Agustina Chaves trabaja en la línea D y milita en el PTS. En estas elecciones de la CTA se presenta como candidata en la lista Multicolor, con compañeros antiburocráticos y mujeres trabajadoras de todo el país.
Juana Galarraga @Juana_Galarraga
Martes 4 de septiembre de 2018 11:10
Agustina Chaves tiene 36 años y es boletera en la línea D del subte de la Ciudad de Buenos Aires. Dentro de pocos días tendrán lugar las elecciones de la CTA conducida por Hugo Yasky. Agustina milita en el PTS y se presenta como candidata.
Es una de las 900 mujeres que hacen funcionar el servicio del subte. No tiene hijos, pero ve cómo a veces sus compañeras llevan a sus hijos al trabajo, cuando no encuentran con quién dejarlos. Fuera del horario de las guarderías, los fines de semana y los feriados, no hay salita ni jardín a disposición. Metrovías (Grupo Roggio) les descuenta plata si faltan, pero las sanciona cuando algún supervisor las pesca con las criaturas en el lugar de trabajo.
Agustina es parte de una lista opositora, la Multicolor, junto a decenas de compañeras mujeres de distintos lugares de trabajo y referentes del sindicalismo antiburocrático.
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Sale del trabajo a las 15 y el tiempo para hablar no es mucho. Tiene que ir a hasta Congreso de Tucumán a hacer una recorrida y debatir con sus compañeros sobre la votación que se viene. Su relato sobre la situación de las trabajadoras y los trabajadores del subte, da cuenta de la necesidad de disputar la conducción de los gremios y las centrales sindicales en Argentina, para derrotar el ajuste del Gobierno, los gobernadores y el FMI.
Del alma
“Un día le mandé un mail a un jefe diciéndole de todo porque había maltratado al tercerizado”. Golpea la mesa del bar como si fuera el teclado donde tipeó aquella especie de proclama contra las injusticias, una declaración de principios contra un superior. “Ustedes siempre van a estar de un lado y nosotros del otro”, algo así cree que le mandó y se ríe, le cuesta un poco contar qué fue lo que escribió.
“Se habrá cagado de la risa, pero bueno, me salió del alma. No me respondió nunca. Me acuerdo que se lo conté a un compañero que era militante y me dice cómo vas a hacer eso. Estaba re caliente, le quería decir algo, no me parecía que maltrataran a los pibes. Después empecé a tomar conciencia de que la salida era por otro lado, que no era individual”.
Cuando empezó a trabajar en el subte corría el año 2003. Su enojo por las injusticias confluyó con la organización que ya estaba en marcha entre sus compañeros. En 2013 Agustina se presentó a elecciones como delegada de la línea D y asumió este cargo como un desafío que la entusiasmaba. Al poco tiempo empezó a militar en el PTS. Desde entonces construye la Agrupación Bordó (dentro del Movimiento de Agrupaciones Clasistas impulsado por su partido), junto a trabajadores independientes en el subte y que tiene como referente también al delegado de la línea B, Claudio Dellecarbonara.
Como parte de esa agrupación discute día a día con los trabajadores y las trabajadoras para construir una corriente en el subte, con una perspectiva anticapitalista, independiente de los partidos patronales. La Bordó forma parte del secretariado ejecutivo de la AGTSyP (Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y el Premetro) y encarna la oposición a la agrupación mayoritaria dentro del sindicato: la Roja y Negra, cuyos referentes son Néstor Segovia y Roberto Pianelli.
En la cresta de la ola
“A los dos o tres meses que entré fue el paro más largo de la historia del subte hasta ese momento, para que se aplicara la reducción de la jornada a seis horas al sector de boleterías. Eso fue algo que me flasheó, porque dije qué solidarios estos pibes, porque acaban de conquistar las seis horas para ellos y quieren pelearlas para nosotros”.
Cuando entró a Metrovías tenía 21 años. Estaba estudiando la Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Lomas. “Imaginate lo que era, se habían ganado las seis horas, el activismo estaba en la cresta de la ola” cuenta Agustina. La conducción de la lucha estaba en manos de un cuerpo de delegados antiburocráticos de la UTA (Unión Tranviaria Automotor).
“Veía a un grupo de compañeros que peleaba porque laburáramos menos horas y que la UTA se tiraba en contra”. El proceso de organización del activismo que enfrentaba a Metrovías y a la burocracia de la UTA, derivó en la creación de la AGTSyP en 2009. Desde entonces este sindicato contó con la representación mayoritaria en el subte y la UTA ha tenido siempre un lugar marginal.
El primer año que pasa
Desde marzo de 2018 la AGTSyP enfrenta el ataque del Gobierno y de la empresa, que intentan desconocer su legitimidad para negociar paritarias y tomar medidas de lucha. “Como agrupación Bordó, fuimos parte activa del conflicto pero fuimos muy críticos y críticas de las decisiones que ha tomado la Roja y Negra. Tuvimos muchas propuestas para hacer medidas de fuerza que fueran en ascenso y coordinar con otros sectores en lucha”.
La dirección del sindicato le dio otro curso al conflicto y apostó a la negociación con la empresa, el Gobierno y el Poder Judicial que le niega la personería gremial a la AGTSyP. “Venimos de unas paritarias en cuotas y no se reconoció a nuestro gremio. Es el primer año que nos pasa. AGTSyP era convocado a la mesa paritaria porque los compañeros son representantes del 90 % de los trabajadores del subte”. Este año, el sindicato que se sentó a la mesa para discutir los sueldos fue la UTA.
La semana pasada, en el contexto de la crisis económica actual y la corrida del dólar, la conducción de la AGTSyP firmó dos actas ante el Gobierno de la Ciudad y Metrovías. Lo hizo sin mandato de asamblea. En los papeles ratificaron la paritaria firmada por la UTA, de un 25 % en cuotas con una inflación que será de más del 40 %.
Lo que firmaron no retrotrae las sanciones antisindicales e intentos de despidos con los que Metrovías aprieta a quienes participaron de las medidas de lucha en el último tiempo, entre ellos, compañeros delegados de La Bordó. "Hay persecución. A mí no me dejaban pasar del sector de boletería donde estoy hace 15 años al de tráfico. Cumplo los requisitos, pero decían que era por razones políticas. Finalmente logré que me permitieran pasar con el apoyo de mis compañeros", cuenta Agustina.
Las actas firmadas restringen el derecho a huelga y la posibilidad de tomar medidas como cortes del servicio. Segovia y Pianelli acaban de ceder ante las exigencias del macrismo y Metrovías, firmando acuerdos que impiden a los trabajadores apelar a los métodos con los que históricamente pelearon, los mismos con los que obtuvieron la jornada de seis horas. Este accionar no es exclusivo de la conducción del subte, alineada con el kirchernismo. Otros dirigentes gremiales de la misma línea política han hecho cosas parecidas, como en Foetra.
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Cuando Agustina entró vio un activismo en “la cresta de la ola”. Ahora ve un sindicato que se dice combativo pero firma actas que atentan contra la propia organización de los trabajadores y trabajadoras.
¿Te imaginás?
Durante 15 años de trabajo, Agustina fue protagonista de muchas luchas y discusiones. Habiendo organizado su propio sindicato, aún había peleas por delante. Agustina estuvo al frente de cada medida para enfrentar a Metrovías, defender sus derechos y avanzar en nuevas conquistas. Pero estas no son las únicas peleas que impulsa dentro del subte como parte de La Bordó: qué clase de sindicatos y centrales sindicales necesitan las trabajadoras y los trabajadores, es una de las batallas fundamentales. En el contexto del ajuste actual, es una batalla urgente.
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Cuando se fundó la AGTSyP “teníamos un estatuto que era de la burocracia de la UTA. Propusimos uno nuevo parecido al de los ceramistas de Neuquén: sin reelección indefinida, con representación de la minoría proporcional a los resultados de las elecciones y otros puntos que buscaban que el sindicato fuera lo más democrático posible. Por pocos votos terminó ganando el estatuto que proponían los compañeros de la directiva de la Roja y Negra, sin límite de reelección”, recuerda Agustina.
“Había muchos compañeros que estaban de acuerdo, sobre todo con que no hubiera reelección indefinida. Creen que es un método a través del cual se burocratiza cualquier dirección” detalla.
Agustina también recuerda con orgullo que “solamente la Bordó acompañó la lucha de los trabajadores de seguridad tercerizados en 2015”. La pelea por la coordinación con otros sectores en lucha, es otra bandera de La Bordó. Durante el último conflicto “fuimos a todas las asambleas Ni Una Menos a plantear que desde el movimiento de mujeres se expresara el apoyo a los trabajadores y trabajadoras del subte y tuvimos un lugar en la cabecera de la marcha del 4 de junio”, cuenta.
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Un tercio del personal que hace funcionar el subte son mujeres. Con la lucha, las trabajadoras lograron ingresar al sector tráfico y acceder a mejores categorías. Sin embargo, siguen sin poder trabajar de noche, cuando las horas son mejor pagas. Tampoco tienen guarderías para poder trabajar tranquilas, sin sufrir sanciones por no tener dónde o con quién dejar a sus hijos.
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“Hubo mucha bronca cuando Pianelli y Segovia fueron al Vaticano a visitar al Papa a una semana de votar la ley por el aborto en el Senado”, remarca. Las trabajadoras del subte son parte de la marea verde que salió a las calles a pelear por sus derechos y que ahora exige la separación de la Iglesia del Estado.
“Con la Bordó constantemente recorremos los diferentes sectores y las compañeras con las que hablamos plantean: ’Sí, vamos por más’. Imaginate si desde el sindicato se organizara la fuerza de casi mil mujeres para ir por guarderías. Yo creo que sería muy sencillo o por lo menos avanzaríamos mucho más”.
Hay 2018
En los últimos siete años murieron seis trabajadores del subte producto de la desinversión. Los pasajeros padecen un pésimo servicio. Hace algunas semanas el Grupo Roggio confesó que el 5 % de los subsidios que recibía por parte de todos los Gobiernos era para pagar coimas. “Si no robás no tenés necesidad de coimear”, sentencia Agustina, “por eso planteamos la nacionalización de las empresas de transporte y de servicios públicos con control de trabajadores y usuarios, la apertura de los libros de contabilidad. ¿Por qué los sindicatos y las centrales no pueden ser herramientas para coordinar con los usuarios todas estas peleas?”.
“La lista de la que forma parte la Roja y Negra dice que hay 2019, que hay que esperar al año que viene a ver cómo se dan las votaciones y nosotros decimos no, el momento para pelear es ahora. Las centrales sindicales tienen que ser herramientas de lucha y organización para enfrentar el ajuste del macrismo y los gobiernos provinciales" afirma Agustina y ratifica la energía con la que lucha desde hace más de una década: "Me entusiasma ser parte de la lista Multicolor, que disputa con esta perspectiva, junto a compañeros antiburocráticos y compañeras que han sido parte de cada instancia donde se ha manifestado el movimiento de mujeres”.