Hace cinco años la situación política en el Estado Español experimentó un profundo giro con la irrupción del movimiento de los indignados.
Viernes 13 de mayo de 2016
La juventud y los sectores populares tomaron las calles para denunciar el actual sistema bipartidista y exigir demandas básicas que han sido postergadas durante años por los gobiernos de turno. Aquel 15 de mayo de 2011, aunque incipientemente, comenzaban a ponerse en cuestión los pilares de un Régimen que aún no hemos conseguido derrotar, pero cuya crisis todavía sigue abierta.
Miles de jóvenes en todo el Estado llenaron las plazas a pesar de la represión del gobierno del PSOE y la pasivización social que se impuso desde las burocracias sindicales. Denunciaban las bases de esta democracia para ricos, exigían el fin de los recortes, leyes contra los desahucios, la defensa de los servicios públicos, el no pago de una deuda ilegítima. Este espíritu se extendió a las mareas de trabajadores públicos, en las huelgas generales, en el movimiento antidesahucios, en la lucha de los mineros o en manifestaciones masivas como "Rodea el Congreso", las Diadas catalanas o las "Marchas de la Dignidad".
Sin embargo, la falta de unidad en las luchas y de una perspectiva política que transformara el descontento en una alternativa para enfrentar al Régimen, llevó a un desgaste y la protesta social entró en reflujo a partir del 2013. Se pasó de una "ilusión de lo social", por la cual se consideraba que la mera explosión de indignación podría conquistar las demandas sociales y democráticas, a una "ilusión de lo político" y de que dichas demandas pueden lograrse por medio de las elecciones y en el marco de las instituciones del Régimen.
A cinco años del 15M ni los partidos del establishment, ni los partidos emergentes, ni los “gobiernos del cambio” han respondido a estas demandas; por el contrario, han sido relegadas, aplazadas y en el mejor de los casos, se han limitado a medidas cosméticas. Podemos y los llamados “Ayuntamientos del cambio” han canalizado las nuevas ilusiones políticas, pero renunciando a la mayor parte de las reivindicaciones puestas en la calle desde el 15M. El derecho a decidir o el fin de la Monarquía ya no están en la agenda. Del "no debemos, no pagamos", pasaron a la auditoría y después a una restructuración cada vez más tibia. La experiencia hecha por miles de jóvenes con los cuerpos represivos, se quiere combatir con elogios a los “ciudadanos de uniforme”. Dejaron de hablar de "proceso constituyente" para sustituirlo por la propuesta de un "gobierno de progreso" con los social-liberales del PSOE.
En las nuevas elecciones del 26J, Podemos e Izquierda Unida concurrirán en una misma lista que ha generado muchas expectativas. Pero lo harán con la misma estrategia que lanzaron después del 20D: pactar con el PSOE, el partido de Gas Natural, de los ERES de Andalucía, los GAL y las contra reformas laborales. Lo opuesto del "PSOE-PP la misma mierda es" que entonábamos el 15M. Y también lo opuesto a la situación que se vive actualmente en Francia, donde hace semanas los trabajadores, las mujeres, la juventud y el Nuit Debout se han echado a las calles contra la nueva Reforma Laboral, enfrentando la represión del gobierno del "socialista" Hollande.
Lo que hace falta no es rebajar el programa para unir a la “izquierda” detrás del PSOE, sino retomar el camino de la movilización y levantar un programa anticapitalista que una las reivindicaciones democráticas y sociales: para terminar con el Régimen del 78 y abrir un proceso constituyente frente a los intentos de convertir el 15M en la fecha fundacional de una Transición 2.0.
Quienes integramos “No Hay Tiempo Que Perder” llamamos a la construcción de un frente anticapitalista y de clase para impulsar la movilización de la clase trabajadora, las mujeres, la juventud y los sectores populares. Para que todas nuestras reivindicaciones se hagan realidad y que la crisis la paguen sus responsables, los capitalistas. ¡Súmate!