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Asambleas barriales y resistencia durante el gobierno de Milei

Julieta Fioresta

Tomás Ghiusty

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Asambleas barriales y resistencia durante el gobierno de Milei

Julieta Fioresta

Tomás Ghiusty

Ideas de Izquierda

A un año de la presidencia de Javier Milei, se vuelve importante analizar los sujetos de resistencia que surgieron durante su gobierno. El 20 de diciembre de 2023, fecha simbólica en la política argentina, la izquierda convocó a movilizar. Ese día, una cadena nacional anunció el DNU 70/2023, desatando cacerolazos nocturnos en el AMBA que culminaron en una protesta semi-espontánea frente al Congreso. La memoria del estallido social del 2001 inspiró diversas formas de resistencia, incluyendo asambleas barriales. Estas son una experiencia concreta frente a las voces que tienden a minimizar o desconocer que hubo resistencia en el primer año del gobierno de Milei.

Consideraciones sobre las asambleas barriales del AMBA como forma de resistencia

El 20 de diciembre de 2023, pocos días después de que Javier Milei asumiera la presidencia, se llevó a cabo una gran movilización convocada por la izquierda y organizaciones combativas en el centro de Buenos Aires, que también tuvo eco en diversas ciudades del país. Se trataba de la primera acción de la resistencia contra el gobierno de Milei, que desafió el protocolo anti-piquetes. En una fecha que evoca las jornadas de diciembre de 2001, miles de personas salieron a las calles en rechazo al ajuste anunciado por las medidas del ministro de economía, Luis Caputo y al protocolo represivo impulsado por la ministra Patricia Bullrich, ambos implementados en los primeros días del nuevo gobierno. Esa misma noche, en cadena nacional, Milei presentó los puntos principales del DNU 70/2023: un plan de ataque que incluía la derogación de la ley de alquileres, la privatización de empresas públicas, la flexibilización laboral, entre otras.

También adelantó la presentación de la primera versión de la “Ley Bases”, conocida como Ley Ómnibus por la cantidad de medidas que abarcaba y declaró el 2024 como el año de la “Defensa de la Vida, la Libertad y la Propiedad”. Estas medidas, unidas tanto política como simbólicamente, impactaron de manera directa en diversos sectores: estudiantes, jubiladxs, trabajadorxs ocupadxs y desocupadxs, artistas y monotributistas. Todxs ellxs convergieron en cacerolazos masivos en varios barrios y localidades del AMBA pero también en el interior del país y culminaron con una movilización semi-espontánea al Congreso. Toma este carácter de “semi-espontánea” porque es una acción que, por un lado, se deriva de la movilización de la tarde llamada por los sectores combativos. Esta movilización, a solo 10 días de asumir Milei, fue la primera movilización que desafió el protocolo represivo de Bullrich. En plena campaña de persecución, que incluyó desde propaganda a través de aplicaciones cómo Mi Argentina para que los usuarios denuncien si estaban siendo obligados a movilizarse, hasta requisas en el transporte público para detectar supuestos manifestantes, se demostró que se podía superar esta avanzada represiva. Las medidas de ajuste, el discurso de Javier Milei por la noche, junto con la moral elevada, producto de haber movilizado a pesar del protocolo y el show del gobierno, actuaron como un fuerte catalizador del descontento social, con su consiguiente reacción masiva que no fue completamente organizada y planificada en su totalidad por un sector o actor político específico. En particular, durante los cacerolazos que estallaron en varios barrios y localidades, las organizaciones de izquierda jugaron un rol clave al impulsar desde cada esquina la movilización hacia el Congreso, dando una orientación a la respuesta espontánea de amplios sectores.

El interrogante de “cómo seguirla” se extendía entre quienes se movilizaron ese día. Rápidamente se conformaron grupos y comunidades de Whatsapp para seguir organizadxs. De esta forma surgieron algunas asambleas barriales como un primer espacio de lucha, organización, deliberación y debate colectivo. La mayoría de las asambleas surgieron en esa fecha. Otras asambleas barriales que ya existían de la lucha contra Macri se reciclaron y cambiaron su carácter contra el mega DNU. En muchos barrios o partidos del AMBA, donde no surgieron espontáneamente, fueron impulsadas por la izquierda, teniendo el PTS un gran protagonismo junto con compañeras y compañeros independientes. Esta forma de organización no es nueva, tiene su antecedente directo en las protestas de diciembre de 2001, cuando las asambleas barriales jugaron un papel clave en la expresión del conflicto social.

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En las asambleas participan activamente quienes están iniciando su primera experiencia en la organización política; vecinos que tienen tradición de lucha desde los 70, los 90 y el 2001, personas con trayectoria en partidos políticos, actividades gremiales o barriales, que retoman la militancia como una herramienta necesaria para enfrentar las políticas del gobierno. También partidos de izquierda y otras fuerzas que integran el Frente de Izquierda. Además, se suman sectores de la militancia peronista y kirchnerista que actuaron de forma dispersa, en muchos casos con militantes que participan sin decir abiertamente a qué corriente política forman parte porque van a “título personal”. En otros casos se expresó un sector de peronistas críticos a sus partidos y referentes políticos. Cada asambleísta tiene la oportunidad de expresar su opinión, análisis y/o propuestas de acción, pero las decisiones se toman por mayoría. No existe delegación de las decisiones; por el contrario, cada participante es responsable y supervisado en la acción. Esto resulta muy interesante porque ha dado origen a múltiples debates al interior de las asambleas.

De este modo se expresaron distintas líneas políticas para la participación en las asambleas. Hubo organizaciones peronistas que boicotearon y pelearon en contra de la coordinación y exigencia a las centrales sindicales de un plan de lucha, como parte de su línea más general de darle gobernabilidad a Milei mientras pasa su plan de ajuste. Por ejemplo, en movilizaciones como el paro general del 24 de enero, hubo sectores del peronismo que estuvieron abiertamente en contra de exigir un plan de lucha a la CGT y la CTA tras el argumento de que eso se lo tenían que exigir los trabajadores en su lugar de trabajo y no las asambleas barriales. El peronismo se autodenomina como oposición política, sin embargo tiene una orientación política contraria a cualquier tipo de resistencia: especular con una vuelta electoral en 2027 sobre la “tierra arrasada” que deje Milei.

Para analizar cuáles fueron las demandas, su composición y potencial realizamos este cuadro con la información recopilada de tres diarios de distinta matriz ideológica y política, como son La Nación, Página 12 y La Izquierda Diario:

Cuadro 1. Composición, consignas, demandas y repertorio de acción según diarios digitales. [1]

El relevamiento de noticias señala que las asambleas están integradas por vecinxs, trabajadores, jubiladxs, tanto afiliadxs a organizaciones como no agrupadxs, además de movimientos sociales, feministas y ambientalistas. En cuanto a sus demandas, predominan consignas de carácter defensivo en el plano político, como la oposición al DNU y la Ley Bases, que implican despidos durante todo el año en el sector público y privado, el rechazo al protocolo represivo, la lucha contra los aumentos tarifarios, contra el apagón cultural y la exigencia a las centrales sindicales de un Paro General. También se registra la campaña democrática que llevaron a cabo contra los detenidos por reclamar contra la Ley Bases. Respecto a su repertorio de acción, por un lado, destacan las actividades en los barrios donde se convocan las asambleas, como cacerolazos, distribución de volantes y colectas. Por otro lado, se subrayan las acciones coordinadas con otros sectores, tales como movilizaciones en el Congreso y bloqueos en los molinetes del transporte.

Como señalan algunas de las notas relevadas, un momento clave de participación de las asambleas fue con el tratamiento de la Ley Bases en julio de este año. Previo al debate, las asambleas lanzaron una campaña de difusión bajo el lema “Seamos millones cuando se trate la Ley Bases”. Coordinadas entre varias asambleas de CABA, diseñaron un afiche centralizado y empapelaron sus barrios, logrando una amplia convocatoria para las movilizaciones durante el tratamiento en Diputados y especialmente en el Senado. Los sindicatos alineados con el moyanismo, la Corriente Federal, las CTA y la UTEP limitaron su participación, enviando delegaciones sin convocar a un paro que permitiera a lxs trabajadorxs movilizarse masivamente. Además, se retiraron de la plaza del Congreso en pleno debate en el Senado a las 14 hs, asumiendo una derrota anticipada cuando todavía no terminaban de llegar las personas que salían de sus trabajos. Esta retirada desmovilizó parcialmente la movilización, facilitando que las fuerzas represivas avanzaran contra quienes permanecían en la plaza. Pese a esto, las asambleas barriales y las organizaciones de izquierda permanecieron resistiendo, logrando una importante repercusión mediática que desencadenó cacerolazos nocturnos en varios barrios del AMBA. Frente a la persecución, se organizó rápidamente una campaña de solidaridad. La represión, utilizada como única vía para imponer una ley regresiva contra los sectores populares, culminó con la detención de treinta y tres manifestantes y una campaña de criminalización que los acusó de “terroristas”.

Las asambleas jugaron un papel fundamental al acompañar a lxs detenidxs, recolectar fondos para cubrir sus necesidades y visibilizar la situación, impulsando una amplia campaña por la liberación de lxs presxs de la Ley Bases. Una vez más, demostraron su capacidad para articular la resistencia en momentos críticos.

Además del relevamiento de noticias, sus redes sociales documentan su trayectoria a lo largo del año. Aunque vale señalar que su desarrolló contó con momentos de mayor y menor intensidad, flujos y reflujos que continúan hasta el día de hoy cuando siguen desempeñando un papel como una red que apoya, conecta y coordina a los sectores en lucha. Durante este tiempo hubo algunos ejemplos de intervención que se destacaron por expresar la solidaridad con distintas luchas.

En la segunda parte del año, los jubilados que participaron en estas asambleas estuvieron al frente de la resistencia contra el gobierno y se propusieron estar todos los miércoles firmes en el Congreso, soportando valientemente diversos tipos de hostigamiento y represión y consolidando el Encuentro de Jubilados de asambleas barriales. El día en que se vetó el mísero aumento de las jubilaciones, la resistencia de los jubilados, junto con asambleístas, estudiantes y la izquierda, obtuvo un gran apoyo y simpatía de las masas. Este evento representó un punto sensible que incluso impactó a la base de votantes de Milei.

También brindaron su apoyo a los trabajadores de la salud, como los del Hospital en Red “Lic. Laura Bonaparte”. Frente a la amenaza del gobierno de cerrar este centro especializado en Salud Mental y Consumos Problemáticos, los trabajadores se organizaron en asambleas, decidieron ocupar el edificio y realizaron un gran festival para convocar solidaridad. Las asambleas barriales se hicieron presentes con una enorme delegación del AMBA, acompañando a quienes decidieron luchar y dejando una gran conclusión: luchar sirve. Gracias a esta resistencia, el hospital no fue cerrado, convirtiéndose en un ejemplo claro de cómo enfrentar y frenar las políticas de este gobierno.

Durante el conflicto universitario, además de sumarse a las marchas federales del 23 de abril y el 2 de octubre tras el veto al financiamiento universitario, las asambleas coordinaron con las facultades de su zona para brindar apoyo. Participaron en asambleas universitarias compartiendo su experiencia organizativa y poniéndose a disposición para fortalecer la lucha. También estuvieron presentes en cacerolazos educativos y durante las tomas, organizaron ollas populares para la comunidad educativa y los vecinos, contribuyendo a sostener las medidas que tomaban lxs estudiantes en lucha. Ejemplos de esto son lxs vecinxs de la asamblea de Boedo que se sumaron a colaborar con la olla popular de la toma de la Facultad de Psicología, la asamblea de Caballito se sumó a cacerolazos con la comunidad educativa de Filosofía y Letras y entre muchos ejemplos más.

Actualmente, tras el escandaloso caso de corrupción del senador Kueider, que ingresó con la lista del Frente de Todos en 2019, vienen exigiendo la anulación de la corrupta ley bases. También solidarizándose con trabajadores estatales, en particular de los sitios de la memoria que están siendo atacados. El viernes 28 de diciembre se realizó un masivo abrazo a la Ex ESMA para rodear de solidaridad.

A pesar de todo esto, existen lecturas que provienen de distintos sectores dentro del peronismo que sostienen que no hubo resistencia durante el primer año. No solo omiten gran parte de la realidad, sino que emulan una definición y postura política. Resistencia hubo durante todo el año y de todo tipo. Basta con observar los momentos de mayor actividad de las asambleas para refutar estas lecturas: los dos paros nacionales del 24 de enero y 9 de mayo, las multitudinarias marchas del 8 y el 24 de marzo; las masivas marchas universitarias en defensa de la educación pública y las posteriores tomas de facultades a lo largo y ancho del país, sumado a los distintos conflictos que se dieron en el movimiento obrero de importantes gremios como aeronáuticos, ferroviarios, aceiteros, estatales, salud y docentes. Si vemos todos estos conflictos de manera separada y desarticulada aparentan objetivos y características particulares. Pero los une la reacción frente al ataque profundo y sistemático que el gobierno de Javier Milei se propuso llevar a cabo desde el inicio de su gestión. Aunque estas luchas no lograron generalizarse significativamente, lo que mostraron fue una disposición a la organización que se activó a pesar de la política traidora y cómplice de las distintas burocracias (sindicales, estudiantiles, etc) evidenciando cierta predisposición que excede a la ubicación de las dirigencias. Las asambleas barriales son una muestra de todos los conflictos que existieron durante este año expresando la potencialidad de coordinación y articulación, particularmente el rol que tuvieron resistiendo a la Ley Bases y a la represión.

Las asambleas barriales, crisis de representación y hegemonía burguesa

Como vimos anteriormente en las consignas, demandas y repertorios de acción desplegados por las asambleas barriales, estas remiten a una memoria colectiva presente desde el 2001. Su método asambleario por excelencia, democracia horizontal y la heterogeneidad de sectores que allí se encuentran representados guardan tanto límites como potencialidades. Son muchas las similitudes y diferencias que tienen las asambleas barriales surgidas en diciembre del 2023 y las del 2001.

Sin embargo, existe una primera diferencia interesante: las asambleas de principio del siglo tuvieron su origen y protagonismo activo tras la caída del gobierno de Fernando de la Rúa y las actuales se expresaron al inicio, a tan solo diez días de que Milei asumiera la presidencia. Esto, aunque parezca una simple diferencia temporal, significa que la acumulación de resistencia y lucha de la sociedad argentina nunca inicia de cero, de esa experiencia se aprende y la radicalización de los procesos puede ser aún mayor. También, existe una importante similitud —aunque con sus matices— en que ambos momentos se caracterizan por una crisis de representación y hegemonía donde hay una gran inestabilidad de las principales coaliciones, y los partidos tradicionales ya no logran canalizar el descontento de las masas, ni establecer gobiernos estables signados por la política del FMI. Otra diferencia significativa es que la resistencia para el 2001 encontró un largo recorrido desde principios de los 90’ y, en la actualidad, aún se encuentra en un proceso inicial de construcción.

En la actualidad se ha vuelto a configurar el método asambleario que tiene su antesala en la década del 90’ durante la resistencia al menemismo con puebladas, piquetes y asambleas. En el 2001 las asambleas se consolidaron como “institución”, ordenando la participación, demandas, consignas y acciones propias. Sin embargo, encontraron un trayecto de resistencia en las formas de organización originadas en el interior del país desde 1993 hasta 1997. Estos procesos dieron inicio a la resistencia a la ofensiva neoliberal del menemismo y significaron la antesala de una profunda crisis de hegemonía del régimen que va a encontrar su punto culmine en las jornadas del 19 y 20 de diciembre del 2001.

Hacer un recorrido exhaustivo de todas las luchas y antecedentes al estallido del 2001 excede al objetivo de este artículo. Pero vale mencionar en particular algunos procesos de ascenso de lucha de clases y resistencia a la ofensiva neoliberal puesta en marcha con el fin del gobierno de Alfonsín y el inicio de Menem. El Santiagueñazo en diciembre de 1993 que derivó en la renuncia del gobernador de la provincia, los levantamientos de Plaza Huincul en 1996 y Cutral Có en 1997 y la enorme huelga docente en Neuquén en el mismo año.

Estos procesos muestran que la resistencia a los planes neoliberales tuvieron un largo aliento, con momentos de avances y retrocesos, entre los que se encuentra el momento de desvío malmenorista expresado en el gobierno de la Alianza, que terminó en un rotundo fracaso y en las jornadas revolucionarias de diciembre de 2001. Existen distintas caracterizaciones, análisis y balances políticos de lo que fue el 2001. Desde la izquierda y el PTS hemos señalado en este compilado varias reflexiones sobre todo el proceso. La emergencia y el protagonismo de las asambleas barriales fueron una novedad producto de la crisis orgánica [2] en la que estaba sumergida el país. Lo que pasó ya es historia conocida: la restitución del régimen burgués por medio de la institucionalización de los sectores en lucha (desocupadxs, piqueterxs, entre otros) dieron aire y espacio suficiente para que el sistema político se recompusiera parcialmente a costa de una feroz represión como fue la del Puente Pueyrredón, una devaluación y ajuste a las grandes mayorías que luego derivó en un “viento de cola a favor” en el marco de la economía internacional.

Hoy la situación es que parte de la bronca que hay con los partidos tradicionales y con las políticas dictadas por el FMI en los últimos años, fue canalizada electoralmente por la derecha de Milei. Por otra parte, se expresa un mal menorismo representado en el kirchnerismo/peronismo. En ambos casos se trata de propuestas inestables que son cuestionadas por sus propias bases electorales (un porcentaje importante de las votantes del peronismo, por ejemplo, cuestionan a sus propios dirigentes [3]) profundizando las tendencias a la crisis de representación. La misma se extiende a las dirigencias sindicales y de las organizaciones de masas que tampoco dan una respuesta a la altura de la situación.

En este escenario de crisis orgánica una característica muy interesante es la autoorganización. Las asambleas barriales son una muestra de una tendencia al surgimiento de organismos que superen las fronteras gremiales o corporativas. Esto es producto de la crisis de representación del movimiento obrero que caracteriza al periodo en tanto existen dirigencias, principalmente peronistas y kirchneristas, estatizadas y ligadas a proyectos de colaboración de clases que carecen de una perspectiva de lucha independiente y no esconden sus negociaciones por migajas con Milei.

En este sentido creemos que las asambleas pueden ser un importante punto de apoyo para la coordinación y unificación de las luchas que vendrán ante esta nueva ofensiva neoliberal. Vamos hacia una lucha de largo aliento que tendrá distintos episodios y allí resulta clave la superación de las políticas de la burocracia sindical y las expectativas en una política mal menorista encabezada por el peronismo, que reproduzca el ciclo de decadencia de los últimos años. La organización de una resistencia desde abajo tiene a las asambleas como puntos de apoyo importantes en la perspectiva de ir hasta el final contra todas las políticas de Milei y el FMI.

De politizar y reorganizar la resistencia se trata

Como vimos, las asambleas barriales en el 2023 no surgieron de la nada, sino que se refieren a experiencias de lucha pasada. La acumulación y las distintas experiencias siguen latentes en periodos de aparente inactividad o retroceso de la lucha de clases. Un claro ejemplo de estos altibajos es el movimiento estudiantil. Su última gran aparición había sido durante el macrismo en el 2018, pero en estos últimos meses volvió a despertarse con gran magnitud e impacto. Las asambleas barriales no están exentas a las mismas oscilaciones.

Podemos identificar tres factores que incidieron en la retracción de las asambleas. Siguiendo de cerca las características de (1) sus demandas —al ser políticas y defensivas—, pueden generar un desgaste en lxs asambleístas tras, por ejemplo, el triunfo relativo del gobierno al aprobar la Ley Bases, aunque con modificaciones y eliminaciones de por medio. Por otro lado, (2) la composición de las asambleas barriales es heterogénea como reflejamos a lo largo de la nota. Esto contribuye a que converjan distintos sectores. Sin embargo, han existido debates al interior de las asambleas, entre sectores referenciados en el peronismo que fomentan actividades corporativistas o más localizadas, dejando de lado una perspectiva de coordinación de las luchas. Y por último, existe un factor con mayor peso significativo que agudiza a los otros dos: (3) La inacción o acción parcial de las diferentes burocracias sindicales ligadas al peronismo que, lejos de querer impulsar la organización desde abajo y con objetivos claros, dilatan y contienen las acciones al mismo tiempo que se sientan con el gobierno a negociar aspectos de la reforma laboral entregando los derechos de lxs trabajadorxs. El rol del peronismo y sus variantes son claves para mantener un equilibrio complejo de fuerzas políticas y sociales, mientras que desde la izquierda promovemos a las asambleas barriales como procesos de autoorganización y de coordinación de sectores en lucha. Estas constituyen un elemento central para articular una fuerza real de resistencia desde abajo y que permita romper el “equilibrio” de fuerzas.

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A diferencia de las lecturas y posiciones políticas que sostienen la resignación, confían en las dirigencias burocráticas y en los partidos tradicionales del régimen, para nosotrxs las instancias de organización y/o coordinación “desde abajo” como fueron las asambleas tienen la potencialidad de poder dialogar con la base de la clase trabajadora y el estudiantado que ven con desconfianza a los sindicatos e incluso a los centros de estudiantes tradicionales, que asocian con aparatos burocratizados y corrompidos. Para ello es necesario fomentar la participación en las asambleas [4] para elevar los grados de coordinación y articulación con las luchas que se vienen en los próximos años. Estas pueden ser una vía para superar las limitaciones que las burocracias sindicales imponen. Por eso damos la pelea y exigimos a las mismas, en la perspectiva de recuperar los sindicatos y los centros de estudiantes, sin darles la espalda pero con la perspectiva de “refundarlos” en base a la independencia del Estado, la democracia interna y la unidad de todos los sectores explotados y oprimidos en la lucha y en la organización.

Estas instancias de lucha y coordinación tienen la potencialidad de actuar como organismos similares a lo que León Trotsky denominó “comités de acción”: instituciones que trascienden cada conflicto particular y que permiten la articulación y unificación de las luchas. Para el revolucionario ruso (que enfoca estos debates desde la experiencia francesa en 1934) aquellos organismos resultaban una vía para imponer un frente único de lucha a las conducciones mayoritarias del movimiento obrero. En ese camino resultaba clave, al calor de aquella experiencia, la multiplicación de las fuerzas militantes de los revolucionarios, en permanente debate con las conducciones reformistas y burocráticas.

Las asambleas tuvieron algunos aspectos de “comités de acción”, aunque no llegaron a desarrollarse de tal modo. Sin embargo la politización y reorganización de las asambleas barriales es importante porque se volvieron una referencia política y de participación de sectores de vanguardia de la izquierda y vecinxs no agrupados, cumpliendo un papel clave en el desarrollo de las movilizaciones contra la Ley Bases, por ejemplo. La organización nunca parte de cero: los grupos de intercambio que aún siguen vigentes, las experiencias compartidas, el saber que existen espacios donde cada vecino y vecina tiene voz y voto no se borran de un plumazo. El descontento y la bronca van a crecer. Muy probablemente las asambleas barriales sean una institución referente de organización para los amplios sectores golpeados y cuando eso suceda hay que estar preparadxs, la rebelión popular en sentido insurgente es la rebelión de lxs trabajadorxs autorganizadxs.


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NOTAS AL PIE

[1Cuadro de elaboración propia a partir del relevamiento mediante la consulta de los portales digitales de los tres medios mencionados. El análisis surge de una ponencia presentada en el Instituto Gino Germani (IIGG) en el corriente año.

[2El concepto de Antonio Gramsci refiere a las crisis orgánicas como crisis —económicas, políticas y sociales— muy profundas en la que la clase dominante (la burguesía) pierde su capacidad de dirigir al resto de la sociedad. Es una crisis entre “representantes” y “representados”. Es decir que pasa cuando los partidos políticos tradicionales y las instituciones estatales; incluyendo sus ideas, acciones, sus dirigentes, que dejan de aparecer como los “representantes” legítimos de las grandes mayorías.

[3Dato obtenido a partir de la última encuesta de la consultora Tendencias de noviembre del 2024.

[4A diferencia de las lecturas y posiciones políticas que sostienen la resignación, confían en las dirigencias burocráticas y en los partidos tradicionales del régimen, para nosotrxs las instancias de organización y/o coordinación “desde abajo” como fueron las asambleas tienen la potencialidad de poder dialogar con la base de la clase trabajadora y el estudiantado que ven con desconfianza a los sindicatos e incluso a los centros de estudiantes tradicionales, que asocian con aparatos burocratizados y corrompidos. Para ello es necesario fomentar la participación en las asambleas para elevar los grados de coordinación y articulación con las luchas que se vienen en los próximos años. Estas pueden ser una vía para superar las limitaciones que las burocracias sindicales imponen. Por eso damos la pelea y exigimos a las mismas, en la perspectiva de recuperar los sindicatos y los centros de estudiantes, sin darles la espalda pero con la perspectiva de “refundarlos” en base a la independencia del Estado, la democracia interna y la unidad de todos los sectores explotados y oprimidos en la lucha y en la organización.
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Julieta Fioresta

Consejera estudiantil de Sociología UBA

Tomás Ghiusty

Licenciado y profesor en Sociología (UBA). Miembro del Comité Editorial del suplemento Armas de la Crítica.