Martes 12 de abril de 2016
Foto: Erbol
El pasado viernes 1 de abril, se encontró el cuerpo sin vida de Dayana Kenia Zárate, en el baño de su propia rocola llamada “Sensacional”, ubicada en la intersección de la calle 16 de Julio y Libertadores, en la Villa Primero de Mayo, en Santa Cruz, con signos de tortura.
El hecho sucedió la madrugada del viernes. De acuerdo con una de las vecinas que atiende un puesto comercial en la zona, la noche del jueves, Dayana con otras dos mujeres y un hombre de nombre Alejandro, quien era su pareja desde hace tres semanas, dejaron de atender en la rocola para sentarse a consumir bebidas alcohólicas. Según los testigos, por la madrugada Alejandro empezó a discutir con Dayana y luego pidió que una de las amigas se retirara. Se presume que por la madrugada cometió el hecho delictivo, acompañado de una de sus amigas.
Si bien quien la mató fue su novio, Alejandro, quien ya confesó el crimen, aún no se ha dado con el paradero de quien pudo ser su cómplice, una de las amigas con quien se lo vio salir esa madrugada.
Miembros activos de la comunidad gay, lesbiana, bisexual, transexual y transgénero, pidieron al Ministerio de justicia tipificar el asesinato de Dayana como un feminicidio, ya que al ser el autor del crimen, novio de la víctima, encajaría en lo que la Ley 348 define como feminicidio: El delito de feminicidio se atribuye a la persona que haya matado a una mujer con la cual tuvo alguna relación, o está en situación de vulnerabilidad. Además que la constitución política del estado reconoce la identidad de género, y Dayana se identificaba a sí misma como mujer.
Si bien el coronel Juan Carlos Ramos, director de la Fuerza especial de lucha contra el crimen (FELCC), ha declarado que el móvil del crimen sería el robo de los ahorros de la víctima, los familiares y organizaciones de derechos humanos solicitan al Ministerio Público que el homicida sea juzgado con la pena máxima debido a que se trata de un crimen cometido con saña extrema, las pruebas son los signos de tortura.
La sociedad hetero-patriarcal en la que vivimos, producto de un régimen decadente del capital, y en Bolivia aún tremendamente intolerante y homófoba, excluye a las personas cuya orientación sexual es diferente a la heterosexual, lo cual conduce a que muchas veces se vean en situaciones de violencia por parte de sus parejas. A menudo los crímenes cometidos contra personas de diferente orientación sexual a la “socialmente aceptada” no son nunca esclarecidos, ni se hace un esfuerzo verdadero por hallar culpables, es de lo más común echarle la culpa a la víctima, el caso de Dayana es uno de los pocos casos en los que se ha apresado al culpable.
Ante estos casos de violencia e intolerancia, es nuestro deber como ciudadanos movilizarnos desde las bases estudiantiles, sindicales y desde cualquier espacio libre pensante de la sociedad exigiendo al Estado que se abra el debate a una nueva ley que contemple estos casos de violencia e intolerancia de manera más específica, además de recalcar la responsabilidad que tiene el mismo en este tipo de situaciones aberrantes: es el Estado el que sienta las bases objetivas y subjetivas para la reproducción de la violencia y subordinación, entre los géneros como entre las clases sociales. Este caso no es aislado, pues no solo Dayana fue víctima de esta atroz intolerancia recientemente, sino que también se encontró el cuerpo de otra mujer travesti, Carla Suárez, quien fue asesinada el 22 de Marzo y de la que aún no se tiene esclarecido el caso y no hay aprehendidos hasta el momento.