Las ganancias acumuladas en los últimos doce meses superan los 239 mil millones de pesos. La banca comercial y el ahorro del público como rueda de auxilio una política monetaria orientada a garantizar la especulación y fuga de capitales.
Viernes 19 de julio de 2019 09:41
Esta semana el Banco Central (BCRA) publicó sus informes mensuales de política monetaria y sobre la evolución de la actividad de los bancos, en donde se consignan como “éxitos” de una política monetaria de sesgo contractivo la estabilidad de precios y el curso descendente de las tasa de interés de referencia, que pasó de 62,5 a 58%.
Recordemos que tras el salto cambiario de marzo, que llevó el dólar de 38 a 44 pesos, el BCRA subió la tasa de interés de las Leliq al 72% para intentar contener la fuga hacia el dólar y las consecuencias inflacionarias del golpe devaluatorio. Desde entonces, el acuerdo con el FMI para adelantar los desembolsos de 2020 y para operar dentro de lo que hasta ese momento era una Zona de No Intervención ($39,7 y $51,4), sumado a factores internacionales, permitieron cierta calma cambiaria coyuntural, a costa de un aumento en la deuda pública y eventualmente acortando el horizonte del default.
La política monetaria del titular del BCRA, Guido Sandleris, se basa en el control sobre los agregados monetarios. De esta manera, la reducción de la inflación se lograría a través de un “crecimiento cero” en términos nominales de la base monetaria.
Pero el BCRA está muy lejos de haber dominado el problema inflacionario, a pesar de sobrecumplir la meta y con tasas de interés a niveles astronómicas. Es que la esterilización monetaria a partir de la emisión de pasivos remunerados (básicamente Leliq) genera el problema de que a la emisión necesaria para cancelar el vencimiento de esos pasivos se la va sumando la capitalización de los intereses, con lo cual a futuro la emisión monetaria sería mayor a menos que se pretenda trasladar el ajuste en la base monetaria hacia el gasto público. Y sin embargo, aun reduciendo el déficit primario al 1%, es justamente la partida destinada al pago de los intereses de la deuda la que pone en rojo las cuentas y hace de este esquema una bomba de tiempo.
En su informe, el BCRA advierte que el stock de pasivos remunerados del BCRA continuó su trayectoria ascendente durante el segundo trimestre del año, pasando de 955 mil millones de pesos a 1,23 billones de pesos a principios de julio, aunque advierten que el stock de pasivos remunerados se ubicó 16% por debajo del máximo de 1,45 billones de pesos alcanzado en marzo del año pasado. Esta disminución no se debió a la magia de la política monetaria, sino simplemente a la corrida cambiaria de mayo de 2018, que se llevó puestos más de 4 mil millones de dólares de fuga.
Pero ahora se da simultáneamente que mientras se profundiza la fuga de capitales (más de 25 mil millones de dólares en los últimos 12 meses), los pasivos remunerados empiezan nuevamente una trayectoria ascendente.
Esto plantea un problema adicional porque los principales receptores de las Leliq son los bancos comerciales, que están haciendo negocios astronómicos al tiempo que restringen la oferta de crédito mientras aumenta su exposición patrimonial con los títulos que emite el BCRA.
Un sistema bancario al servicio de los especuladores
La contracara de esta política monetaria “de sesgo contractivo” es un aumento exponencial en las ganancias de la banca comercial. De acuerdo al informe mencionado, el margen de ganancias neto de los últimos doce meses para el sistema bancario ascendió a 240 mil millones de pesos (para dimensionarlo, estamos hablando de una cifra equivalente al presupuesto nacional en Educación y Cultura). Pero además ese margen de ganancias viene aumentando de manera creciente: comparando los primeros cinco meses de 2018 con el mismo período de este año, las ganancias del sector bancario aumentaron 117%.
Al mismo tiempo se puede observar un fenómeno muy llamativo en el sistema financiero. Por primera vez en años, los egresos por intereses pagados a los depositantes son más altos que los ingresos por intereses cobrados por los préstamos. Este fenómeno no se explica por un aumento de las tasas pasivas para favorecer a los ahorristas. Argentina tiene el spread bancario (diferencia entre tasa activa y tasa pasiva) más alto de la región. Esto se explica más bien por la contracción del crédito debido al contexto recesivo y a las elevadas tasas de interés de referencia que fija el BCRA.
En los últimos 12 meses los ingresos por cobro de intereses ascendieron a 595 mil millones de pesos mientras que los egresos por pago de intereses fueron de 675 mil millones de pesos, pero esa pérdida fue compensada por los ingresos por tenencias de títulos que alcanzaron los 559 mil millones de pesos. La participación de los “resultados por tenencias de títulos” en el margen de beneficios netos es cada vez más alta.
También está creciendo el stock de títulos públicos en relación al activo total del sistema financiero. Si en diciembre de 2015 los préstamos representaban el 49% de los activos, las tenencias de títulos públicos eran el 21% y las disponibilidades el 20%; para mayo de 2019, los préstamos bajan al 40,5% (casi 10 puntos menos), los títulos públicos suben al 24,8% y las disponibilidades al 25,9%. Hay que decir, sin embargo, que el peso creciente de los títulos públicos y las disponibilidades en detrimento de los préstamos comienza en 2014, durante el gobierno anterior.
De conjunto se observa un sistema bancario que funciona como rueda de auxilio del BCRA y su política monetaria, que garantiza un negocio formidable para los especuladores financieros en base a una virtual confiscación de los ahorros del público al tiempo que aumenta la deuda externa y la fuga de capitales, acortando el horizonte temporal del default.
Emiliano Trodler
Economista