En la pasada encuesta realizada por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) se dan a conocer las cifras alarmantes de la subocupación, la informalidad y el desempleo del primer trimestre del 2021, en comparación con el año pasado que inició la pandemia.
Miércoles 30 de junio de 2021
A partir de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), el INEGI dio a conocer las cifras de empleo, informalidad y desempleo que subyacen en los más de 57 millones de personas en edad laboral que tiene el país, en comparación con el año pasado. La Institución reconoce que hubo una reducción de 1.6 millones de personas en la Población Económicamente Activa (PEA), quedando en 55.6 millones.
La cantidad de personas ocupadas, por ejemplo, tuvo una importante reducción de hasta 2.1 millones, que quedaron desempleados, quedando en 53.5 millones de personas ocupadas a nivel nacional; sin embargo, el rubro de la Población No Económicamente Activa, pero disponible para trabajar ocupa la cifra de 8.3 millones de personas, siendo que el año pasado estas personas sólo eran 5.6 millones, teniendo un total de casi 11 millones de personas sin trabajo.
En el rubro de la subocupación se registraron cifras importantes de aumento.
Esta modalidad (donde el trabajador se ve en la necesidad de ocuparse en otras actividades además de su trabajo) pasó de 4.6 millones de personas en el primer trimestre de 2020, a 7.3 millones en el primer trimestre de 2021, con un aumento de 2.7 millones de personas.
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Para la informalidad, el INEGI registró una leve contracción de esta forma de trabajo, aunque sigue siendo mayoritaria al abarcar a más de 29.1 millones de personas, más de la mitad de quienes están en condiciones de trabajar en el país. Si esta cifra se suma a la de “subocupación”, que también es una forma de precariedad, suman más de 36.4 millones de trabajadores.
Outsourcing y protección del empresariado
En meses recientes, el gobierno de AMLO presentó lo que supuestamente iba a implicar la eliminación del outsourcing en una nueva reforma laboral; sin embargo, no fue tal, pues esta modalidad fue legalizada para “trabajos especializados”, por lo cual las empresas pueden seguir subcontratando ayudantes telefónicos o personal de limpieza, entre otros, con el pretexto de que sus empresas no se dedican “específicamente” a dar esos servicios.
Si bien algunas de las cifras presentadas por la ENOE se venían arrastrando desde el año pasado, es indudable que la respuesta de las patronales y el gobierno ante la pandemia, contribuyó drásticamente a su aumento.
Más allá de ello, los indicadores principales de desempleo, subocupación e informalidad ya son un mal crónico para la mayoría de la población y son inherentes al capitalismo.
La contraparte de este análisis estadístico sobre el empleo es, sin duda, el incremento de medidas de protección a las grandes empresas, que por la pandemia vieron la oportunidad de recortar personal y exigir a los gobiernos, tanto al nuestro como a nivel internacional, una serie de medidas políticas y económicas que les beneficien. En un informe realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) se desarrollaron 5 de estas medidas
A) Cancelación o postergación de pagos, en su mayoría impuestos y créditos estatales.
B) Subsidios de desempleo, en los cuales el Estado se haría cargo de cubrir los costos de desempleo para librar a las empresas de esa “carga”.
C) Suspensión de pago de servicios que usan las empresas para funcionar. Es decir, no pago de luz, agua, electricidad, uso de suelo, etc.
D) Cofinanciamiento de nómina salarial, con hasta 30% de participación estatal para cubrir los salarios.
Una alternativa a la explotación laboral
Las y los trabajadores que padecemos en su mayoría los estragos de la pandemia tenemos que luchar por nuestra propia salida ante la crisis. Las políticas económicas de los gobiernos, tanto neoliberales como supuestamente “progresistas”, están orientadas a proteger a las empresas y sus ganancias. Este período de confinamiento mostró más claramente su verdadero rol a favor de los capitalistas no sólo en México, sino a nivel mundial.
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Por eso es que quienes publicamos este diario - trabajadores, docentes, mujeres y jóvenes que nos organizamos en el Movimiento de Trabajadores Socialistas-, opinamos que las y los trabajadores, junto al pueblo pobre, tenemos que unirnos para luchar contra las medidas que atentan contra nuestro derecho al trabajo y nuestros demás derechos laborales.
Bajo un programa para que la crisis la paguen los patrones, que plantee, por ejemplo, la prohibición total del outsourcing y de los despidos, la renacionalización y el control obrero de las industrias estratégicas (como la industria petrolera, energética, transportes y telecomunicaciones), la expropiación sin indemnización de las empresas que recorten o despidan para que pasen a manos de sus trabajadores, así como la reducción de la jornada laboral, basada en la repartición del trabajo entre todas las manos disponibles para abatir el desempleo, a la par que luchamos por la recuperación de los sindicatos y por su independencia de las instituciones del régimen político y del gobierno, que ahora se dice “progresista”.
Es necesario que los sindicatos y las demás organizaciones obreras y populares que dicen defender los derechos de los trabajadores, salgan de su pasividad y convoquen a un plan de lucha nacional para enfrentar estos flagelos.