La última dictadura cívico militar desarrolló un particular ensañamiento contra las mujeres. Durante el mes de junio de 1976, secuestraron y desaparecieron a cinco jóvenes mujeres de la Universidad Nacional del Comahue. Tenían entre 21 y 26 años.
Martes 9 de junio de 2020 10:39
Alicia Pifarré tenía 23 años cuando la secuestraron el 9 de junio del ‘76, de la casa de sus padres, en la calle Talero al 200 de la capital neuquina. Eran las 23 horas y fue emboscada cuando llegaba a su domicilio, por un grupo comando dirigido por Guglielminetti en persona, según años más tarde fue identificado por varios testigos.
Esa semana del 9 al 12 de junio secuestraron a Cecilia Vecchi de 21 años, Mirta Tronelli de 23 años, Arlene Seguel de 21 años, y a la docente universitaria Susana Mujica de 26 años. Los secuestros se produjeron en Cutral Co y en la ciudad de Neuquén. Luego desaparecían a las dos hermanas Seguel, las adolescentes Argentina y Dora en el que fue llamado “operativo Cutral Có”.
Alicia Pifarré militaba en el PRT – ERP y quería cambiar el mundo de raíz. Además era actriz, se había recibido en la Escuela Superior de Bellas Artes de profesora de arte dramático, trabajaba de la escuela de títeres, daba clases en el nivel primario y al momento de ser secuestrada ilegalmente, estudiaba la carrera de letras en la Universidad del Comahue.
Integró el grupo músico-teatral “Génesis”, del cual el Destacamento de Inteligencia 182 había confeccionado fichas con datos y referencias, que incluían fotografías suyas y de otros actores de la región como Dario Altomaro. Alicia también fue parte de la regional Comahue dentro de la Asociación Argentina de Actores. Como la describen quienes pudieron conocerla, era una promesa de las letras y del teatro.
Al momento de su detención ilegal, Alicia ya se había enterado de los secuestros de otros compañeros artistas y fue tratando de escapar que la interceptan en su casa familiar. Su compañera de vivienda, Alicia Villaverde, ya había sido detenida también.
Alicia Pifarré iba en el auto de una amiga cuando llegaron a la casa de sus padres, las secuestraron a las dos, las encapucharon y en la zona de las bardas, las separaron en dos autos. Las llevaron al centro clandestino de detención conocido como “La Escuelita” ubicado en los fondos del BIC 181 de Neuquén. En ese lugar fue reconocida su presencia por Alicia Villaverde, Alicia Figueira con quien había sido detenida y Darío Altomaro que lograron reconocer su voz y sus gritos mientras era torturada.
De ahí, siguiendo los testimonios de los testigos, Alicia fue reconocida en “La Escuelita” de Bahía Blanca. Una última referencia fue haberla oído cantar “el cautivo de Til Til” en la celda. Un último testigo por otro lado, formuló que luego fue trasladada en un vuelo de la muerte, desde entonces continúa desaparecida.
Versión de Inti Illimani del "cautivo de Til Til"
La familia Pifarré presentó un Habeas Corpus junto a las otras familias de desaparecidos, sin embargo el resultado fue negativo. Su mamá Adelina, defensora de la salud pública, su militancia estaba ahí, por estar ligada a un sector de enfermeras del Hospital Provincial, se unió a grupos de derechos humanos y en plena dictadura militar se manifestó por la justicia y la aparición con vida.
Adelina se murió en el año 2004, sin juicio, sin castigo a los culpables por la desaparición de su hija. La “causa Taffarel” en la que se investiga, la desaparición de las estudiantes y profesora universitaria como Arlene Seguel, Cecilia Vecchi, Mirta Tronelli, Susana Mujica, Alicia Pifarré, Gladys Sepúlveda, Élida Sifuentes, Argentina Seguel, además de Pedro Maidana, Darío Altomaro, Carlos Chávez, Alicia Villaverde, Eduardo París, Jorge Asenjo y Miguel Ángel Pincheira sigue aún sin resolverse.
Alicia Pifarré estará presente ahora y siempre en cada bandera que se levante ante la desigualdad capitalista. Hoy, la comunidad artística no la está pasando bien, la crisis impacta fuertemente en los hogares de los cientos, miles de artistas que andan por el país llevando poesía, música, teatro, colores, magia a teatros, a la calle, en los barrios donde no hay para comer, no hay agua, junto a luchas obreras porque el arte es el lenguaje universal de la libertad, eso es algo que ningún verdugo podrá apagar nunca.
Ni olvido, ni perdón los y las 30.000 compañeros y compañeras, presentes ahora y siempre.
Ilustración de Daniel Reyes.