A dos años del proyecto de las UBBJ, que se apostaba por satisfacer la demanda de educación pública superior, éstas son ejemplo del autoritarismo, el que no ha dejado más que precarización en todos los ámbitos, desde el estudiantil hasta el laboral.
Miércoles 24 de febrero de 2021
En las Universidades del Bienestar los planteles no se llaman universidades sino escuelas, esto implica nulas actividades culturales y, todas las decisiones que atañen a todos se centralizan antidemocráticamente, cerrando cualquier espacio de iniciativa comunitaria. En el fondo, lo que existe es autoritarismo.
A esto, se añade la violación flagrante de los derechos de los trabajadores administrativos, de intendencia, manuales y docentes: ningún docente tiene contrato laboral y, por lo tanto, ninguna prestación social, o sea, ningún derecho. Qué decir de voz y voto, pues si hay un intento, procede la represión política: el “despido encubierto”.
El “pago” a los docentes en estas “escuelas”, se realiza por horas frente al grupo, además, y como toda escuela donde existe precarización laboral, sea pública o privada, hay sobrecargas de actividades y se inventan trabajos e informes para mantener el control y la vigilancia. No basta el reloj checador y el velado tajo a la libertad de cátedra al intentar ingresar a las plataformas virtuales, sino que hay amenazas moralinas: “compórtense correctamente afuera”.
Llámese coordinador administrativo o académico, fueron seleccionados por dedazo y son hábiles para irse deshaciendo de los llamados incómodos; no comprenden de camaradería ni de compañerismo, ni saben qué es la solidaridad.
Esto es parte de la violencia institucional que penden sobre la cabeza: “Si no están de acuerdo, hay miles de docentes allá afuera”, “por lo menos tenemos empleo, ¿dónde lo conseguimos ahora?” Dentro de la más oscura maraña se elige todo: profesores, comité académico, administrativos.
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El funcionario público obedece a una política, esta es la verticalidad burocrática, no hay libertad de elección; por eso la necesidad de que las universidades públicas lo sean realmente y cuenten con autonomía.
En estas escuelas no se permite ningún espacio de participación de los estudiantes; entonces, no procede protestar, organizarse, hablar, discutir, diferir, proponer… porque esto “no es estudiar”, según dicen.
Las universidades del bienestar responden a esquemas de empresa. Lo que sucede en estas escuelas no es el outsourcing, es peor, la precarización total. El pueblo confió pensando en que la situación iba a cambiar, según dijeron. ¿Con qué cara un gobierno llamado de izquierda actúa y pregona el cambio y su perfil social?
Muchos lucharon antes para que tuviéramos derechos; nos dejaron la enseñanza de que éstos no pueden ser otorgados, es decir, los derechos se conquistan. Quien lucha es como si velara por las generaciones futuras. Por el lugar que ocupa, un docente puede: pensar, reflexionar, leer, escribir; no es víctima de su tiempo. Está en posibilidad de vislumbrar un camino nuevo.
La ambición de conquistar nuestros derechos, nos coloca como herederos de los luchadores que nos precedieron, y debemos comprender que la lucha es permanente, con la participación de la comunidad: docentes, administrativos y estudiantes.
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