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Red Internacional
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Congreso Nacional. Alberto Fernández: un discurso vacío, con excusas y sin nada para ofrecer

El presidente de la nación no pudo anunciar el cierre del acuerdo con el FMI, pero igualmente siguió diciendo que el mismo será sin ajuste. Cristina al lado, Máximo ausente. Show de la oposición de derecha y un planteo de la izquierda contra el FMI y contra la guerra.

Martes 1ro de marzo de 2022 14:10

Foto: Martín Cossarini

Desde antes de que comenzara la Asamblea Legislativa, en la mañana de este martes, una pequeña y poco espontánea manifestación de aparato se reunía en las afueras del Congreso Nacional para apoyar al presidente. Con la ausencia de organizaciones kirchneristas, quienes sí estaban presentes eran militantes de la CGT, de sectores del peronismo que responden a dirigentes como Juan Zabalata o Gabriel Katopodis, así como del Movimiento Evita, Barrios de Pie, CTD- Aníbal Verón, MUP, OLP, Octubres, Frente 22 de Agosto, Coordinadora 25 de Mayo, Vía Campesina y MP La resistencia.

Sin embargo, la atención respecto de la "coreografía" oficial vendría de otras presencias y ausencias. La de Cristina Kirchner, quien estuvo al lado del presidente durante todo el discurso por protocolo oficial, y la de su hijo Máximo, quien pegó un ruidoso faltazo y venía, hace pocas semanas, de renunciar a la conducción del bloque del Frente de Todos en la Cámara de Diputados, con críticas al entendimiento.

Justamente, el anuncio respecto del acuerdo con el FMI era esperado como el plato fuerte del discurso presidencial, aunque, una vez más, el mandatario solo pudo esbozar promesas inverosímiles sobre las bondades del acuerdo, pero nada concreto. La realidad es que el acuerdo con Washington aun no está cerrado, según informó en su propia alocución. La temible letra chica se sigue esperando.

Antes de llegar a ese punto crucial, el presidente dedicó sin embargo largos párrafos a justificaciones diversas sobre la mala situación argentina. A las habituales excusas respecto de la herencia recibida de Macri y la pandemia, agregó en esta ocasión un fuerte énfasis en el contexto internacional y la guerra.

“Nos han tocado tiempos difíciles signados por crisis sanitarias, económicas y bélicas. En ese contexto, la paz del mundo se altera por la invasión militar de la Federación de Rusia sobre Ucrania. Europa se conmueve mientras el fantasma de una guerra vuelve a levantarse".

Rápidamente, fue la izquierda quien comenzó a desarmar el discurso oficial. Por un lado, Nicolás del Caño denunció cual fue la política del Gobierno en la pandemia, mostrando que no hubo ninguna catástrofe natural sino que se privilegiaron determinados intereses.

Por otro lado, Myriam Bregman, refiriéndose a la guerra, hizo notar el silencio del presidente respecto del rol de la OTAN. El acuerdo con el FMI no solo implica sumisión económica, sino también geopolítica. De soberanía nacional, ni hablar.

En cuanto al contexto social que se vive, Alberto Fernández no sin embargo pudo omitir en su relato el reconocimiento de que “la inflación es el gran problema que tienen los argentinos y las argentinas en este momento y, sin ninguna duda, es también la principal preocupación y el principal desafío del Gobierno. Hay muchos factores que inciden en la inflación y todos tienen que ser atacados coordinadamente”.

Sin embargo, quiso enmarcarlo dentro de un contexto en el cual estaríamos asistiendo a una“ recuperación generalizada y federal, en la amplia mayoría de los sectores y las provincias teniendo hoy más empleo industrial formal que a fines de 2019. No fue obra de la casualidad. Tampoco fue un rebote como algunos han dicho”.

Con ese discurso económico, el presidente también justificó una limitación de los planes sociales, bajo la bandera de la supuesta apuesta al trabajo formal en la recuperación económica. Lo que se esconde, en realidad, es una apuesta a profundizar la precarización del trabajo.

Las referencias elogiosas a la minería, el petroleo y el agro, le sirvieron al presidente de introducción a la clave del discurso, el tema del FMI, que partió de la denuncia a la deuda tomada por Macri, señalamiento hecho no para desconocer esa estafa ilegal, sino para justificar la mala situación actual. Una denuncia fuerte, para una política de seguir pagando: "El dinero que ingresó de ese préstamo no fortaleció las reservas del Banco Central porque fue enteramente utilizado para pagar deuda externa insostenible y financiar la fuga de capitales. No quedó nada del dinero recibido en Argentina. Ni un puente ni una carretera. Sólo nos quedó una deuda externa impagable”.

Como lo hiciera en enero pasado, cuando anunció un acuerdo que aun hoy sigue sin estar cerrado, el presidente describió el entendimiento con el FMI con palabras de fantasía. No comprometerá el crecimiento, ni la inclusión social, no se verán afectados ni los jubilados, ni los trabajadores, ni la soberanía.

Párrafo aparte merece la oposición de derecha que, ante las críticas del presidente por la deuda que tomó Macri, una parte de ella decidió retirarse (el PRO, esencialmente). Se trató de un show que no puede esconder la verdad sobre la verdadera hipoteca nacional que representó la deuda tomada por el Gobierno anterior, para beneficios de bancos y otros fugadores seriales. Hoy todos coinciden en acordar con el FMI, más allá de que especulen con los costos políticos de cara a 2023.

Queriendo darle un poco de épica a su cierre, y después de repasar algunos temas de desarrollo, infraestructura, género y medioambiente, el presidente cerró diciendo que “esta época bisagra de la historia, de Argentina, del mundo, del universo, necesita que le propongamos un sueño. Un propósito: queremos dejar de ser víctimas de todo y pasar a ser propulsores de algo. Pasar del miedo a la ilusión. De la muerte a la creación. Hay que sacar la utopía del pasado y volver a ponerla en el futuro”

Sin embargo, en esta jornada, la única que una vez más propuso un camino de lucha realista, fue la izquierda.