La diversidad sexual fue protagonista de una militancia que peleo contra este sistema. Reivindiquemos la tradición de la lucha por la libertad sexual en el Frente de Liberación Homosexual (FLH) de Argentina.
Jueves 22 de marzo de 2018
"No queremos que nos persigan, que nos prendan, ni que nos discriminen, ni que nos maten, ni que nos curen, ni que nos analicen, ni que nos expliquen, ni que nos toleren, ni que nos comprendan: lo que queremos es que nos deseen". Néstor Perlongher (1949-1992)
El contexto histórico de la época era revulsivo: entre los años 1969 y 1976 en Argentina tuvo lugar un período revolucionario, en el que se cuestionó el dominio capitalista en el país, con episodios como el Rosariazo o el Cordobazo. La clase obrera se organizaba, la unidad obrera-estudiantil estaba a la orden del día.
En el año 1971 se conforma el Frente de Liberación Homosexual (FLH). Una organización formada por militantes de diversos partidos y organizaciones que contaba con escasos recursos, cuyo objetivo era luchar contra los códigos contravencionales y las leyes que criminalizan y patologizan la homosexualidad. Opinaban que la misoginia y la homofobia de la época se basaba en la ideología capitalista estableciendo una moral dominante que generaba poder sobre el control de los cuerpos que les servía a los capitalistas para que funcione la alienación laboral.
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Una de sus apariciones públicas fue el 30 de abril de 1973. Casi un mes antes, Héctor Cámpora se había presentado en las elecciones como candidato a presidente de Argentina por el FreJuLi, ganándolas con más del 49.5% de los votos. La mayoría de las agrupaciones que pertenecían al FLH creyeron que con el peronismo iba a cambiar la situación para la diversidad sexual. Pero lejos de eso, meses después debieron pasar a la clandestinidad y enfrentarse al terrorismo de Estado de la Triple A, bajo el gobierno de Isabel Perón.
Por aquel entonces, algunos partidos de izquierda, como el PC, consideraban que la homosexualidad era la “lacra del capitalismo”. Por otro lado, el PST les prestaba el local regional para que hicieran sus reuniones. El FLH tomó la definición de acercarse a Montoneros donde estos le dieron un lugar en sus columnas de la que después fueron echados durante la asunción de Héctor Cámpora tras la presión de la derecha reaccionaria del peronismo que los catalogó de homosexuales y drogadictos. Por lo que ellos contestaron con la consigna y canción: “No somos putos, no somos faloperos, somos soldados de Evita y Montoneros”.
Juan Domingo Perón también los traiciona: gobierna con López Rega, quien en febrero de 1975 escribe en la revista de la Triple A “El Caudillo” una nota titulada “hay que acabar con los homosexuales”. Allí propone la creación de campos de concentración y trabajo forzado, y brigadas callejeras “que salgan a recorrer los barrios de las ciudades, que den caza a esos sujetos vestidos como mujeres, hablando como mujeres. Cortarles el pelo en la calle o raparlos y dejarlos atados a los árboles con leyendas explicatorias y didácticas”. Prometían limpiar el país de “zurdos y putos”.
La igualdad ante la Ley no es igualdad ante la vida
Si bien a lo largo de estos años gracias a la lucha del colectivo LGBTIQ pudimos obtener muchas conquistas como la Ley de Matrimonio Igualitario y la Ley de Identidad de Género las personas disidentes todavía nos vemos perjudicadas por un Estado que aún hoy sigue ligado a la Iglesia católica. La misma institución que en ese momento fue parte fundamental para que se lleven a cabo los secuestros y desapariciones hoy en día es la que nos niega el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos anulando el derecho al aborto y a la Educación Sexual Integral. Es la misma institución policial la que lleva presa a dos mujeres por besarse en el subte como a Mariana Gómez y Rocío Girat. Es la misma justicia la que todavía no absolvió a Higui, después de haber estado presa 9 meses por ser lesbiana, pobre y por haberse defendido de quienes la atacaron. Es el mismo Estado que no sanciona el cupo laboral trans y con la connivencia de la policía empuja a personas trans a prostituirse para poder sobrevivir. A su vez, es la misma lucha, la organización y la movilización la que en todas las épocas y con todos los gobiernos nos permitió a la disidencia sexual abrirnos paso en una sociedad que nos reservó el clóset como único lugar posible para habitarlo.
Contra la impunidad de ayer y de hoy
El FLH fue vanguardia en lo que respecta a la política de sexualidad y género contra la moral dominante en los ’70, que perseguía y estigmatizaba a los militantes y las personas que iban en contra de la “moral y las buenas costumbres”.
Somos parte de los explotados y los oprimidos. Luchamos todos los días por una sociedad más justa, así como las leonas de Pepsico que dieron una encarnecida lucha contra la patronal que las despidió y el Estado que las mandó a reprimir. Así como todos los familiares de las víctimas de gatillo fácil que todos los días luchan contra un sistema que mantiene impune a los opresores. Así como los familiares de Julio López que siguen luchando día a día por el esclarecimiento de su desaparición y así como las Madres de Plaza de Mayo que hoy cumpliéndose 42 años siguen llevando la lucha por sus hijos y nietos como desde el primer día.
Mientras los compañeros del FLH tenían que mantener su militancia en la clandestinidad, a 42 años del golpe cívico-militar y con algunas conquistas mínimas obtenidas gracias a la lucha, la comunidad LGBTIQ hace resonar con orgullo la consigna: al clóset no volvemos. Es hora que retomemos la tradición de lucha de esa juventud que en los 70 se plantó contra un sistema que lo único que tenía para ofrecer es una vida que no merece ser vivida.
Por eso, nos parece necesario este 24 de Marzo marchar en el bloque Memoria, Verdad y Justicia: para denunciar los hechos de la dictadura y su continuidad en la democracia.