El Ministro de Economía y vicecanciller alemán, Sigmar Gabriel (SPD), fue el primer político con alto rango de occidente que visitó a Teherán después de que se firmó el acuerdo con ese país. El capital alemán se apura por abrir nuevos negocios.
Miércoles 22 de julio de 2015
La visita de Gabriel, encabezando una delegación de funcionarios y empresarios alemanes, deja claro que el capital alemán busca aprovechar del acuerdo de Viena, que prevé la reducción y el control del programa nuclear de Irán y el levantamiento gradual de las sanciones impuestas por las potencias occidentales.
El lunes 20 de julio, el consejo de seguridad de las Naciones Unidas ratificó la resolución del acuerdo nuclear. En un segundo paso la Organización Internacional de Energía Atómica hará una inspección en Irán. Después de esto, se levantarán las sanciones de ONU, las que no contemplan a las sanciones tomadas por los EEUU o la Unión Europea.
Pero el capital imperialista alemán le tomó rápido el gusto. El presidente de la Federación de la Industria Alemana (BDI) Ulrich Grillo y la Cámara Alemana de la Industria y el Comercio (DIHK) celebran que las exportaciones al país asiático se podrán cuadruplicar en los próximos cuatro años, de 2,39 mil millones en 2014 hasta 10 mil millones de euros, siendo el eje de las exportaciones la construcción de máquinas, la petroquímica y las energías renovables.
Gabriel es el primer ministro alemán que visitó la capital iraní desde 2002 y el primer político importante de occidente en el país después de que se firmó el acuerdo.
Y tiene razón en darse prisa. Otras empresas multinacionales como McDonalds ya solicitaron licencias para implantarse en Irán. Gabriel, como representante de la burguesía alemana quiere abrir un espacio privilegiado en la nueva economía abierta.
Después de 14 años, un comité de economías planificará la cooperación económica. Una “cooperación económica” al gusto del imperialismo. Mientras que las empresas industriales alemanes se construirán en Irán, aprovechándose de los sueldos bajos y el nuevo mercado, llevándose las ganancias “a casa”, a Irán le resta la tarea de crear las condiciones para una economía “moderna” y dependiente, es decir privatizaciones y precarización a costa del pueblo trabajador.
Es importante ubicar estas negociaciones en su contexto geopolítico.
La crisis europea y en especial la crisis económica rusa, que padece los bajos precios del petróleo y las sanciones impuestas por la crisis de Ucrania, desestabilizaron los mercados clásicos para las exportaciones de Alemania.
El capital alemán se aprovechó de la crisis de los últimos años, avanzando en el proceso de semicolonización de otros países, sobre todo en el sur de Europa. Ahora quiere abrirse nuevos mercados.
Además, mejores relaciones con Irán podrían significar una alternativa para las importaciones del petróleo ruso.
Israel, aliado estratégico del imperialismo en la región, rechazó el acuerdo nuclear ya que el fortalecimiento de Irán como potencia regional le parece un importante peligro. En este sentido, Gabriel aclaró que “para los alemanes la seguridad de Israel tiene gran importancia”, lo que confirma que Alemania no cambiará nada en su apoyo a regímenes reaccionarios como Israel o Arabia Saudita.
Estados Unidos, en su decadencia como imperialismo hegemónico mundial, busca “nuevas” vías para salvar su dominación, como demuestra también el proceso de acercamiento entre Cuba y los EEUU.
Mientras que Alemania todavía es capaz de imponer su línea en su área de influencia, como mostraron las discusiones acerca de la deuda griega, en Irán todavía sigue a la sombra del imperialismo norteamericano. Pero acelera el paso, para garantizarse buenos negocios.