios Generales. Ni mucho menos las elucubraciones de las dirigencias políticas opositoras que proponen juicios políticos a Milei, calculan sucesiones presidenciales, entran en componendas por la "unidad nacional" con gobernadores también ajustadores y represores o, incluso, especulan con futuras alianzas y candidaturas electorales para un incierto 2027, al que está claro que vamos a llegar con más hambre y con menos derechos. Si realmente nos proponemos derrotar este plan criminal del gobierno y el FMI, necesitamos unir nuestros reclamos y exigir a las centrales sindicales y las dirigencias de los movimientos sociales que, este 8 de marzo convoquen a un gran paro nacional con movilización, que sea el inicio de un verdadero plan de lucha.
Las feministas socialistas de Pan y Rosas te invitamos a dar la pelea por esta perspectiva, para que el potente movimiento de mujeres, con los feminismos y la diversidad sexual, vuelva a ser protagonista, en las calles y con independencia política de todos los gobiernos y sus partidos, de la lucha por derrotar este presente y el futuro de hambre y miseria que nos deparan las corporaciones capitalistas, el imperialismo y el gobierno de Milei que responde a sus intereses.
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Andrea D’Atri
Nació en Buenos Aires. Se especializó en Estudios de la Mujer, dedicándose a la docencia, la investigación y la comunicación. Es dirigente del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Con una reconocida militancia en el movimiento de mujeres, en 2003 fundó la agrupación Pan y Rosas de Argentina, que también tiene presencia en Chile, Brasil, México, Bolivia, Uruguay, Perú, Costa Rica, Venezuela, EE.UU., Estado Español, Francia, Alemania e Italia. Ha dictado conferencias y seminarios en América Latina y Europa. Es autora de Pan y Rosas. Pertenencia de género y antagonismo de clase en el (...)