Javier Milei y Paolo Rocca, socios del nuevo poder, siguen metiéndole nafta a la motosierra y la licuadora. A pesar de la CGT y el peronismo, algo se empieza a mover. “Paro general” suena en muchos lugares. ¿Hasta cuándo aguantará la paciencia obrera y social? ¿Qué pasa si alguien enciende la chispa? Las tareas de la izquierda para organizar y darle un camino a la resistencia.
Una docente asoma la cara entre dos cascos policiales y grita: “No les importa ni la educación pública ni los alimentos de los comedores, ¡queremos un paro general!”. Una despedida de la Secretaría de Trabajo dice con ironía: “Yo no soy ñoqui. No me metieron mi papá ni mi tío. Hace 13 años entré al Ministerio como cocinera”. En Río Negro la marea humana baja por la avenida empujada por el aplauso de miles de vecinos. Una piba escucha al hombre con chaleco verde del SMATA anunciar los despidos en Yazaki como si fuera el dueño. Su compañera la abraza. Rosa se distingue en la noche por un chaleco amarillo con el sello de GPS. También por lo que advierte: “Si no hay pan para nuestros hijos, no habrá paz para los empresarios”. Gloria revuelve la olla en un merendero de Tristán Suárez. “De miedo no se come. Seguiremos en las calles. Que el miedo arda”.
Son escenas de los últimos días. Voces de quienes viven la motosierra y la licuadora en carne propia. Hay bronca, hay tristeza. ¿Por qué negarlo? Pero también hay asambleas. Hay paros y marchas. Hay cantos y odio de clase. El golpe es duro pero algo se empieza a mover: son las primeras luchas por los despidos y por salarios de la era Milei.
Golpe a golpe
¿Cómo venimos? Enfoquemos marzo.
La primera semana, anunciaron el cierre de Télam, despidos en GPS-Aerolíneas, comenzó la huelga docente en Neuquén, Córdoba y Santa Fe. El sindicato de televisión paró por salarios y América TV respondió con un lockout. Cortaron la autopista los metalúrgicos de Acindar, la UTA paralizó el servicio en el AMBA y los petroleros mendocinos pararon contra el vaciamiento de YPF. ¿La CGT? No hizo nada.
La segunda semana arrancó con asambleas en Televisión y Prensa, paro en Aysa, protestas docentes, metalúrgicas y en el INCAA. Movilizaron las organizaciones sociales, los azucareros de Tabacal exigieron asambleas contra los despidos. Continuó con fuerza la huelga neuquina y se sumó una lucha que se convirtió en testigo: la salud de Río Negro. La huelga universitaria se sintió en todo el país. La semana terminó con un “molinetazo” en las estaciones metropolitanas protagonizado por asambleas populares y agrupaciones combativas. ¿La CGT? Héctor Daer y Andrés Rodríguez expresaron ante las empresas norteamericanas “su disposición a negociar una reforma laboral”.
A pesar de la llegada del otoño, la tercera semana el clima se empezó a caldear un poco. El lunes arrancó con un corte frente al Aeroparque Metropolitano. Eran los despedidos de GPS-Aerolíneas y las asambleas barriales. Más tarde, una jornada piquetera contra el hambre atravesó el país: en el Puente Pueyrredón hubo mucha cana y algunos gases. Un millar de siderúrgicos, de Tenaris Siderca y distintas seccionales, marcharon para iniciar un paro de 72 horas. “¡Che Paolo che Paoolo, no te lo decimos maas!” cantaban. Los municipales de Godoy Cruz (Mendoza) hicieron piquetes y se enfrentaron con la policía por sus salarios. Los petroleros volvían al paro. Continuaban las huelgas docentes en Neuquén, Córdoba y Santa Fe. En Tucumán se organizaban maestras autoconvocadas. También protestaban en Judiciales, mineros de Río Turbio, dependencias estatales, pescadores y alimentación en Chubut, yerbales de Misiones. ¿La CGT? Llevó adelante un “plan de comunicados”. Dijo que estaba mal lo que hacía el gobierno y se solidarizaba con los conflictos. Gracias por tanto, muchachos.
Los últimos días del mes vieron surgir conflictos y continuar otros. Los metalúrgicos cordobeses se plantaron en los portones por salario. En Acindar anunciaron un paro por tiempo indeterminado (para cuando termine el mes de cierre). Ante la inmovilidad del gremio, decenas de oficinas de la ANSES comenzaron a autorganizarse. “Acá falta un compañero” decían los puestos vacíos. Siguió el acampe en Télam. La huelga de los hospitales rionegrinos empezó a hacer historia. En Jujuy el personal de salud marchó al sindicato a exigirle que luche. El 24 de marzo, decenas de miles de trabajadores y trabajadoras marcharon en grupos o con sus sindicatos, como parte de un pronunciamiento masivo contra el ajuste y el negacionismo. En los dos actos se escuchó: “¡paro, paro, paro / paro general!”. Una concurrida asamblea ferroviaria en Haedo votó “si despiden, no sale un tren”. ATE hizo una nueva, y tibia, jornada de protesta. Rocca siguió pegando y la UOM marchó otra vez, pero sin paro. El poderoso gremio aceitero se declaró en “estado de alerta”. Les pegaron a los cooperativistas precarizados de AySA. El último día hábil del mes, las y los aeronáuticos de GPS-Aerolíneas llamaron la atención con una concentración y cacerolazo en Aeroparque. ¿La CGT? Estuvo preparando… las pascuas y el fin de semana largo.
Abril recién empieza, pero ya hubo paros nacionales de docentes y estatales. Fueron convocados desde arriba y, en el caso de CTERA, sin ganas de movilizar. Pero la izquierda logró convertir la explanada del Congreso en una “conferencia al aire libre” (aunque picante por el gas). Se escuchan las amenazas de Camioneros si no le homologan paritarias. El mes recién empieza.
Números y símbolos
Detengámonos dos minutos en algunas claves que dejan estas peleas.
¿Hay una nueva oleada de luchas? En realidad, “algo se empieza a mover” pero no termina de despegar ni estallar. Veamos números. Un reciente estudio de conflictividad social de FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales) dice que “durante los 100 primeros días de Javier Milei hubo un total de 82 hechos de protesta”. Tiene un límite: solo toma como fuente dos diarios nacionales. Otro estudio, del Observatorio de Trabajo de la UBA, agrega que “en febrero la conflictividad laboral y social fue 71% más que el mes anterior”. 130 conflictos. Si acercamos más el foco, aparecen más datos. Por ejemplo el Observatorio de la Universidad de Mar del Plata calcula que “entre los meses de enero y febrero se produjeron 112 huelgas en la ciudad”. Más allá de la fuente, todavía no estamos ante una “oleada de luchas” como las que vimos a fines de 2020 y principios de 2021. En marzo de 2021, el Observatorio de La Izquierda Diario detectó 138 conflictos con 200 acciones, muchas de ellas ocupaciones o bloqueos duros (Arrebeef, Hey Latam, Siderar Canning, Clínica San Andrés, entre otras).
Sí hay que prestar atención a luchas que desbordan ese movimiento incipiente. Es el caso de la salud en Río Negro, donde sectores autoconvocados rechazaron el acuerdo salarial de ATE y UPCN. Hoy conmueven la provincia con la masividad de las acciones, el apoyo de la comunidad y un activismo que surge en ciudades como Bariloche. También la huelga docente en Neuquén, con asambleas masivas y un fuerte acatamiento a las medidas que le impusieron un largo conflicto a la conducción alineada con Yasky. Para eso fue clave el rol de las seccionales opositoras como Capital y Plottier, en manos de la izquierda.
Divididos (por ahora). Desde el 24 de enero, la mayoría de los conflictos son sectoriales, separados. Salvo los tibios paros nacionales de ATE y CTERA, cada colectivo de trabajadores tuvo que pelear “por su cuenta”. Hubo huelgas por rama en metalúrgicos y centros estratégicos como Aeroparque-Ezeiza en el caso de aeronáuticos. Este último paralizó 340 vuelos y mostró en “pequeño” la potencialidad de los métodos de la clase trabajadora. Los jefes sindicales cambiaron el lema. Pare ellos es: “tocan a todos, defiéndanse de a uno”.
Motosierra (no) hay una sola. Milei y Caputo tienen un plan de guerra. Sus ataques fueron los más duros. Pero mientras porotean leyes y cajas, los gobernadores también aplican sus motosierras. En Río Negro los carteles de las enfermeras apuntan a Weretilneck. Así fue en las huelgas docentes de Córdoba y Neuquén, en las movilizaciones tucumanas. En salud de Jujuy. Es un alerta: ¿si la crisis aumenta, si la recesión avanza, “las primeras rebeliones llegarán desde los márgenes”? Kicillof también tiene la suya: las maestras denuncian que recortan alimentos a casi 4 millones de estudiantes y ellas tienen 2 trabajos para llegar a fin de mes.
Desde abajo. Aunque aún es difícil marcar tendencias, la inacción de la burocracia sindical empuja a sectores de trabajadorxs a auto-organizarse. En Río Negro lxs autoconvocadxs son claves en la masificación y continuidad de la lucha de salud. En Tucumán hubo importantes marchas de “maestras autoconvocadas” y en Jujuy se concentraron en el sindicato de sanidad para exigirle que luche. Las asambleas de la docencia neuquina fueron muy concurridas. En la Secretaría de Trabajo, el activismo le impuso una asamblea común a ATE y UPCN, y concretaron el único “ingreso masivo” de la jornada. En algunas metalúrgicas de Córdoba, las medidas cuestionan el plan de la UOM. En marzo de 2021, los conflictos encabezados por “autoconvocados, comisiones internas y asambleas” llegaba al 47 % (Observatorio La Izquierda Diario). No estamos en esa dinámica pero esto recién empieza.
Rabia. “…Que no haya paz para los empresarios”. El desafío de Rosa y sus compañeros es un síntoma valioso. El sindicalismo peronista educa en el apoyo a sus propios gobiernos y el “vandorismo” con los de derecha. Pero nunca abandona la conciliación con los patrones. El relato libertario, que apunta a la “casta política” y endiosa a los millonarios, hace lo suyo. Por eso que el odio de clase es un aire fresco. Son los carteles de los metalúrgicos cordobeses que dicen “empresarios mata-obreros”; son los cantos contra Paolo (Rocca) en “su” feudo Campana; son los gritos de las maestras y las cocineras por el hambre de los pibes; son los carteles de las médicas de hospitales públicos, orgullosas de atender a “los nadies”; es el desprecio de las estatales contra los funcionarios millonarios. Hay que ayudar a que crezca ese odio.
El método Furlán
“En la CGT se está evaluando una nueva medida de fuerza, pero que no entorpezca la negociación con los diputados que votarían en contra del DNU, porque ya dijeron que si se hace un paro se rompe la negociación”.
El que habla es Abel Furlán, secretario general de la UOM y directivo de la CGT. Le responde a un delegado de base de Acindar que le propuso al congreso siderúrgico que exija a la CGT otro paro general.
Es cierto que el “método Furlán” no es el único dentro de la CGT. Están los colaboracionistas de siempre y los que se muestran más “combativos” para regar la pradera seca antes que se encienda la chispa. O hacer de “cortafuegos” si prende. El reciente congreso de la CATT (Confederación del transporte) sirve de ejemplo. Delegados de Aeronavegantes, Dragado y Camioneros relataron los ataques y hablaron de “plan de lucha”. Es que hay “cuerpos orgánicos” que a veces tienen que poner la caripela en los lugares de trabajo. Ante el murmullo, Pablo Biró (pilotos) se puso en modo payador: “tarde es grave, pero antes es imprudente”.
¿Cómo entender el criminal “tiempismo” de la CGT mientras Milei hace estragos y hasta desafía el poder y los fondos de sus aparatos? La estrategia de la cúpula sindical sigue la sombra del peronismo. “Para que la protesta devenga proyecto siempre es necesario que la política muestre alternativas y eso, por ahora, parece lejos de ocurrir” dice Marcelo Falak en su columna Despertar. Gabriela Pepe pregunta sobre el estallido social esperado para marzo o abril: “‘era una expectativa infantil, que la gente iba a reaccionar. Hoy nadie habla de eso’, apunta una primera línea del PJ que piensa en el armado 2025” (La Política Online).
Milei pega. El peronismo deja pasar el ajuste y rosquea. Es criminal. Pero además riesgoso. Como dice el columnista de La Nación, Jorge Liotti, entrevistado por El Círculo Rojo: “Si la calle es expresión genuina de sectores que llegaron a un límite de su capacidad de soportar la crisis, es otra cosa. Milei está atento a eso. Mira encuestas. Puede enfrentar una movilización de los sindicatos, distinto la inorgánica”. Nosotros apostamos a que la “movilización inorgánica” empuje a los sindicatos a la calle, pero vale la advertencia.
Coordinación, lucha política y el camino hacia la huelga general
Milei, la oposición y los gobernadores miran la cosecha y los barcos cerealeros. ¿Cuánta plata recaudarán para al FMI? ¿Cuánta para los empresarios “planeros”? No alcanza. El proyecto de un país al servicio del capital financiero en manos del experimento libertario está lleno de contradicciones, como analiza Emilio Albamonte en “La lucha recién comienza”.
Por si faltara nafta, el presidente dijo que “lo peor será entre marzo y abril”. Se olvida que el agropower podrá recaudar pero la pradera social está seca. Una chispa y todo puede arder. ¿El peronismo en crisis y la burocracia desprestigiada podrán contener ese fuego?
No sabemos. Lo que podemos pensar es cómo ayudar a construir una alternativa a ese destino miserable. La izquierda clasista, que además es parte del sindicalismo combativo, las organizaciones sociales, las asambleas barriales y los movimientos de mujeres y estudiantes, se ha ganado una voz en la crisis nacional. Con sus debates en las elecciones y el Congreso, pero también en las calles. Fue la primera que le puso el cuerpo al Protocolo Represivo, allá por diciembre. Siguió con la Ley Ómnibus y está en cada conflicto.
Hoy tiene una tarea vital: debatir, al calor de esos duros ataques y estas primeras luchas, cómo ayudar a avanzar a los sectores en lucha y esa “vanguardia” que quiere resistir.
Para nosotros y nosotras, eso significa preparar cada pelea lo mejor posible, para que sean tan combativas como los ataques que reciben. Y para ser más fuertes la clave es coordinarse, unirse, derribar cualquier corporativismo. Por eso desde el PTS compartimos cada espacio con otras organizaciones de izquierda, pero siempre decimos que tienen que estar al servicio de ayudar a los sectores que recién salen a pelear para que sean protagonistas. Alentarnos a que creen nuevas organizaciones de lucha, amplias y democráticas. Esas asambleas, comités de lucha o como les llamemos, son la mejor vacuna “para quebrar la resistencia de los aparatos burocráticos, desplegar la potencia del movimiento obrero y potenciar la fuerza de la izquierda clasista” (Maiello y Albamonte, “Trotsky, Gramsci y la emergencia de la clase trabajadora como sujeto”.).
Por eso fueron importantes las acciones unitarias que hicimos estos meses, o las reuniones que se realizan en el AMBA. Pero son solo un principio. Si no logramos entusiasmar y convocar a nuevos sectores, no vamos a poder cambiar el rumbo ni encender la chispa. El Encuentro de trabajadores ocupados, desocupados, asambleas, estudiantes y sectores en lucha convocado el 1° de mayo es un buen paso. Será potente si desde su preparación logramos el protagonismo de esas nuevas fuerzas. Y si estas arrastran a quienes todavía están atados al miedo o la tregua de sus direcciones. Eso incluye el debate paciente, pero sin vueltas, contra la resignación y la estrategia miserable de la conducción peronista. Y una propuesta para que la crisis la paguen los grandes empresarios y el capital financiero como planteamos en estos 10 puntos.
La organización de los sectores combativos será realmente poderosa si se convierte en un engranaje hacia esos cientos de miles que “llegaron a un límite de su capacidad de soportar la crisis”. Tenemos que ganar sus mentes y sus brazos. Solo esa fuerza arrolladora podrá arrancar a los burócratas de sus cómodos sillones; o dejarlos en el piso. Primero, para imponerles el paro general. Luego, para construir esa acción histórica que supere los paros de presión y las acciones controladas por la burocracia hasta poner en juego todo el poder de la clase trabajadora: la huelga general. Solo paralizando las fábricas y transportes, la energía y comunicaciones, las escuelas y barrios, con piquetes y movilizaciones que permitan participar a quienes no son parte de los sindicatos, se podrá paralizar al capital, pero también a su gobierno. Ese es nuestro norte. Eso queremos discutir y preparar con quienes empiezan a resistir y ponerse en movimiento.
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