Este jueves Macron nombró Primer Ministro a Michel Barnier, antiguo Comisario europeo conocido por haber adoptado gran parte del programa de la extrema derecha durante las elecciones primarias republicanas. Sin embargo, la decisión de Macron no resuelve la crisis política.
Viernes 6 de septiembre 01:06
Desde principios de semana, el presidente Emmanuel Macron atraviesa una fuerte crisis política, abandonando una tras otra sus opciones para primer ministro; al punto que se reabrió el debate sobre una posible “dimisión” del mandatario. Macron decidió finalmente acelerar las cosas este jueves sacando por fin un nombre de la galera: Michel Barnier.
Presidente del Consejo General de Saboya entre 1982 y 1999, ministro efímero y anecdótico en varios gobiernos de derechas entre mediados de los años 90 y finales de los 2000 (Medio Ambiente, Asuntos Europeos, Exteriores), Barnier es conocido por su carrera política en la Unión Europea, como comisario de Política Regional (1999-2004), Mercado Interior (2010-2014) y luego negociador del Brexit (2016-2021).
Aclamado por la burguesía por sus servicios en defensa de la Unión Europea neoliberal, el austero tecnócrata (“guapo, alto (1,89 m), delgado (84 kg), atlético” según el diario Libération) decidió en 2021 lanzarse a un proyecto altamente político: presentarse a la dirección del partido Les Républicains del ex presidente Nicolas Sarkozy. Al hacerlo, el saboyano mostró su cara ultraoportunista adoptando muchas de las propuestas racistas de la extrema derecha, incluida la defensa de una “moratoria” de entre 3 y 5 años y un referéndum sobre la inmigración.
Barnier llega incluso a criticar los ataques de la UE a la “soberanía jurídica” francesa, de la que se dice que está “bajo la amenaza constante de una sentencia o condena del Tribunal Europeo de Justicia o del Convenio de Derechos Humanos”. No se trata de posiciones reaccionarias totalmente nuevas para Barnier, que ya votó en contra de la despenalización de la homosexualidad en 1981.
Se trata de un político burgués y neoliberal al 100%, tanto “técnico” como “político”, muy abierto también a las políticas securitistas, al racismo y la LGTBfobia. Todo ello da una idea de quién es el nuevo Primer Ministro francés.
Estas simpatías xenófobas pueden resultar claves para Macron, ya que el principal reto del futuro gobierno será evitar una moción de censura en el Parlamento. En este sentido, será central la actitud de Rassemblement National de Marine Le Pen, que el jueves osciló entre la denuncia tajante de Barnier —a quien el parlamentario de extrema derecha Jean-Philippe Tanguy considera un “fósil” y el “político más estúpido que ha conocido la V República”—, y la voluntad de “juzgar sobre los hechos”, allanando el camino para un apoyo tácito.
Para los trabajadores y las clases populares, el nombramiento de Barnier anuncia la continuación de las políticas antiobreras, racistas y autoritarias de Macron. Sin embargo, su llegada al Ejecutivo francés está lejos de resolver la crisis política; el próximo gobierno será profundamente frágil e inestable. Esto subraya la urgente necesidad de una salida desde abajo, a través de los métodos de la lucha de clases, que busque aprovechar la fragilidad del régimen para poner fin a la V República y arrancar reivindicaciones tan urgentes como un aumento salarial general, la jubilación a los 60 años y el reparto de las horas de trabajo entre toda la población económicamente activa.