El balance de estos 10 años es que aun queda todo por resolver. Los principales problemas de la juventud se han agravado con las reformas laborales, la elitización de la universidad, el aumento de los alquileres y las medidas tomadas por el Gobierno en la pandemia.
Sábado 15 de mayo de 2021
Toda una nueva generación de jóvenes enfrenta una segunda crisis económica cuando todavía se sentían los efectos de la crisis de 2008. Esta generación arrastra consigo, además, los efectos de dos reformas laborales, a los que ahora se suma los decretos aprobados por el Gobierno en la pandemia, que incrementan aún más la flexibilidad de las condiciones laborales y la precariedad. Una generación, por tanto, que solo conoce de crisis. No es de extrañar, por tanto, que según datos del Informe Juventud 2020 el interés de los jóvenes por la política se haya duplicado respecto a años anteriores.
La primera crisis golpeó en la construcción y la segunda está golpeando en los servicios, dos de los sectores en los que la juventud está sobrerrepresentada. Los distintos Gobiernos del PSOE y PP aprovecharon para dar una salida a la crisis de 2008 precarizando aún más las condiciones de vida y de trabajo, esto es, engrosando los beneficios de los capitalistas por la vía de la intensificación del trabajo. El PSOE y sus socios de Gobierno, Podemos e Izquierda Unida, no solo no han acabado con estas reformas laborales, sino que, como ministros de un estado capitalista, se proponen profundizar aspectos de estas reformas a pedido explícito de Bruselas y de la patronal.
El paro juvenil alcanza la friolera cifra de un 40%, alcanzando el 50% en los peores momentos de la pandemia. En total 4 de cada 10 jóvenes desempleados cree poco a nada probable encontrar trabajo en el próximo año. Sin embargo, una vez logrado un trabajo, los problemas están lejos de verse resueltos. Todos los indicadores apuntan a que la precariedad y la inestabilidad laboral se han incrementado: trabajos a tiempo parcial, contratos temporales y de obra y servicio, es el lugar que guardan los empresarios españoles a la “generación más formada de la historia”. Más de la mitad de los jóvenes con trabajo, el 52% de los jóvenes entre 16 y 29 años tiene contratos temporales. Un 26,1% son ocupados a tiempo parcial. El 60% de las personas jóvenes entre 16 y 23 años ha visto reducido su salario como consecuencia del coronavirus.
Según el informe “Perdidos en la recesión: el empleo y los ingresos de los jóvenes en España” pocos son los jóvenes que consiguen trabajo, y los que lo consiguen no alcanzan con ello niveles elementales de bienestar y estabilidad. Se calcula que en 2019 el salario real para los que tenían entre 18 y 35 años era entre un 26% y un 50% menor que el que tenían los jóvenes de la misma edad en 1980. Según este mismo informe los jóvenes “sufren en todos los frentes, tienen tasas de empleo muy bajas, tasas de temporalidad muy elevadas con una enorme rotación de empleo y salarios bajos”.
La precariedad laboral y los efectos de las reformas laborales entre los jóvenes incrementa la brecha de género. En 2019, un 36,2% de mujeres jóvenes trabajaba a tiempo parcial, frente al 25,5% de los hombres, y solo el 28,2% tenía un contrato estándar (indefinido y a tiempo completo) en comparación con el 35,2% de los hombres. El 43,5% de las jóvenes tenía un contrato temporal, los jóvenes un 36,8%.
No es de extrañar, por tanto, que los jóvenes del Estado español presenten la emancipación juvenil más tardía de Europa, de 29,5 años. Según datos del Informe Juventud 2020 del propio Gobierno de España un 75% de los jóvenes no se emancipa debido a la insuficiencia de los salarios y a la inestabilidad laboral. Solo un 32,8% de los y las jóvenes se plantea abandonar la casa de sus padres. A esto se le suma el constante incremento del precio de los alquileres, sólo en Madrid y Barcelona, de 2013 a 2019 los precios de alquileres han subido alrededor de un 40%. En 2020 el precio medio de los alquileres ha crecido cerca de un 4,6%. En el Estado español solo el 2% de los alquileres es social. Alquileres más altos y salarios más bajos, esa es la vida diaria de los jóvenes trabajadores.
Los datos de la encuesta de jóvenes de INJUVE 2019 también nos muestran la cada vez mayor elitización de la universidad. Solo el 25% de jóvenes cuyos progenitores estaban empleados en ocupaciones manuales ha podido realizar estudios universitarios.
Frente al experimento fallido que fue Podemos, y su integración completa al régimen del 78, el balance a 10 años del 15-M para la juventud es trágico.
Por eso, y mucho más, hace falta poner en pie una juventud anticapitalista y revolucionaria, dispuesta a enfrentar junto a los trabajadores, gobierne quien gobierne, todas las reformas neoliberales, pero también capaz de arrancar a los capitalistas y sus gobiernos, mediante la movilización social y la lucha de clases, mejoras en las condiciones de vida de la juventud, los trabajadores, las mujeres y las personas migrantes. Esto solo será posible construyendo desde los centros de trabajo y de estudio una gran juventud revolucionaria, con la perspectiva de acabar con el capitalismo y toda forma de explotación y opresión.
Como planteamos en el Encuentro juvenil de Contracorriente y Pan y Rosas hace unos días, no nos vamos a resignar a las migajas de este sistema. ¡Vamos a organizar la rabia!
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