Se cumplen 16 años del 4F. El mayor ejemplo de como las instituciones sobrepasaron cualquier límite en su cruzada represiva contra la juventud y en pos de imponer a toda costa la “marca Barcelona”. Hoy, como en 2006, la ciudad sigue siendo una “Ciutat Morta”.
Viernes 4 de febrero de 2022
Foto: Ciutat Morta
La noche del 4 de febrero de 2006 se produjo una carga policial en pleno barrio del Born, en las inmediaciones de un antiguo teatro okupado donde se estaba celebrando una fiesta. Entre los disturbios un policia sin casco se queda en estado de coma por el impacto de una maceta.
Lo que sucedió después es una muestra de la represión policial llevada al máximo exponente. Tres jóvenes de origen sudamericano, Rodrigo Lanza, Juan y Alex, son detenidos en la misma calle de los disturbios. Torturados y apaleados durante más de 24 horas. Patricia Heras y Alfredo, dos jóvenes ajenos a todo lo sucedido, son detenidos esa misma noche en el Hospital del Mar, en lo que se convirtió en una autentica razia policial en busca de cualquier “sujeto” que pudiera ser identificado por su apariencia como culpable de los hechos. La Guardia Urbana se tomaba abiertamente su venganza.
Mandos de la Guàrdia Urbana, Ayuntamiento y poderes judiciales de la ciudad urden entonces el conocido como montaje del 4F con el cual no solo inculparon a los cinco jóvenes de intento de homicidio, sino también se usó el caso como ariete de la persecución y la estigmatización de la juventud.
La misma juventud que, ya antes de la crisis económica, venia sufirendo el impacto de la precariedad. La misma que ve como la “marca Barcelona”, la que impone el modelo privatizador y elitista de la ciudad, reprimíay aniquilaba cualquier alternativa de diversión para los jóvenes, uno de los sectores más empobrecidos y con una tasa de paro ya entonces disparada.
Por otra parte, la imposición del silencio mediático sobre el caso 4F es notorio. Solo con la muerte por suicidio de Patricia en abril de 2011 y con la emergencia del movimiento del 15M, el caso empieza a conocerse e impactar brutalmente entre los sectores de jóvenes indignados con la casta política y los azotes de la crisis. En 2014 se estrena “Ciutat Morta”, un documental que desmonta y presenta ante toda la sociedad catalana el caso del 4F.
El documental destapa la cara más oscura de Barcelona, una cara alejada de la estereotipada capital abierta y turística, la “marca Barcelona”. Presenta una ciudad marcada por los años del boom turístico y especulativo, en los que se ha impuesto un modelo de ciudad que oprime a las grandes mayorías sociales cada dia. Al mismo tiempo narra con detalle todo el proceso inculpatorio y el montaje policial y judicial para condenarlos.
También revela las múltiples realidades de esta ciudad. Racismo, homofóbia, precariedad juvenil, criminalización de la juventud, represión y tortura policial, especulación urbanística, manipulación mediática… todos los elementos necesarios que componen el verdadero modelo de ciudad para que siga siendo la ciudad de unos pocos.
Han pasado dieciséis años del 4F. Pero se puede decir sin reparo que Barcelona sigue siendo la “Ciutat Morta” descrita en el documental. El gobierno del cambio, de “Barcelona en Comú”, prometío cambiarle el rostro a la ciudad. Pero muchas caras son demasiado conocidas.
Recordemos que de la candidatura de Ada Colau, BeC, forman parte ICV y EUiA. Durante los mismos años de montaje del 4F, esta formación era una de las que sirvieron de apoyo institucional al gobierno del “socialista” Joan Clos. También fueron los responsables de la Conselleria de Interior mientras se reprimían las movilizaciones estudiantiles contra el Plan Bolonia o se llevaba adelante una campaña de persecución contra el movimiento okupa por parte del Ayuntamiento y el Tripartit que gobernaba en Catalunya, PSC, ERC y la misma ICV-EUiA.
Respecto a la Guardia Urbana, la primera decisión de Colau fue mantener en su cargo a Evelio Vázquez como jefe del cuerpo. Ante el revuelo producido por la emisión del documental en TV3 declaró que era “totalmente incierto” el montaje judicial-policial que denuncia y defendió el honor de los urbanos torturadores que salen en el mismo. De hecho en todo este tiempo ni el nuevo gobierno, ni el que fue el primer Comisario de Seguridad Amadeu Recasens, ni el mismo Jaume Asens -abogado implicado en la denuncia del caso 4F antes de pasar a ser Teniente de Alcalde y posteriormente diputado en el Congreso de los Diputados por En Comú Podem.- han movido un dedo si quiera para depurara a los responsables de este escándalo.
Como muestra el documental, Patricia, Rodrigo y los demás condenados fueron cabeza de turco de ese enemigo genérico que representa la juventud, construido por la prensa y los políticos de la Barcelona modélica. Barcelona acababa de estrenar su llamada “ordenanza de civismo”, una ley perfecta para los planes de gentrificación de los barrios céntricos destinados al turismo.
Hoy, ‘Barcelona en Comú’ sigue haciendo uso de esta ley que criminaliza el ocio juvenil que no encaja en el marco del lobby nocturno de la ciudad. Una ley que acotó drásticamente los conciertos en la calle y la diversión en general. Que prohibió el consumo en la vía pública, provocando que los jóvenes precarios tengan que estar como el gato y el ratón con la Guàrdia Urbana, al no poder costearse una copa en un bar.
Barcelona se ha convertido en una de las capitales de la precariedad y su juventud es hoy una de las más empobrecidas de Europa. El paro es la primera preocupación de la juventud barcelonesa: un 8,3% de los jóvenes se encuentran en situación de desempleo. Muchos de los jóvenes que trabajan, lo hacen en empleos ultra precarios y temporales y en pésimas condiciones. Una precariedad que se manifiesta en el documental y que analiza como un de los posibles factores por lo que Patricia se quitara la vida. Como señala una amiga de Patricia: “la sacaron en tercer grado, toda esa vida que había construido para estar de alguna forma cómoda dentro de prisión se fue a la mierda, además solamente salir para servir copas en un bar en el raval, era muy desquiciante la situación”.
Por otro lado, la represión policial sigue vigente, con la misma opacidad que revela el documental “Ciutat Morta”. La Unidad de Policía Administrativa y de Seguridad (UPAS), la misma que Colau había prometido disolver y que está acusada de un buen número de casos de malos tratos, torturas y montajes policiales, es la que que atenta contra los sectores más desprotegidos de la ciudad como los “lateros”; o la misma que desde el verano pasado viene reprimiendo y persiguiendo a los “manteros” de Barcelona.
Como comenta un trabajador de top-manta en esta entrevista: “La policía no ha cambiado, la policía secreta, esos que vienen a crear conflictos no han cambiado, son los mismos de siempre y los de ‘Barcelona en Comú’ lo saben. No sé si los del Ayuntamiento tienen interés en solucionar este conflicto a favor nuestro, ellos son los que mandan a la policía para que nosotros no pongamos las mantas.”
Se puede decir que Barcelona sigue siendo en esencia la misma ciudad que se destapa en el documental. Igual de racista, homofóbica, opresora, clasista... Sigue tan muerta como estaba el 4 de febrero de 2006 por la noche.
Una ciudad con semejantes desigualdades entre ricos y pobres como escribíamos recientemente en este artículo, solo se puede sostener con una estructura represiva, xenófoba y clasista. Sus cimientos están tan podridos como la policía de su ciudad.
Pero, por suerte, no todo está tan muerto, aún queda semilla de vida como demostró el movimiento que siempre apoyó el desmontaje del 4F y los directores del documental con su actitud, el 15M o los sucesos de Can Vies. Todo ello, debe ser el preludio de una chispa de rebeldia que consiga movilizar a la juventud por sus derechos. Solo los oprimidos de esta ciudad podremos darle vida.