La primera parte de la Conferencia Nacional del PTS debatió sobre las perspectivas de la situación nacional e internacional, a partir de las cuales pensar las tareas políticas de la etapa.
Fernando Scolnik @FernandoScolnik
Sábado 22 de diciembre de 2018 19:16
Durante los días 8 y 9 de diciembre, el PTS realizó su tercera Conferencia Nacional del año, como parte de los preparativos del XVII Congreso partidario, que se realizará en Semana Santa de 2019.
Los debates del encuentro, del cual participaron delegados y delegadas de todo el país, se dividieron en dos puntos. El primero de ellos estuvo dedicado a discutir el marco nacional e internacional actual, y el segundo a las orientaciones que el PTS debe desarrollar durante el próximo período a partir de aquellas caracterizaciones.
En este artículo nos concentraremos en el primer punto de la Conferencia, mientras que en este artículo informaremos las discusiones de la segunda parte.
La crisis argentina como parte de un mundo convulsionado
El informe inicial lo dio el compañero Emilio Albamonte. Sintetizaremos a continuación algunas de las conclusiones de la primera parte, señalando antes también que el intercambio había sido preparado con decenas de escritos de compañeras y compañeros de todo el país publicados en boletines internos, que enriquecieron el período pre-conferencia.
La clave de la discusión del primer punto fue la caracterización del inicio de una crisis orgánica en Argentina, en el marco de una situación internacional convulsionada.
La Conferencia, realizada pocos días después del G20 que sesionó en Buenos Aires, dio cuenta de la inestabilidad de la situación internacional, dadas las perspectivas de una probable desaceleración económica mundial para el próximo período; las tendencias a las crisis orgánicas en distintos países del mundo; irrupciones de fenómenos de la lucha de clases como los “chalecos amarillos” en Francia; crisis de importancia internacional como las disputas alrededor del “Brexit”; así como la existencia de fuertes disputas geopolíticas, de las cuales la más importante es aquella que se da entre Estados Unidos y China, por la intención de las clases dominantes del primero de estos países de intentar evitar el ascenso de la potencia asiática, y que tiene entre sus manifestaciones más explícitas las disputas comerciales abiertas, así como la competencia por el liderazgo e innovación tecnológicas y las denuncias por el robo de propiedad intelectual.
En este marco, y más allá de las perspectivas inmediatas, la Conferencia volvió a subrayar una vez más que el capitalismo está en su fase imperialista de crisis, guerras y revoluciones, y que históricamente este sistema social ha “resuelto” las crisis y la lucha entre potencias por la preponderancia en el tablero mundial a través de conflictos bélicos aberrantes como las dos guerras mundiales y cientos de enfrentamientos militares en todas las regiones del planeta, generando además hambrunas, epidemias y destrucción del planeta. Los socialistas revolucionarios, que peleamos por la construcción de un partido revolucionario a nivel mundial, tenemos como fin la pelea por otra perspectiva para la humanidad, distinta a las calamidades y destrucción que tiene para ofrecer el capitalismo.
Sobre la situación internacional actual, la conferencia discutió una caracterización de conjunto, pero además prestó especial atención a la principal novedad de la lucha de clases internacional: la emergencia de los “chalecos amarillos”.
Mientras que la crisis de distintos regímenes hasta ahora venía dando fenómenos de derecha como el mismo Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil(que representa un alerta para toda América Latina e indica a dónde conducen estrategias como las del PT, reivindicada por el kirchnerismo en Argentina), o el Movimiento 5 Estrellas y la Liga del Norte en Italia, entre otros, la irrupción de este fenómeno en Francia abre ahora nuevas perspectivas para la lucha de clases internacional.
Las imágenes de la lucha han dado la vuelta al mundo y su ejemplo comienza a ser visto y tomado en otros países, como vemos en la importante pelea que está teniendo lugar en Hungría contra la reforma laboral esclavista. Es por esto que nos detendremos especialmente en su análisis, ya que sus lecciones tienen importancia más allá de las fronteras francesas.
Aun cuando corresponda esperar a su futuro desarrollo para hacer una lectura final, ya se puede decir que el movimiento de los “chalecos amarillos”, por su radicalidad, es inédito en décadas en un país de la importancia de Francia, y ya dejó como una primera lección que se puede hacer retroceder a un gobierno de los ricos como el de Emmanuel Macron mediante una decidida lucha de clases, con fuertes tendencias a la acción directa y enfrentamientos con las fuerzas represivas, que por momentos han perdido el control de la situación en lugares de enorme contenido simbólico en París. El movimiento ya logró que el presidente francés deba retroceder en el aumento de los combustibles y otorgar un aumento del salario mínimo.
Si hasta el momento los “chalecos amarillos” no lograron una de sus exigencias, que es la renuncia de Macron, en gran parte se debe a que, al igual que en otros países, su lucha es boicoteada por las burocracias sindicales, lo cual hasta el momento actuó como su principal límite, al impedir una huelga general que seguramente haría caer al Gobierno. Mientras que, por el contrario, el movimiento despertó gran simpatía en las bases obreras y atrajo a amplios sectores del movimiento estudiantil y la juventud a las calles, abriendo una nueva situación política.
Más allá de los flujos y reflujos que tenga la lucha de los “chalecos amarillos”, hay que decir que la misma ya ha dejado abierto también un fuerte cuestionamiento al régimen político burgués de la V República. Junto con el grito que acompañó los reclamos exigiendo la renuncia de Macron, se desarrolla un importante debate que pone en cuestión los mecanismos antidemocráticos con los cuales domina la burguesía. Surgieron consignas reclamando la abolición del Senado, la reducción del número de diputados y sus salarios, la organización de referendos populares, entre muchas otras que exceden largamente las demandas económicas. Si el régimen de un país imperialista como Francia está cuestionado a este nivel, qué cabe esperar de las próximas luchas en países atrasados, dependientes y semicoloniales. Cuando en Argentina levantamos la consigna de Asamblea Constituyente Libre y Soberana (ver abajo), apuntamos a desarrollar la lucha contra estas democracias burguesas degradadas al servicio de los capitalistas.
En este marco, la Conferencia saludó la intervención de la Corriente Comunista Revolucionaria en Francia, que es una tendencia dentro del Nuevo Partido Anticapitalista, y es la organización hermana del PTS en ese país, ambas integrantes de la Fracción Trotskista – Cuarta Internacional. Junto con una intervención decidida en la lucha de clases, la CCR impulsa comités de acción para la lucha entre trabajadores y estudiantes, y levanta un programa para el movimiento, partiendo de la lucha por la caída de Macron y para impulsar la lucha contra el régimen: abolición del Senado y de la monárquica figura presidencial; por una asamblea única que concentre el poder legislativo y el poder ejecutivo con miembros elegidos por dos años por sufragio universal sobre la base de asambleas locales, que sean revocables por sus electores y con el mismo salario que un trabajador calificado.
Si bien como marxistas luchamos por una salida de fondo, que es un Gobierno revolucionario de los trabajadores en ruptura con el capitalismo, basado en organismos de democracia directa, sabemos que de momento la mayoría no comparte esta perspectiva. Por eso hacemos esas propuestas democráticas de emergencia para impulsar con millones la lucha contra Macron y el régimen de la V República, por las justas demandas del movimiento, y sabiendo que la autoorganización para esa pelea y una democracia más amplia facilitarían también la lucha por una salida socialista y revolucionaria a la crisis.
En un marco de perspectivas económicas críticas y tensiones geopolíticas, debatir las lecciones y perspectivas de los procesos más avanzados de la lucha de clases internacional, se vuelve indispensable para pelear por otra salida a la crisis, y preparar los debates de estrategia para las luchas que los revolucionarios nos preparamos para dar en otros países del mundo. Por eso la Conferencia del PTS se detuvo especialmente en este proceso.
En Argentina ha comenzado una nueva crisis orgánica
La Conferencia debatió sobre la situación política en Argentina, a partir del marco internacional planteado. El pronóstico de desaceleración económica mundial, las disputas comerciales, la suba de las tasas de interés en Estados Unidos o la incertidumbre respecto de la situación brasileña con el ascenso de Bolsonaro, no hacen más que agudizar las contradicciones de la situación argentina.
La conclusión del debate fue que en Argentina estamos al comienzo de lo que el marxista italiano Antonio Gramsci denominó crisis orgánica. Esto implica que se ha abierto una nueva etapa que por la profundidad de sus contradicciones la burguesía no podrá cerrar sin grandes crisis, que puede durar varios años e incluir distintos momentos de la política y la lucha de clases, con situaciones de estabilidad circunstancial, otras prerrevolucionarias o revolucionarias y también intentos de salidas bonapartistas de derecha.
La subordinación al FMI, que durará varios años si el plan no es derrotado por la lucha del pueblo trabajador, seguirá trayendo aparejada la sumisión al imperialismo, mayores ataques a las grandes mayorías, y la imposibilidad de los distintos partidos capitalistas, sean de Cambiemos o de alguna fracción del peronismo/kirchnerismo, de lograr consensos entre la mayoría de la población sobre un plan para el país, lo cual será fuente de nuevas crisis políticas y eventos agudos de la lucha de clases.
Entre los factores de fondo, hay que señalar que la crisis económica que está en curso no tendrá una salida ordenada. Los planes de ajuste ya han causado un aumento de la pobreza al 33, 6 %; de desocupación al 9 % (y 11,8 % de subocupación); una inflación récord de aproximadamente 47 % en 2018 (la más alta desde 1991); mientras que el salario de los trabajadores registrados ha perdido un 16 % de su poder de compra desde que asumió Cambiemos, siendo aún peor por supuesto la situación en los trabajadores no registrados. El presupuesto de ajuste 2019, de déficit primario cero (mientras que para el pago de la deuda se destinarán $ 600.000 millones), implicará además nuevos golpes sobre el trabajo, la salud, la educación, la vivienda y la obra pública en general.
Pero aun así, esta política de pagarle a los especuladores con el hambre del pueblo está lejos de resolver la creciente probabilidad de una nueva crisis de deuda y default, como lo demuestra la suba del riesgo país que a fin de año está llegando a nuevos récords. Cada vez son más voces las que advierten sobre la inviabilidad de continuar con el plan del FMI tal cual está diseñado, y la imposibilidad de pagar la deuda desde el año 2020, dada además la dificultad para Argentina de acceder al crédito en los mercados internacionales.
Sin embargo, esta perspectiva no excluye la posibilidad de nuevos episodios agudos de la crisis antes de las elecciones de 2019, como lo puede estar anticipando la gran suba del riesgo país. Puede haber escenarios de corridas cambiarias y fuga de capitales, retroalimentados no solo por la situación económica sino también por la incertidumbre política, especialmente si Cristina Kirchner subiera en las encuestas. La relativa debilidad política del macrismo, que ha perdido gran parte de su capital político durante 2018, es otro factor de inestabilidad (recientemente esto se ha notado también en los fallos adversos para el Gobierno en la Corte Suprema o la dificultad para avanzar con algunas leyes).
Aparejado a estas perspectivas, tampoco se puede descartar que, aunque todo el régimen político (macrismo y peronismo, burocracias sindicales y de los movimientos sociales, etc) están trabajando para impedirlo, haya durante 2019 irrupciones de la lucha de clases al calor de la crisis, movilizaciones masivas, luchas duras contra despidos y por un salario cada vez más atacado. La irrupción de sectores de vanguardia del movimiento obrero como el Astillero Río Santiago, los mineros de Río Turbio, el Hospital Posadas, así como el masivo movimiento de mujeres o el movimiento estudiantil, actores de lucha que estuvieron presentes durante 2018, pueden estar anticipando nuevos episodios de la lucha de clases.
Se verá en los próximos meses si las burocracias logran contener hasta las elecciones o no, aunque lo que es imposible es que puedan evitar grandes luchas y crisis durante toda la etapa de la crisis orgánica, ya que los planes capitalistas para abordar la crisis incluyen para los próximos años ataques superiores a los que vimos hasta el momento, como ajustes aún más brutales e intenciones de reformas estructurales como en el ámbito previsional y laboral. Esa perspectiva, en un marco de partidos políticos burgueses debilitados, crisis en el Estado (como el desprestigio del Poder Judicial) y un movimiento obrero, de mujeres y jóvenes que llega a la crisis sin derrotas decisivas llevará a mayores crisis políticas y acontecimientos agudos de la lucha de clases.
El engaño peronista/kirchnerista
Si bien no está descartado que Cambiemos pueda ganar las elecciones (buscan el escenario de polarización con Cristina Kirchner en un balotaje), es necesario también debatir otras perspectivas. Incluso distintos sectores burgueses comienzan a explorar otras posibilidades, ya que se ve que un segundo mandato de Macri sería muy débil para aplicar los ataques que buscan los capitalistas, debido a la gran oposición social que ya tiene.
En cambio, un gobierno peronista podría contar con apoyo de la burocracia sindical, lo cual le facilitaría atacar y reprimir las luchas, como ya lo ha hecho por ejemplo el kirchnerismo durante doce años de Gobierno (como se vio en Lear, Kraft, Mafissa, Casino Flotante, Línea 60 y cientos de casos más).
En este marco, la Conferencia debatió también acerca del engaño que representan los distintos sectores del peronismo que se proponen ganar las elecciones de 2019.
Primero porque, como hemos señalado muchas veces, el plan de ajuste no habría llegado hasta acá sin votos del peronismo en el Congreso Nacional, sin los burócratas sindicales de ese espacio o sin los gobernadores e intendentes que llevan adelante ataques en sus territorios.
Pero más allá de eso, también por lo que se podría esperar de un Gobierno peronista. Mientras que en el caso del peronismo federal su colaboracionismo con el macrismo deja las cosas bien claras, tampoco nada bueno puede venir del lado del kirchnerismo.
Hoy el espacio referenciado en la ex presidenta repite un argumento discursivo de la vieja Alianza de De la Rúa y Chacho Álvarez. En ese entonces, los falsos “progresistas” decían que nos teníamos que unir con cualquiera para acabar con el menemismo y ganarle a Duhalde. Hoy el kirchnerismo nos dice que hay que aliarse a cualquiera para ganarle a Macri, y por eso llaman a la unidad a Pichetto, Massa o Urtubey. Si en el pasado esa política terminó en la catástrofe de 2001, esta vez la historia puede volver a repetirse.
Y esto último puede suceder aunque finalmente el kirchnerismo vaya a elecciones separado del peronismo federal. Axel Kicillof ya avisó que no romperán con el FMI en caso de ganar, ni mucho menos dejarán de pagar la deuda a los especuladores (a lo sumo “renegociar” con el FMI dice, como si eso fuera posible sin aceptar la imposición de ajustes brutales). Así como la Alianza en los ´90 quería convencer de que se podía salir de la crisis de la Convertibilidad sin atacar los intereses de los capitalistas (queriendo reducir todo al problema de la corrupción), hoy el kirchnerismo busca engañarños respecto de que se puede evitar una gran crisis sin dejar de pagar la deuda.
Un simple ejercicio demuestra a dónde conduce esa política: si en época de crecimiento a tasas chinas el kirchnerismo dejó porcentajes enormes de pobreza y precarización laboral, crisis en la vivienda, la salud y la educación; ¿qué se puede esperar en época de crisis, sin romper con el FMI y pagando una deuda pública gigantesca? Para colmo, referentes del kirchnerismo llaman a la izquierda a formar parte de un frente así. Pero que no se confundan: si ellos quieren ser la nueva Alianza, a nosotros no nos pidan que juguemos el rol de Chacho Alvarez: nuestra perspectiva es que la crisis la paguen los capitalistas.
Ni hablar de lo que representaría un nuevo gobierno kirchnerista para el movimiento de mujeres, cuando Cristina Kirchner viene de llamar a unir pañuelos verdes con celestes y mantiene una alianza cada vez más estrecha con amplios sectores de la Iglesia, institución que por otro lado, bajo un discurso “social” trabaja para evitar la lucha de clases y “contener” la pobreza en vez de tener un plan para acabar con ella.
Frente a eso, la Conferencia del PTS ratificó la importancia de luchar para evitar que este nuevo saqueo contra el pueblo trabajador termine una vez más en saltos enormes de pobreza, desocupación, entrega del país y destrucción de la educación y la salud públicas. Para eso discutió tres niveles:
1) Un programa para que la crisis la paguen los capitalistas, que es un planteo de conjunto para la etapa, lo cual no excluye sin embargo que en distintas coyunturas cobren más peso determinadas consignas para la agitación que otras.
Ante la crisis, un nuevo engaño que está en curso es querer convencernos de que votando en 2019 se puede esperar un gran cambio. Esto no solo es falso por lo mencionado antes, la negativa tanto de Macri como del peronismo a romper con el FMI y dejar de pagar la deuda. También es un engaño que pretendan hacernos creer que se puede solucionar una crisis de magnitud solo cambiando algunas figuritas por otras. El Congreso Nacional solo cambiará parcialmente después de las elecciones (por ejemplo, seguirá habiendo mayoría en contra del derecho al aborto), la Corte Suprema aristocrática todo el Poder Judicial continuarán intactos, así como el mecanismo de veto presidencial y tantos otros métodos antidemocráticos que el régimen tiene para resguardar los intereses de los capitalistas.
Ante esto, desde el PTS-Frente de Izquierda, que luchamos por un Gobierno de los trabajadores, hoy hacemos una propuesta de emergencia para poner realmente todo en cuestión ante la crisis: luchar por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana en la que se exprese verdaderamente la voluntad popular. Con un diputado cada 20.000 electores, que sean revocables si no cumplen lo que prometieron, que cobren lo mismo que un docente, y que sea un órgano sin restricciones ni límites de ningún tipo para decidir medidas frente a la crisis, sin que nadie pueda vetar lo que allí se resuelva.
En esa Asamblea Constituyente plantearíamos la necesidad de un programa de emergencia para que la crisis la paguen los capitalistas. Entre las medidas fundamentales, se encuentran la ruptura con el FMI y el no pago de la deuda pública a los especuladores. Esa deuda, que tuvo un gran salto durante la dictadura militar, es ilegal, ilegítima y fraudulenta. Hay que destinar esos recursos, que en 2019 llegarán a $ 600.000 millones, a las necesidades de las grandes mayorías. Esto, junto con otras medidas indispensables como recuperar el salario y las jubilaciones indexados mensualmente según la inflación; reparto de las horas de trabajo para terminar con la desocupación y las jornadas extenuantes para los que tienen trabajo (seis horas, cinco días a la semana, para poder trabajar todos y con un salario igual a la canasta familiar); acabar con las privatizadas mediante su estatización bajo gestión de trabajadores y usuarios populares; expropiar a los grandes terratenientes; la estatización de la banca; el monopolio estatal del comercio exterior; derecho al aborto legal, seguro y gratuito; separación de la Iglesia del Estado, entre otras medidas fundamentales.
2) Contra la tregua de las centrales sindicales que dejaron pasar tres años de ataques del macrismo, luchamos por imponerle a las burocracias un plan de lucha con continuidad, en la perspectiva de la huelga general activa para derrotar el ajuste e imponer un plan para que la crisis la paguen los capitalistas.
Junto con eso, impulsamos la formación de coordinadoras de lucha para que triunfen todas las peleas. No va más la lucha corporativa que imponen algunas direcciones sindicales o estudiantiles. Tenemos que unir lo que ellos dividen, ligando el movimiento obrero a las mujeres que se movilizaron en la “marea verde”, a la juventud trabajadora y estudiantil, al pueblo pobre (como el que está organizado en los movimientos sociales, pero luchando por su organización democrática con asambleas de base y libertad de tendencias). Uniendo esas fuerzas, también podremos pelear mejor contra la burocracia sindical por revolucionar los sindicatos para transformarlos en verdaderas herramientas de lucha. Y a su vez consideramos que esta propuesta está estrechamente ligada a la de asamblea constituyente libre y soberana. Sabemos que esta instancia, si logramos imponerla con la lucha, podrá votar medidas que encontrarán la resistencia de los empresarios, la Iglesia, las fuerzas de seguridad del Estado, y de bandas paraestatales, que resistirán con violencia que sus intereses se vean afectados, porque quieren que la crisis la pague el pueblo trabajador con hambre. Para defenderse de sus ataques, la autoorganización obrera y popular es indispensable, y hay que construirla desde ahora.
3) Por un partido unificado de la izquierda, de las y los trabajadores y socialista. En el acto que el PTS realizó el 6 de octubre en Argentinos Juniors y en simultáneo en otras ciudades del país, Nicolás del Caño realizó una importante propuesta: abrir la discusión para la construcción de un gran partido unificado de la izquierda clasista, con la fuerza y el programa necesarios para que la crisis la paguen los capitalistas. Una convocatoria para los compañeros del Partido Obrero e Izquierda Socialista con los que integramos el Frente de Izquierda, y a todas las organizaciones de la izquierda obrera y socialista, pero también para los miles y miles de trabajadores que enfrentan en serio el ajuste; a los cientos de miles que apoyan al Frente de Izquierda; a los sectores de izquierda del movimiento de mujeres y de la juventud.
Un partido para una salida anticapitalista a la crisis en Argentina, que solo puede ser parte de la lucha internacional de la clase trabajadora y los pueblos oprimidos del mundo, por la revolución socialista internacional.
Invitamos a leer las tres cartas que el PTS publicó con esta propuesta de suma importancia:
Avancemos hacia un partido unificado de la izquierda, la clase trabajadora y socialista
¿Seremos capaces de construir un partido unificado de la izquierda revolucionaria y socialista?
Una respuesta auspiciosa de Izquierda Socialista a la propuesta del PTS sobre un partido unificado
Fernando Scolnik
Nacido en Buenos Aires allá por agosto de 1981. Sociólogo - UBA. Militante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001.