Cuando todos los medios hablan de crisis en Boca, sobre la posible ida de Tevez o del Mellizo, compartimos una reflexión sobre el problema de fondo: ¿cuál es el modelo de club que se impone en Boca?
Sábado 5 de noviembre de 2016
Foto: sitio de La Nación
Para hablar de fútbol, hay que hablar de las formas. Adentro y afuera de la cancha. Los resultados son importantes, sí, para algunos lo más, para otros lo menos, pero en definitiva son sólo números. Hay que hablar de cómo jugó cada equipo. Jugar mal no desmerece una victoria, jugar bien tampoco la asegura, festejará el que ganó, pero la charla de café es sobre lo otro, sobre los “cómo”. Y más allá de cómo juega cada jugador y cada equipo, está el “cómo” a nivel club.
Hoy en día el modelo de Boca es el de la inestabilidad. No, no la de la defensa, la del medio ni la del ataque. La inestabilidad de la línea de cal para afuera. La que sale de las oficinas de Brandsen. La línea que se viene bajando hace unos cuantos años es la de la puerta giratoria. Cada seis meses se van y vienen cantidades de jugadores. Se gastan fortunas, no se recibe tanto. Boca compra y compra, y al año ese jugador que valió un dinero importante se va a préstamo, queda sin lugar, juega en Reserva.
En Boca entra poca plata, entre otras cosas, porque no potencia a sus jugadores de inferiores como para luego venderlos (¿genera figuras vendibles?) y porque ya no hace negocio tampoco contratando jugadores jóvenes de equipos chicos para luego hacer una ganancia. Por el contrario, acá se estancan. Un periodista que cubre Boca decía una vez “ya no es negocio para los clubes del Interior hacer negocios acá (por ej, vender un 50% a para que el Xeneize potencie al jugador y luego vender el 50% restante) porque se queman”.
Pero esta es discusión para otro momento. El asunto es la inestabilidad dirigencial (con una parte de la culpa correspondiente a los cuerpos técnicos). El 1ro de noviembre del 2015 Boca le ganó 1-0 a Tigre y salió campeón del Campeonato 2015 una fecha antes. De los 14 que jugaron ese día sólo quedan seis: Peruzzi, Tobio, Cubas, Pablo Pérez, Tevez y Bentancur. Tres días después fue la final de la Copa Argentina ante Rosario Central: de los 14 quedan cinco, no jugó Cubitas ese día. Tampoco sigue el cuerpo técnico, despedido cuatro meses después de este bicampeonato.
La norma viene siendo la autodestrucción, básicamente. Se tira a la basura lo que parece que no sirve. No importa si Boca hace un año ganó dos torneos, hay que depurar. Hay situación de crisis permanente. De alarma. Sara tuvo culpa en un gol y hay que traer otro en diciembre. Tobio no agarró ese rebote y hay que comprar un 2. Benedetto es un 9 con juego y goles, y se lo pagó millones, pero como no viene bien, a fin de año hay que pensar en Wanchope. La locura del hincha también juega, algunos como Andrés Chávez y Marcelo Meli pasaron muy rápido de ser aplaudidos a ser prescindibles y olvidados.
Boca está cuarto en la tabla de los promedios, en una sumatoria de puntos desde el Transición 2014 hasta el corriente. 130 unidades suma el Xeneize, contra 136 de Estudiantes, Racing y San Lorenzo, que coinciden en el primer lugar. ¿Esta regularidad no amerita sostener una base de jugadores? ¿Si la gran crítica es que estos jugadores no ganan los partidos importantes, y no que no ganan nunca, por qué cambiar y cambiar en vez de pulir y buscar el éxito con paciencia? Bianchi armó un equipo copero con algún refuerzo, pero mayormente porque trabajó durante más de un año en la gestación de esa mística, o como se lo quiera llamar. ¿No puede trabajar con tranquilidad Guillermo y ser campeón en junio del torneo local?
“Le han lavado la cabeza al hincha, antes se hablaba de fútbol y ahora se lamenta por los millones que no ingresan a Boca sin jugar la Libertadores”, dice otro periodista que del Xeneize y del Tano sabe bastante. Vaya que sí. Los mejores ciclos en la historia de Boca arrancaron sin jugar Copa Libertadores. No es que sea positivo no jugarla, claro, sino que hay historia, hay jugadores, hay títulos que acreditan grandes momentos del club de la Ribera en años que no jugó esta bendita competencia. ¿Obsesionarse con la Copa que se ganó seis veces? ¿No es absurdo? Es cierto que Carlos Bianchi y Alfio Basile arrancaron con éxito desde el vamos, lo cual facilitó todo.
Sí, los medios juegan su (gran) parte. Ante una derrota se duda de la continuidad de Guillermo y de Tevez de manera inmediata. O se habla de los refuerzos que no vinieron y van venir. El foco nunca está en el presidente. San Lorenzo logró jugar la Supercopa Argentina cuando Boca era campeón de los dos torneos que clasificaban a la misma, en vez de que no se juegue. Esa Copa daba pase a la Sudamericana 2016, y Angelici lo dejó pasar. Hoy salió por los canales a avisar que tiene la idea de inventar una nueva copa en caso de que a Boca y River no los “hagan participar” en la Sudamericana 2017.
Siempre, pero siempre, la mira del presidente de Boca está descalibrada. Bah, no, está bien colocada, sólo que su foco nunca es el club que preside. Es la rosca en AFA, Conmebol y FIFA, más sus funciones oficiales y extraoficiales en el Gobierno Nacional. Hoy en día, por ejemplo, una de sus luchas es la de insertar las Sociedades Anónimas Deportivas en reemplazo de los clubes sociales y atléticos. Él en Boca lo viene probando: cada vez menos lugar al socio en el día, prioridad a turistas, carteles en inglés, palcos de lujo en detrimento de la cantidad de populares, recorte presupuestario a los deportes que no son fútbol. O sea, que los clubes ya no sean más de los socios sino de empresarios. Para favorecer el capital privado, lógico.