El Nuevo Partido Anticapitalista de Francia se encuentra dividido entre dos proyectos, que derivan de dos estrategias enfrentadas. Uno de estos lo encarna Anasse Kazib cuya candidatura obrera propone encauzar al NPA en un partido revolucionario.
Jueves 20 de mayo de 2021 03:53
Nuevo capítulo dentro de la profunda crisis que sufre el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA): la antigua mayoría expone su intención de expulsar a los militantes de Révolution Permanente. Una manera de evitar la cuestión de la pre-candidatura de Anasse Kazib, generando además una mayoría ficticia que habían perdido en la base de la organización, para dirigirla a una política de acercamiento a la Francia Insumisa (LFI), algo que ya se está produciendo de cara a las próximas elecciones regionales.
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Como es habitual en el seno del NPA, donde los debates estratégicos y sobre el proyecto de partido nunca son el foco de los debates y balances serios, los desacuerdos terminaron por cristalizarse entorno a la cuestión electoral. Ya ocurrió en 2012 cuando más de la mitad de la dirección proveniente de la antigua Liga Comunista Rervolucionaria, abandonó el NPA para irse al Frente de Izquierdas de Mélenchon, y se produce otra vez actualmente, en torno a las elecciones regionales-presidenciales. Es el caso del quinto congreso del NPA, que debería haber tenido lugar en febrero de 2020, y que ha sido pospuesto indefinidamente y podría seguir así hasta el fin de 2022.
Dos proyectos enfrentados
El NPA se encuentra gravemente dividido entre dos proyectos, que desembocan en dos opciones enfrentadas por superar estratégicamente la situación tras el fracaso del proyecto lanzado en 2009.
El primer proyecto se encarna en la política de la antigua mayoría (una ajustada minoría en el último congreso de 2018 ahora es más visiblemente minoritaria) con sus listas comunes con la LFI en Occitanie y en Nouvelle-Aquitaine, incluyendo la posibilidad de acuerdos de segunda vuelta con el Partido Socialista (PS) y/o con Europa Ecología-Los Verdes (EELV). Una política que implica en los hechos la liquidación del NPA en tanto que organización basada en la independencia de clase y por tanto independiente al respecto de la izquierda institucional. Coherente con esto, una parte relevante de la antigua mayoría (cuya portavoz es Christine Poupin) se opone a que el NPA tenga candidatura propia, sea cual sea, en 2022 y trata de defender un voto para Mélechon.
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El otro proyecto busca una salida a la crisis del NPA con una fusión con la nueva generación de militantes surgida de las grandes movilizaciones que ha vivido el país desde 2016, así como una superación de la ambigüedad estratégica que ha marcado a la organización desde su fundación. Esto implica una refundación del NPA, hacia un partido revolucionario, que se preocupe por insertarse entre los trabajadores y que ponga su centro de gravedad en la lucha de clases, lejos de acuerdos entre aparatos políticos y/o sindicales. Este segundo proyecto es el defendido por las y los militantes de Révolution Permanente y se encuentra encarnado en la pre-candidatura de Anasse Kazib.
La democracia interna en el NPA es hoy en día prácticamente inexistente. Las mencionadas listas LFI-NPA para las elecciones regionales en Nouvelle-Aquitaine y Occitanie, han sido realizadas a espaldas de los órganos de dirección y de numerosos militantes (en al menos un caso, la mayoría de estos) de las regiones afectadas. Sin embargo, desde que la pre-candidatura de Anasse Kazib, se hizo pública, ha sido atacada por la antigua mayoría, con falsos argumentos, como ilegitima y como si fuese una operación en contra del NPA. La realidad es que la principal amenaza que sobrevuela el NPA es la voluntad de escisión defendida por una parte de su dirección desde hace más de un año, con el objetivo de devolver a la antigua mayoría “el poder” para poder llevar al NPA a su liquidación política.
La campaña contra la precandidatura de Anasse y por la expulsión de Révolution Permanente
Si bien en los estatutos del NPA nada prohíbe a un militante anunciar públicamente que se propone ser candidato a elecciones, y que Anasse ha tratado siempre de precisar que se trataba de una propuesta a debate y decisión de los militantes, una campaña interna ha sido puesta en marcha y culmina con una serie de mociones exigiendo la expulsión del conjunto de militantes de Révolution Permanente. En una organización que siempre se ha mostrado hostil a este tipo de procedimientos, más aún en las vísperas de un congreso, única estancia legítima para tomar este tipo de decisión, se trata innegablemente de una “novedad”.
Desde hace varios días, esta ofensiva ha dado un paso más allá, con el envío a miembros del Comité Ejecutivo del NPA de un texto proponiendo la expulsión de Révolution Permanente de la conferencia nacional dedicada a debatir la política y el eventual candidato del NPA de cara a las elecciones presidenciales: “(La corriente Révolution Permanente) se comporta como un partido profundamente distinto al NPA, no puede pretender debatir y pronunciarse sobre las decisiones de otro partido, incluso aunque algunxs de sus miembrxs hayan pertenecido a este durante mucho tiempo de forma activa”, se puede leer al final de esta carta firmada por la totalidad de los miembros de la antigua mayoría en el seno del Comité Ejecutivo.
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El problema de fondo no sería el método empleado al anunciar la pre-candidatura de Anasse, sino una cuestión más estructural respecto a la corriente y el proyecto que representa. Una corriente a la que se culpa de defender la idea de un “partido de vanguardia trotskista” en oposición a la de “los partidos amplios”, así como de criticar la política de la dirección actual. El texto se enfoca particularmente en la intervención de cierre de Anasse en un mitin internacionalista online el pasado 1 de mayo: “en el que la política defendida para las elecciones regionales en Nouvelle-Aquitaine y Occitaine se califica de ‘giro a la derecha de la exmayoría’, de ‘capitulación’, o de listas ‘que preparan el terreno a la campaña presidencial de JLM’… en resumen que una ‘línea roja se ha cruzado’”.
Además, se trata a la vez del fondo del problema y del argumento más ridículo: tener éxito. El texto acusa: “El éxito innegable de esta corriente, a partir de dirigir la web en propiedad exclusiva de Révolution Permanente”. Y deja ver las verdaderas razones de obstinación: mientras que el NPA ha perdido más de 7.000 afiliados desde su fundación y ha jugado un rol marginal en la oleada de lucha de clases que atravesó el país entre 2016 y 2020, los “sectarios” de Révolution Permanente han demostrado que nos podemos afirmar revolucionarios e influenciar ampliamente capas obreras y populares, que podemos construir un partido en la lucha de clases, reclutando nuevos militantes obreros, que han modificado la correlación de fuerzas interna. Es esto lo que molesta a la antigua mayoría que quería llevar al NPA por el camino inverso.
Hacia una farsa de Conferencia Nacional y la expulsión de numerosos militantes obreros y provenientes de barrios populares
No obstante, para lograr sus fines, la dirección no puede dejar expresarse a la voz democrática del conjunto de militantes, razón por la que busca que la Conferencia Nacional sea bloqueada de antemano, evitando el debate bajo la excusa de que los defensores de la antigua mayoría ya no desean reunirse con los militantes de Révolution Permanente, y con otros que comparten en mayor o menor medida, tratando así de poner en duda la participación de aquellas y aquellos que constituyen la principal oposición a la dirección actual.
Una caricatura de Conferencia Nacional que no desembocará en nada legítimo, y que frente a la obligación de obtener la firma de 500 acaldes, probablemente no permitiría presentar un candidato.
Planteando la expulsión de Anasse y de Révolution Permanente, la dirección del NPA hace más que impedir el intento de presentar una candidatura revolucionaria que pueda dialogar con las capas más explotadas y oprimidas de nuestra clase, expresando una convergencia entre las ideas marxistas y una nueva generación de obreros combativos. Busca deshacerse de numerosos militantes obreros que han llevado adelante luchas importantes, a veces ejemplares, de camaradas provenientes de barrios populares y de la inmigración que se habían unido al NPA, a pesar de sus errores, para luchar por la transformación revolucionaria de la sociedad.
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Nos encontramos en una situación inédita: una organización de izquierda, con una composición mayoritaria de profesores y cuadros de la función pública, donde sus militantes disminuyen poco a poco a cada congreso o conferencia, decide expulsar de sus filas a centenares de militantes obreros y jóvenes. Entre ellos a Adrien Cornet, dirigente de la huelga de la refinería de Grandpuits, a Gaëtan Gracia, cabeza de la coordinación de empresas de la industria aeronáutica en la región de Toulouse al comienzo de la pandemia, a Christian Porta, sindicalista en el sector agro-alimentario y referente de los Chalecos Amarillos en Moselle, a Rozenn Kevel, joven trabajadora precaria en lucha contra la dirección de Chronodrive, que la ha despedido después de que ella denunciase acoso sexual en el seno de la empresa, y a un gran número de militantes que firmaron esta contribución pública recientemente.
¿Cuál es el sentido político de todo esto?
No parece que una organización que busca separarse a toda velocidad de este tipo de militantes se esté preparando para intervenir de la forma más eficaz posible en los procesos de lucha en los próximos años; más bien su preocupación parece ser encontrar atajos, como los tomados por los amigos de la antigua mayoría del NPA en el Estado Español, que aceptaron disolver su organización (Izquierda Anticapitalista) en Podemos, lo que los llevó a avalar la política cada vez más institucional de Pablo Iglesias, antes de su debacle en un gobierno común con el Partido Socialista, y después una caída vertiginosa que ha desembocado en su salida de la política.
El nuevo régimen “centralista-burocrático”, sin derecho real a tendencias y facciones, que trata de imponer la antigua mayoría del NPA y del cual la expulsión del la CCR es el primer paso, es una forma de avanzar en este sentido [1].
Por desgracia las corrientes de la izquierda del NPA, a la vez que critican la orientación puesta en marcha en las regionales, mantienen una utópica defensa del statu quo del NPA actual, terminando por adaptarse en los hechos a la política de la antigua mayoría. Mientras el proyecto del NPA ha fracasado claramente, que la organización y su dirección han mostrado su inutilidad desde el punto de vista de la lucha de clases, y que se encuentra en marcha un proceso de liquidación de esta herramienta imperfecta en un proyecto aún más ambiguo y abierto a la izquierda institucional, estos camaradas deciden descartar tanto la precandidatura de Anasse y la política llevada a cabo en las regionales por la antigua mayoría. Proponen una candidatura de consenso, que podría venir de las filas de la antigua mayoría, a condición de que dispongan de algunos portavoces en campaña. Un posicionamiento aún más problemático, si tenemos en cuenta que las tendencias de la izquierda del NPA son mayoría numéricamente y podrían imponer un candidato de ruptura con la orientación actual y la dirección que la defiende.
Traducción: Roberto Bordón
[1] Izquierda Anticapitalista en el Estado español también expulsó a su ala izquierda cuando se unió a Podemos.